Por redacción de Sin Comillas

El 11 de febrero es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió designar este día para reconocer la trayectoria de todas aquellas mujeres que han contribuido al avance de la ciencia y la tecnología y cuya historia muchas veces ha quedado en el olvido.

Pese a los grandes avances y logros de las mujeres en la historia, su presencia en los ámbitos científicos sigue siendo menor que la de los hombres. Se estima que sólo tres de cada 10 investigadores en todo el mundo son mujeres.

La brecha de género en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) persiste desde hace años en todo el mundo. A pesar de que la participación de las mujeres en las carreras de grado superior ha aumentado enormemente, estas todavía se encuentran insuficientemente representadas en estos campos.

A la brecha de género se le une la brecha salarial porque las investigaciones de mujeres están peor pagadas que las de los hombres, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Según este organismo, sólo cerca del 30% de las estudiantes en el mundo escogen las carreras de los ámbitos de la educación STEM entre 2014 y 2016.

Es lo que se ha dado en llamar el Efecto Matilda, en honor a Matilda Joslyn Gage, la primera activista en denunciar la injusticia que ha ignoraado, de forma sistemática, los hallazgos de brillantes científicas a lo largo de la historia. Este es el contexto donde nace en España el movimiento “No More Matildas”, que busca recuperar estas figuras para trasladarlas a los libros escolares y que las estudiantes del mañana encuentren en ellas la inspiración y el impulso que necesitan para adentrarse al mundo de la ciencia. La falta de referentes de mujeres científicas se sigue considerando como un elemento de exclusión activa en la educación, con una incidencia clave en los estudios superiores.