Por José J. Villamil, especial para Sin Comillas

En distintos foros y escritos he llamado la atención al hecho de que no se puede separar lo socio-demográfico de lo económico. Varios trabajos de Estudios Técnicos, Inc. han señalado el impacto de la reducción y el envejecimiento de la población en las perspectivas de crecimiento económico. El tema ha recibido mucha atención tanto en los estudios de necesidad de vivienda como en el Plan Estatal de Vivienda. Investigadores en Estados Unidos y otros países han analizado el tema de la interrelación entre lo demográfico y la economía.

Puerto Rico no es, por lo tanto, un caso aislado. El caso de Japón ha sido objeto de atención por parte de analistas económicos, atribuyéndose a la transición demográfica un impacto importante en el desempeño de su economía (David Pilling, Financial Times, enero 5 de 2011). Sin embargo, en Japón esta transición hacia una población que envejece y se reduce, ocurre en una economía madura, con una infraestructura muy desarrollada de servicios sociales y con una excelente calidad de vida. Puerto Rico tiene aún un largo trecho que recorrer para entrar al grupo de economías desarrolladas.

En el New York Times una columna por David Leonhardt (17 de agosto de 2012) trató el tema, aduciendo que el pobre comportamiento de la economía de los Estados Unidos podía explicarse parcialmente por el cambio demográfico. Su análisis se centró en el impacto del cambio demográfico en el mercado laboral, pero también las implicaciones para el nivel de consumo. Otro factor mencionado fue la creciente desigualdad en la distribución de ingresos.

La nueva demografía

En nuestra reseña del informe reciente del FED de Nueva York sobre la competitividad de Puerto Rico (Perspectivas, junio-julio de 2012) mencionamos el hecho de que una falla de dicho informe es el no haber incluido la dimensión demográfica como un factor clave en la trayectoria económica reciente de Puerto Rico. Mencioné el hecho de la emigración en la década 2000-2010, las diferencias entre los emigrantes y los inmigrantes y la población en general y el envejecimiento de la población. Recientemente se publicó el “DSSD Census Coverage Measurement Memorandum Series #2010-G-13” del Propio Negociado del Censo, que indica que la pérdida de población en la década no fue 82,821, la cifra del Censo de 2010, sino unos 243,000, y nuestra población poco más de 3.5 millones en vez de los 3.77 millones según el Censo de 2010.

Gráfica 1

Los tres factores que caracterizan la transición demográfica por la cual atraviesa Puerto Rico – la reducción en población de 3.8 millones a 3.7 entre el 2000 y el 2010 de acuerdo al Censo y con la nueva información a 3.5 millones, la sustitución de población, los emigrantes son más jóvenes y mejor educados que los que inmigraron, y el envejecimiento de la población – tienen impactos en prácticamente todas las áreas del quehacer económico y social. Las gráficas que acompañan esta nota reflejan los cambios en nuestra estructura poblacional:

La gráfica 1 refleja la información del Censo de Población para el período de 1970 a 2010 que muestra el cambio notable en la dirección que había caracterizado el crecimiento poblacional. La nueva cifra de población es de 3,528,700.

Gráfica 2

La gráfica 2 incluye las pirámides de población con la estructura de la población por edades, que cambia de manera significativa y aceleradamente entre el 2000 y el 2020.

La gráfica 3 es muy interesante pues contiene una de las consecuencias de la transición demográfica, que es el hecho de que la formación de hogares disminuye marcadamente como consecuencia del cambio en la estructura por edades de la población y la reducción en ésta.

Gráfica 3

La gráfica 4 contiene la proyección de la población entre 2010 y 2020 por cohorte de edad. Lo importante de ésta proyección es que los cohortes de menos de 40 años de edad se reducen en términos absolutos mientras que los de más de 40 aumentan, particularmente de 60 años en adelante. Es notable el hecho de que la población de 0 a 19 años es la que más se reduce.

Lo que ocurre no es un cambio menor sino que hace necesaria una restructuración de la forma como está organizada la sociedad puertorriqueña y su economía. Los estímulos de una población que crece ya no están presentes. Las presiones y necesidades que generaba un rápido crecimiento en la población se sustituyen por las que surgen de la necesidad de atender los reclamos de una población con características muy distintas y con impactos muy distintos en las perspectivas de crecimiento económico. Pensar en el desarrollo económico con una población creciente y joven es muy distinto a la situación que enfrenta Puerto Rico.

Las implicaciones

¿Qué implicaciones tiene esta transición para el futuro socio-económico de Puerto Rico? Hemos indicado en ocasiones anteriores que el cambio demográfico tiene implicaciones para prácticamente todos los sectores de la economía. Se resumen algunos a grandes rasgos:

Vivienda – La disminución en la formación de hogares reduce la necesidad de aumentar la oferta de vivienda nueva, pero también incide sobre el mercado secundario. Por otro lado la necesidad de vivienda para envejecientes, la mayor parte de los cuales son personas de ingresos bajos, aumenta. El tema de proveer vivienda para esta población requiere no solamente proveer un  techo, como se indica en el State Housing Plan, sino que requiere proveer acceso a un conjunto de servicios.

Salud – Un sector que se afecta notablemente por el envejecimiento de la población es el de los servicios de salud. No sólo aumenta el uso de éstos, sino que el tipo de servicios es distinto. Esto comienza a notarse con el surgimiento de servicios de “home care”, “disease management” y otros dirigidos principalmente a esa población. Lo que es claro es que el sector público se tendrá que enfrentar a una situación en que muy probablemente tenga que aumentar la asignación de recursos al área de la salud en un entorno de incertidumbre en lo que los fondos federales se refiere.

El mercado de trabajo – El aumento en longevidad y el hecho de que la población de más de 65 aumenta, requerirá ajustes en el mercado laboral pues las personas muy posiblemente permanezca más tiempo en la fuerza laboral. Esto quiere decir que se requerirá readiestramiento para adecuarlas en un entorno de cambio acelerado en tecnología y procesos, pero también quiere decir que se genera rigidez en el mercado laboral que hará más difícil la entrada de nuevos participantes. Por supuesto, con la reducción en población también se reduce el grupo que entraría a la fuerza laboral.

El sistema educativo – El Departamento de Educación ha perdido matrícula aceleradamente y la actual es de unos 450,000, comparado con sobre 600,000 no hace muchos años. Evidentemente, el DE tendrá que re-estructurarse para acomodarse a esta nueva realidad, máxime cuando se proyecta que el cohorte de edad que más población perderá en la década es precisamente el que atiende el DE en K-12. Hay que recordar que el DE fue creado en condiciones muy distintas, tanto económicas como demográficas y no hay por qué pensar que su estructura y orientación es la indicada para la nueva realidad.

Otros servicios – Servicios como los de transportación pública, servicios financieros, servicios de recreación y algunos otros se verán afectados por el cambio en el entorno demográfico. Por supuesto, un impacto muy importante será sobre los planes de retiro.

Lo anterior sugiere no solamente que tendrán que ocurrir cambios en términos de la naturaleza de los ofrecimientos, sino que la inversión del sector público en diversos servicios tendrá que aumentar significativamente pues la población de personas mayores de 60 años será mayormente de bajos ingresos.  Muchos de los servicios necesarios no podrán ser provistos por el sector privado sin subsidios, precisamente por eso. Un agravante a la situación que presenta la transición demográfica es el hecho de que la economía se ha achicado y que las perspectivas de crecimiento para el resto de la década no son particularmente halagadoras. Otro factor que agrava la situación es el hecho de que los fondos federales para programas sociales, muchos dirigidos a personas de mayor edad, muy probablemente se reducirán o, como mínimo, no aumentarán.

En resumen, la transición demográfica presenta unos retos importantes para Puerto Rico. La conclusión inescapable es que la nueva demografía del país no contribuye a unas perspectivas favorables para el crecimiento económico.

* El autor es presidente de la Junta de Directores de la firma Estudios Técnicos, Inc.