Por redacción de Sin Comillas
La Academia Sueca de las Ciencias ha galardonado al canadiense David Card (Guelph, 1956), al estadounidense-israelí Joshua Angrist (Columbus, Ohio, 1960) y al neerlandés-estadounidense Guido Imbens (Eindhoven, Países Bajos, 1963) con el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel 2021, más comúnmente conocido como Premio Nobel de Economía.
El jurado reconoce a Card por sus “contribuciones empíricas en el campo de la economía del trabajo”, especialmente sobre los efectos del salario mínimo, y a Angrist y a Imbens por sus “contribuciones metodológicas en el análisis de las relaciones causales”. En los tres casos, además, la Academia valora los avances cosechados en el campo de los llamados experimentos naturales, aquellos que extraen conclusiones de situaciones que surgen en la vida real y que se asemejan a experimentos aleatorios.
“Muchos de los grandes asuntos en ciencias sociales tienen que ver con las relaciones de causa-efecto. ¿Cómo afecta la inmigración a los salarios y los niveles de empleo? ¿Cómo una mayor educación puede afectar al sueldo futuro de una persona?”, se han preguntado los miembros del jurado en la rueda de prensa en la que han anunciado los nombres de los premiados. “Estas cuestiones son difíciles de resolver porque no tenemos nada con qué comparar. Sin embargo, ellos han demostrado que es posible responder a estas preguntas usando experimentos naturales, en los que, bien por sucesos fortuitos bien por cambios en las políticas [públicas], varios grupos de personas reciben un trato diferente”, explican.
A diferencia de en otras disciplinas, como la Medicina, los investigadores en Economía no pueden llevar a cabo ensayos clínicos controlados y se ven obligados a optar por otros métodos para llevar a cabo sus investigaciones. Ahí es donde entran en juego los experimentos naturales, que se valen de situaciones de la vida real para estudiar impactos de diferentes variables. Este enfoque, a su vez, se ha extendido con éxito a otras ramas de las ciencias sociales y ha “revolucionado la investigación empírica”, según el comité de los Nobel. Los estudios de los tres galardonados, profundiza su presidente, Peter Fredriksson, “nos muestran que los experimentos naturales son una rica fuente de conocimiento que ha resultado en un gran beneficio para el conjunto de la sociedad”.
En el caso de Card, profesor en la Universidad de California en Berkeley, la Academia hace especial énfasis en sus trabajos sobre salario mínimo, así como en sus estudios sobre los efectos de la inmigración y de la educación en el mercado de trabajo. Sus conclusiones, subraya, “han desafiado la sabiduría convencional” al demostrar, entre otras cosas, que los aumentos en el mínimo salarial “no tienen por qué conducir necesariamente a la destrucción de puestos de trabajo”. “Ahora sabemos, también, que los salarios de los nacidos en un determinado país pueden verse incrementados por la inmigración y que, en cambio, quienes emigraron primero pueden salir perjudicados”, remarca el jurado.
El galardón está dotado con 10 millones de coronas suecas (casi un millón de dólares). La mitad de esa cantidad será para Card y la otra mitad se la repartirán entre Angrist e Imbens, que se desempeñan —respectivamente— en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y en la Universidad de Stanford.
Aunque coloquialmente se le conoce como Nobel de Economía, en puridad no se trata de un Nobel como tal sino del Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel. La Economía no figuraba entre las disciplinas originales a las que se concedía anualmente el premio, dado que el propio Alfred Nobel, su creador, no la incluyó entre las cinco categorías elegidas: Física, Química, Medicina, Literatura y Paz. Sin embargo, en 1969, casi 70 años después de la primera ceremonia de premiación, el banco central sueco —considerado el más antiguo del mundo— decidió crearlo para celebrar su 300 aniversario.