Por redacción de Sin Comillas
Estados Unidos es ya el país con más casos de coronavirus en el mundo, unos 86,000, y contando, superando a China e Italia, con más de 91,000 casos positivos y sobre 1,300 fallecidos. “Si los Estados Unidos hubiera comenzado a hacer pruebas para detectar el virus a fines de enero o principios de febrero, probablemente ya tendrían suficientes datos para correr modelos epidemiológicos y determinar las tasas de infección al nivel de código postal. Pero no fue así. En cambio, eligió ignorar imprudentemente la pandemia hasta hace poco y ahora está significativamente detrás de la curva, literalmente”, comentó Sergio Marxuach, director de política Pública del Centro para una Nueva Economía (CNE) en “Living with Risk”, un resumen diario sobre temas relevantes que publica el think-tank en este periodo de cuarentena.
Sobre la respuesta de Puerto Rico al coronavirus, Marxuach señala que “Puerto Rico no estaba preparado y se vio obligado a implementar una política imprecisa para abordar la emergencia. Parece haber sido la decisión correcta, pero no nos engañemos. Este no fue el resultado de una gran planificación estratégica o una asombrosa previsión. Más bien, fue, en palabras de Dean Acheson, simplemente ‘suerte tonta’, que es la frase que utilizó para describir cómo el mundo evitó una confrontación nuclear durante la crisis de los misiles en Cuba de 1962”.
Dice que en estos momentos se requieren “gobiernos con la capacidad de implementar políticas significativamente complejas. Está cada vez más claro que tanto Estados Unidos como Puerto Rico tendrán que implementar políticas públicas complicadas simultáneamente por dos vías. Primero, los funcionarios estatales y locales deben seguir enfatizando las políticas de distanciamiento social y refugio. Nuevamente, es una herramienta bastante imprecisa, con altos costos sociales y económicos, pero es demasiado tarde para intentar cualquier otra cosa”.
“Estas políticas han frenado y continuarán frenando la actividad económica. De ahí la necesidad de la segunda estrategia. El gobierno federal ya está implementando políticas monetarias y fiscales para aliviar parcialmente los efectos económicos de la pandemia. Pero se necesitará más. Cuando la curva de infección finalmente llegue a su punto máximo, los gobiernos estatales y locales deberán reducir gradualmente sus políticas de refugio en el lugar y el gobierno federal realmente tendrá que implementar un estímulo económico masivo. Esperemos que los gobiernos a nivel federal, estatal y local puedan llevar a cabo este difícil acto de equilibrio de política pública”, señala Marxuach.
“El desarrollo de política pública utiliza, incluso en los mejores momentos, instrumentos imprecisos. El gobierno trabaja bien con cifras agregadas, promedios que ocultan fluctuaciones significativas y otros macro datos similares. Una crisis de salud pública requiere un enfoque más refinado, que es posible implementar si se cuenta con las personas, los equipos y la tecnología adecuados en el momento en que se desata una crisis. Eso explica en gran medida por qué Singapur y Corea del Sur han tenido tanto éxito en lidiar con la pandemia de COVID-19”.
¿Cómo van a lidiar con el avance del coronavirus los más países pobres? México, por ejemplo, ha decidido ignorarlo. El escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, explica en una entrevista en El Mundo que la opción es pandemia o estallido social: ¿Cómo le vas a pedir a quien no tiene qué comer que haga cuarentena? Y es lo que les espera a muchos países de Africa.
La pandemia también saca a la luz problemas morales. Elegir entre la economía y nuestros mayores. Algunas voces en Alemania se preguntan: ¿Debe un 10% de la población poner en peligro la subsistencia del 90% restante? El dilema está en salvar el estado del bienestar del que disfrutan 84 millones de alemanes. En ese sentido, no es diferente a lo que dice Donald Trump: “Las medidas están siendo peor que la enfermedad. La recesión que se avecina si dejamos morir la economía se cobrará más vidas que el coronavirus”. Claro que a Trump lo que más le preocupa es que una recesión disminuya sus opciones de reelección.
Para luchar contra el virus, Francia ha lanzado una operación militar, a la que ha llamado “resilencia”, una palabra con la que estamos muy familiarizados en esta Isla que en un plazo corto de tiempo a sufrido un gran huracán, terremotos y ahora el COVID-19.