Por Joel Pizá Batiz
“Correr de nuestros pecados solo logra que estemos más cansados cuando éstos nos encuentran”
Posterior a la noticia de la degradación crediticia de nuestra isla, no pude dejar de pensar en esta frase utilizada en el guión de la película “The Patriot” del año 2000. Por décadas, hemos eludido el cumplimiento constitucional y moral de un presupuesto balanceado y vimos como la esperanza de un mejor mañana se escurrió como agua entre los dedos. Pero la interrogante que resuena en nuestras conciencias es ¿cómo llegamos aquí?
Industrialización por invitación, así se llamó al proyecto del ponceño Teodoro Moscoso, director arquitecto de Manos a La Obra. El proyecto buscaba la invitación de compañías foráneas para promover el empleo y la exportación. Como producto de varias leyes de incentivos contributivos desde el año 1948, para el año 1970 había en la isla unos 170,000 empleos en la manufactura del país
A principio de la década del 70, el respaldo de los Estados Unidos a Israel produjo una disminución en la producción de petróleo de los países árabes y produjo en Puerto Rico una crisis de altos costos energéticos. Para este año, la petroquímica CORCO concluyó operaciones en Puerto Rico. El gobernador Rafael Hernández Colon tuvo que aumentar el gasto del gobierno y subir los impuestos para poder solventar los gastos del gobierno y hacerle frente a la crisis. Para final del su cuatrienio, en 1976 ,la deuda pública de nuestro país era solo de $5,600 millones.
En el 1976, el congreso aprobó el “Tax Reform Act” enmendado la sección 931 para convertirla en la sección 936. Como resultado de los grandes beneficios contributivos inigualables en cualquier estado de la unión, Puerto Rico recibió la llegada de múltiples compañías tecnológicas, farmacéuticas, médicas y químicas. El empleo en la manufactura en el año 1980 era de 182,000 empleados. Después de una breve recesión en el año1981, exacerbada por los recortes de la administración del presidente Reagan, la deuda pública de Puerto Rico para el año 1984 era de $8,600 millones.
En el año 1986, la administración del gobernador Hernández Colon tuvo que ejercer gran presión en el congreso y en la Casa Blanca tras la iniciativa del presidente Reagan de eliminar la sección 936. En el 1989, se pudo contemplar los mayores beneficios económicos de esta sección. Para el año 1992, la deuda pública había aumentado a $13,800 millones.
Durante los dos cuatrienios de la administración del gobernador Pedro Rosello, la manufactura impulsada por la sección 936 representaba el 40% del Producto Interno Bruto. Se realizó una reforma contributiva en el 1994 y se privatizó la Compañía Telefónica, las Navieras y el sistema de salud. Se desarrollaron grandes proyectos de infraestructura que a nivel macroeconómico lograron mantener la economía en movimiento. Entre éstos estaba el Coliseo de Puerto Rico, Tren Urbano, el Super Acueducto y la tarjeta de Salud. Aunque este gasto público mantuvo la economía en crecimiento, tuvo como consecuencia un aumento dramático en la deuda pública de Puerto Rico. Para el año 2000 la deuda pública de Puerto Rico había aumentado a $23,800 millones.
En el año 1996, el Congreso de los Estados Unidos eliminó la sección 936. Este proceso se llevó acabo en fases que terminarían en el año 2005. Esto le restó competitividad de manera considerable a Puerto Rico en comparación con sus vecinos, lo que sumado a altos costos de operación, produjo el éxodo masivo de empresas situadas en la isla. Para el año 2001, había 131,000 empleos en al manufactura y para el año 2011 solo contábamos con 86,000 en este sector. Esto lesionó grandemente a la banca local que se fortalecía por los depósitos en los bancos locales de fondos de compañías 936.
Cuando la gobernadora Sila María Calderón asumió la gobernación, ya había un déficit fiscal de 700 millones. Los grandes proyectos de infraestructura realizados en la década de los 90 mantuvieron en movimiento la economía pero aumentaron la deuda pública. La nueva administración optó por aumentar los impuestos a las bebidas alcohólicas, vehículos de lujo y los cigarrillos.
En el año 2002, se perdieron 10,000 empleos por motivo de la continuación del desfase de la sección 936. Esto sumado a los ataques del 11 de septiembre, que exacerbaron la situación económica global y local. La administración intentó que se enmendara nuevamente una sección del código de rentas internas de los Estados Unidos para lograr un efecto más atenuado al de la sección 936, pero fue infructuoso. Aunque el proyecto de las comunidades especiales fue una loable iniciativa, muchos expertos aseguran que tuvo el efecto de descapitalizar el Banco Gubernamental de Fomento en un tiempo de crisis. La deuda pública para el año 2004 aumentó a $33,900 millones.
La administración de Aníbal Acevedo Vila llegó al poder con un déficit fiscal de $1,200 millones. Además de que en este cuatrienio hubo una gran inestabilidad política y falta de consenso, se recrudeció la crisis económica tras la culminación el proceso desfase de la sección 936. La competitividad seguía disminuyendo debido a los costos energéticos y el aumento al precio del barril de petróleo. Estos costos los pagaban por partida doble los ciudadanos debido a que el fondo general subsidiaba a la Autoridad de Energía Eléctrica con $400 millones anuales. Comenzó la recesión en Puerto Rico en el año 2006 y las agencias clasificadoras comenzaron a solicitar frugalidad al gobierno de Puerto Rico. En este contexto surge la aprobación del IVU. La deuda pública, motor de la economía de Puerto Rico, en el año 2008 era de unos $46,600 millones.
En el año 2008, el gobernador Fortuño llegó al poder con un déficit fiscal de $3,200 millones. El país corría con $10,800 millones pero los recaudos eran sólo de $7,700 millones. El sector privado en su modalidad de manufactura y banca estaba sumamente afectados. El fondo general que salvaba a todo el mundo en al isla ahora necesitaba a alguien que lo salvara a él. Se realizó una emisión de bonos por $4,000 millones para sobreponerse al déficit de caja y se creó la Corporación del Fondo de Interés Apremiante – COFINA- para emitir deuda. Se aprobó la Ley 7, que tuvo el efecto de despedir a 12,000 empleados públicos e impone impuestos permanentes y temporeros como la ley 154. La deuda para el año 2013 era de aproximadamente de unos $70,000 millones.
Después de que el gobernador García Padilla asumiera la gobernación llegaron 54 nuevos impuestos y se creó legislación para reestructurar los sistemas del retiro del país en un intento de evitar una degradaron crediticia y aumentar la liquidez del gobierno. Ante un escenario donde 44,000 puertorriqueños abandonaron la isla en el año 2013, las quiebras aumentaron de manera vertiginosa, los índices de actividad económica se encuentran en peor momento, un desempleo del 14%, una tasa de participación en un 41% y las reformas de retiro impugnadas por posibles acciones inconstitucionales, el 4 de febrero la agencia clasificadora S&P declara los bonos de la isla a nivel chatarra.
Es mi deseo que de manera general y breve podamos observa que lo sucedido el día de ayer no ocurre de manera subrepticia y súbita. Es el resultado de un fondo general que mantuvo la economía en movimiento a base de gastos que sobrepasaba sus capacidades y deuda ascendiente $64,400 millones en 38 años.
Un país con costos energéticos sumamente altos que no le permiten ser competitivo cuando más lo necesita. Una ética laboral manchada por corrupción y burocracia con excesiva inercia. Un gobierno que es el centro de todo y cuando éste fracasa, ya no tenemos nada más que ofrecerle a nuestros jóvenes. Un país que posee en su constitución cláusulas para garantizar la sana administración, compromete el fondo general con la llamada deuda extra constitucional.
Un país con corporaciones publicas nacionalistas de facto porque sin fondos del fondo general no pueden operar.
Un país que lleva casi una década sacrificando crecimiento económico por estabilidad fiscal y cuadrar el déficit de caja.
Es mi deseo que las siguientes palabras del científico Albert Einstein se cumplan en nuestra Isla y familias:
“No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.
La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategia”.