Los residentes vienen denunciando desde hace años que se permitía la construcción en zonas inundables. (Foto: Ricardo Arduengo | Centro de Periodismo Investigativo)

Sobre 400 personas de las comunidades Playa, Playita y Las Mareas en ese municipio tuvieron que ser desalojadas ante la entrada de agua a sus casas.

Por Víctor Luis Rodríguez Velázquez | Centro de Periodismo Investigativo

La falta de limpieza de canales de riego y el incremento de la deforestación de manglares en años recientes fueron factores que empeoraron los efectos de las hasta 25 pulgadas de lluvia que dejó el huracán Fiona en Salinas este domingo y que ocasionó el desalojo de más de 426 personas, denunciaron varios residentes y líderes comunitarios del área al Centro de Periodismo Investigativo (CPI).

Los residentes de las comunidades Playa, Playita y Las Mareas en Salinas tuvieron que ser desalojados por personal de la Guardia Nacional de Puerto Rico y la Oficina de Manejo de Emergencia de Salinas entrada la noche del domingo a causa de inundaciones extremas en la zona. Fueron refugiados en la Escuela Superior Carlos Colón Burgos.

Varios residentes denunciaron al CPI que, en días previos, alertaron al municipio sobre la necesidad de limpiar las quebradas y los canales de riego que antiguamente suplían agua a las siembras de caña de azúcar. Aseguraron que nadie pasó a limpiar estas zanjas con tiempo.

Wanda Pica, residente en la barriada López en Salinas, contó que desde el jueves llamó a la Oficina de Atención al Ciudadano de Salinas para solicitar que fueran a limpiar los canales ante la amenaza del evento atmosférico.

“Les dije que teníamos problemas con las zanjas, que estaban llenas de basura. Mucha gente comenzó a cortar árboles y los tiraron en esas zanjas. Del municipio me dijeron que aunque no estaban recogiendo material vegetativo, que sí enviarían un camión y se lo llevarían. Luego de eso, confirmé con varios líderes comunitarios que me dijeron que nunca pasaron. Eso fue lo que provocó la inundación en la zona, porque dijeron que vendrían a ayudar y no llegó nadie. Al final, el sábado, vinieron como a las ocho de la mañana pero sólo destaparon un solo pedazo del canal”, narró.

Pica dijo que pasado el mediodía del lunes aún no había ido nadie del municipio a ver cómo estaba la zona.

Según la salinense, nunca antes se había metido tanta agua a su comunidad. Incluso, es la primera vez que la inundación alcanza su residencia.

Los ciudadanos ya habían solicitado que se limpiaran los canales antes de la amenaza del huracán. (Foto: Ricardo Arduengo | Centro de Periodismo Investigativo)

“Le digo la realidad: no tengo un cuerpo de agua que me afecta directamente. No podía dormir y me levanté y vi que empezó a meterse por la bañera y por el toilet. El agua se metió en la casa de mi mamá, también. En casa se metió poco, pero a algunos de mis vecinos se les metió mucho y perdieron todo. Lo peor es que todavía tenemos el riesgo de que vuelva a entrar el agua”, lamentó.

Víctor Alvarado, portavoz del Comité Diálogo Ambiental y residente en Salinas, coincidió en que se hicieron peticiones de limpieza al municipio en repetidas ocasiones.

“En los barrios San Felipe y Mosquito, que son áreas bien afectadas, nos decían que desde hace meses venían diciendo al municipio que había que hacer unas limpiezas y que a última hora, el día antes, sacaron un poco, pero ya era tarde”, dijo.

Según Alvarado, en Paseo Costa del Sur, cerca del barrio el Coquí, en la parte norte hay otro canal de riego que también se inundó.

“Llevamos años denunciando estos lugares en los que se permitió construir. Son áreas inundables. Claro, los canales nos generan una disyuntiva, porque cuando se desborda alimentan los acuíferos, que eso es bueno. Pero como se construyeron urbanizaciones en zonas que no debían, eso hace que las casas se inunden cuando los canales se tapan”, destacó el portavoz del Comité.

Los canales de riego en Salinas son administrados por la División de Riego de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). El CPI buscó una reacción de la corporación pública, y aunque el oficial de prensa José Blanco indicó que verificaría la información, no respondió al cierre de esta historia.

Este medio también solicitó una reacción a la alcaldesa, Karilyn Bonilla, pero la funcionaria no respondió a las llamadas y mensajes.

La bomba no da abasto

Entre tanto, Ángel Colón, sargento del Cuerpo de Vigilantes del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) en Salinas explicó al CPI que disminuir la inundación por medio de las bombas de agua de la agencia ha tomado más tiempo de lo estimado porque el oleaje empuja el agua tierra adentro.

“Estoy trabajando una bomba para que bajen las aguas. Las bombas prenden automático, pero si se dejan por mucho tiempo prendidas se pueden quemar porque eso está empujando agua hacia el mar al tiempo que choca con las marejadas. La cosa está muy fuerte en las comunidades Playita, Playa y Las 80”, reconoció.

Según un reporte del Servicio Nacional de Meteorología del lunes en la tarde, Salinas había acumulado entre 18 y 25 pulgadas de lluvia debido al huracán Fiona desde el sábado 17 de septiembre. 

Impactados los sectores más vulnerables

Nelson Santos prefirió quedarse en su casa en Las Mareas. Vio que muchos de sus vecinos sí se fueron en alguno de los 14 camiones que activó la Guardia Nacional para desalojar residentes en Salinas.

El agua no alcanzó su casa, pero sí dejó en la intemperie a varios vecinos.

“Una muchacha llegó al frente de mi casa y me dijo que había alquilado una casa recientemente. Vino llorando porque lo perdieron todo. Estaba con su esposo, una niña y un perro. Todo este sufrimiento se debe al afán de especulación y de los contratistas que no toman en consideración al ser humano sino sacar ganancias”, expresó Santos, refiriéndose a la cantidad de construcciones en zonas inundables.

Según el líder comunitario, en Las Mareas el municipio de Salinas está asediado por el interés de desarrollar infraestructura para atender a sectores de alto poder adquisitivo, enfocados en el turismo, y no en atender las necesidades de las comunidades vulnerables de la zona.

“Encima de todo esto se da la devastación y destrucción de los manglares y los terrenos agrícolas. Hay que mirar las comunidades Las Mareas, Playa y Playita… toda esa zona han ido tumbando mangles y han ido construyendo en la costa. Son gente de afuera de la comunidad que le han comprado a antiguos residentes y lo que vienen a hacer son guarderías de embarcaciones. Esa destrucción en esas comunidades se debe a que quitaron los mangles. El mar entró y se juntó con el río Nigua y se llenaron las casas de los vecinos”, explicó.

Johny Rivera es pescador y residente en la Calle Marlín, Sector La Playa. Es de los pocos pescadores de la zona cuyos ingresos dependen totalmente de la pesca. Lamentó que desde ya comienza a sentir los efectos del huracán Fiona en su faena. Contó que sus dos embarcaciones se hundieron y aunque tiene una bomba de agua pequeña para sacarlas, la lluvia no se lo ha permitido.

“La inundaciones han sido producto de tanto relleno para construir urbanizaciones. Aquí en el barrio Playa rellenaron el mangle y el agua corrió hacia donde estábamos nosotros. Al norte del barrio de Playita, la nieta mía me dijo que se les llenó la casa de agua. Se les subió la casa aunque es de cemento, pero me dijo que todas las casas alrededor están inundadas. Allí no hay quién esté”, dijo.

Lamentó la posibilidad de haber perdido todos instrumentos de pesca que había dejado mar adentro para atrapar langostas.

“Todos los artes de pesca que tenía en el mar se deben haber perdido. Esto es un fracaso. Te garantizo que en la bahía [Jobos] tiene que haber un desastre. En la marina dejaron todos los botes allí y con anclas pequeñas”.

Coincidió en que los días previos al huracán por allí no vio a nadie del Municipio, Manejo de Emergencias o del Cuerpo de Vigilantes del DRNA.

¿Se pudieron evitar las inundaciones?

La abogada ambiental Ruth Santiago, quien forma parte del Consejo Asesor sobre Justicia Ambiental del Gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, enfatizó en que las construcciones sin regulación en Salinas han llevado a que las comunidades históricas estén mucho más vulnerables.

“Aquí están construyendo un proyecto que está detrás del sur de la urbanización La Margarita, lo que se conoce como la Coco Playa. Para ese proyecto se construyó un puente sobre el río Nigua y ese puente sirvió de obstrucción para que el agua se desviara a la comunidad La Margarita y a la comunidad al sur de nosotros, Villa Esperanza”, contó.

Para Santiago, el impulso a la construcción en Salinas sin tomar en consideración el contexto ambiental podría empeorar la situación de la zona que se sigue agravando por los efectos del cambio climático.

“Aquí el lío que más ha afectado es la construcción desparramada en áreas que son de recarga de los acuíferos. Por un lado esas construcciones hacen que no percole agua y por otro lado crean mayor demanda de acuíferos para esos proyectos. Eso incluye la construcción de centros comerciales más cercanos al pueblo. Al aumentar el nivel de relleno, claro que los sectores de Playa y Playita se van a inundar terriblemente”, mencionó.

Santiago también alertó sobre el descuido en la limpieza de los canales de riego que aún siguen transportando agua cuando llueve en exceso.

“El canal Patillas, que corre desde Patillas, por Arroyo y Guayama y desemboca en el río Nigua y el canal Guamaní, esos canales están todavía en función en algunas áreas menos anchos que en otras. Esos canales y las quebradas no han tenido mantenimiento”, señaló.

La abogada ambiental adelantó al CPI que recibió comunicaciones por parte de Jalonne White-Newsome, directora de Justicia Ambiental del Consejo de Calidad Ambiental de la Oficina Ejecutiva del presidente Biden, quien buscó conocer más detalles de la situación en Puerto Rico a raíz del huracán Fiona.

“Le dije que Salinas y el sur se habían inundado muchas comunidades, en términos de energía eléctrica que estamos sin servicio a nivel del país. Que yo tenía electricidad, por los paneles solares. Que algunos tienen generadores y que la mayoría de la gente no tiene nada y que es posible que hayan muertes por la falta de electricidad”, dijo Santiago.