La población de Puerto Rico ha sufrido grandes cambios demográficos que nadie supo anticipar y que van a necesitar respuestas por parte del Gobierno. Crecimiento negativo de la población, desbalance de género, envejecimiento de la población, baja natalidad, baja mortalidad, alta expectativa de vida y un movimiento migratorio considerable son los aspectos demográficos más importantes que destacó la demógrafa Luz E. León López durante su participación en la Conferencia Económica 2011 organizada por el Centro para la Nueva Economía (CNE) que se llevó a cabo el 25 de marzo.
El crecimiento de la población de la Isla fue negativo entre el 2000 y el 2010. Nadie fue capaz de anticipar ese descenso. Una pérdida de 30,000 personas por año que se atribuye a la combinación de un aumento de la emigración y el descenso marcado de la natalidad.
La tasa de fecundidad está en 1.7, por debajo del nivel de reemplazo de la población (2.1). La consecuencia es el envejecimiento de la población, con una proporción cada vez menor de población activa. “No ha habido una respuesta del Gobierno”, dice León López. El problema, explica, es que revertir esa baja tasa de fecundidad es difícil y toma mucho tiempo, como han podido comprobar varios gobiernos europeos con el mismo problema. Las mujeres tienen menos hijos porque se educan más, y esa es una tendencia difícil de revertir.
“Hay que saber cuáles son las implicaciones de esta reducción de población y pensar si Puerto Rico está listo para enfrentar esos problemas”, cuestiona la demógrafa, que advierte que el Gobierno no hace nada y tenía que haber empezado desde hace tiempo a plantear soluciones.
La crisis fiscal hace que las políticas de natalidad que pusieron en vigor los países escandinavos no sean transferibles a Puerto Rico.
Ante el envejecimiento de la población, el economista Orlando Sotomayor dice que las políticas son evidentes: hay que atender el asunto de la jubilación anticipada y aumentar la edad de jubilación. Cree que las “ventanas” que el gobierno ofrece a sus empleados con incentivos a la jubilación anticipada está produciendo un efecto contrario al que se quiere. Nos cuesta dinero, y con el déficit actuarial en el Sistema de Retiro, “se alimenta una bomba” que ya está suficientemente grande.