Foto por Doel Vázquez | Centro de Periodismo Investigativo

En 2023 la Isla ha experimentado índices de calor por encima de los 115 grados Fahrenheit, y el mes de septiembre cerró como el más caluroso desde 1899.

Por Jeniffer Wiscovitch Padilla | Centro de Periodismo Investigativo

MOCA – Irene Espinoza, de 85 años, lleva cinco años en cama. Ella, al igual que la mayoría de los adultos mayores en Puerto Rico, ha sido particularmente afectada por los episodios prolongados de calor extremo que vive el País desde hace más de cinco meses.

Su piel tan frágil y fina, que se lacera hasta con el roce de una sábana, empeoró durante el verano, contó su cuidadora Luz Hernández desde la marquesina de su hogar en el Barrio Voladoras de Moca.

Este año, la Isla ha experimentado índices de calor por encima de los 115 grados Fahrenheit, y el mes de septiembre cerró como el más caliente desde 1899, la fecha más antigua con temperaturas en récord en Puerto Rico, según un análisis del Centro de Periodismo Investigativo (CPI) con datos del Servicio Nacional de Meteorología (SNM). Esto coincide con el calor extremo que se registró durante septiembre en todo el mundo, el cual ha sido catalogado por la Organización Meteorológica Mundial como el mes más caluroso desde el periodo de 1850-1900. El 2023 también se perfila como el año más caliente de la historia.

El análisis del CPI también reveló un aumento de hasta 5.6º F en la temperatura promedio en tan solo una década, entre junio del 2013 y junio del 2023 en la Isla.

Mientras esto ocurre, el secretario de Salud, Carlos Mellado López, al preguntársele sobre si se habían producido muertes vinculadas a los episodios de calor extremo del 2023, dijo que en los datos oficiales del Registro Demográfico hay un caso de 2017, que ya había sido identificado por el CPI y no corresponde a la situación actual. No respondió la pregunta de si su agencia tenía conocimiento de personas cuya salud se haya visto afectada por el calor extremo de los pasados meses.

Las personas encamadas y los adultos mayores son unas de las poblaciones más afectadas por el calor extremo en un país que está envejecido con 750,000 personas de más de 65 años. Sin embargo, se desconoce la magnitud de los afectados y cuántas muertes por esta causa pudieron haber ocurrido durante este año porque es complicado para los médicos saber con certeza si los síntomas que presenta un paciente están relacionados al calor.

Otras de las poblaciones que se pueden afectar con el calor extremo son las personas sin hogar, las embarazadas, los niños y los atletas.

La piel de Irene Espinoza, encamada hace cinco años, se deterioró aún más en el verano cuando hubo temperaturas altas. (Foto por Jeniffer Wiscovitch Padilla | Centro de Periodismo Investigativo)

“Cuando tienes índices de calor de 120, 110, 113 [grados Fahrenheit], y una población con alta prevalencia de obesidad mórbida, una pirámide demográfica en la cual Puerto Rico se está envejeciendo, tenemos alta prevalencia de condiciones cardiovasculares, cáncer,  hipertensión y diabetes. Eso es lo que nos hace a nosotros más vulnerables a estos episodios de calor extremo. Estamos hablando de cientos de miles de personas en Puerto Rico”, sostuvo el doctor Pablo Méndez Lázaro, catedrático asociado del Departamento de Salud Ambiental en la Escuela Graduada de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.

El índice de calor es una combinación entre la humedad y la temperatura. Se le conoce también como “temperatura aparente” porque es cómo el ser humano la siente, según explicó Ernesto Rodríguez, director del Servicio Nacional de Meteorología, al CPI.

Méndez Lázaro dijo que a este panorama de condiciones “sensitivas al calor”, también se suman los factores sociales, como el ingreso y el nivel de pobreza. Según explicó, las personas que viven por debajo del umbral de pobreza y que son de bajo poder adquisitivo, “no necesariamente van a tener el presupuesto para comprar un aire acondicionado o tenerlo prendido durante todo el tiempo que dure el episodio de calor”.

Este es el caso de Espinoza, quien durante el verano no tenía aire acondicionado. Hoy día, gracias a una donación de un vecino, cuenta con el equipo que le ha ayudado a su delicada piel.

No son sólo los golpes de calor

El doctor Méndez Lázaro, también miembro del Comité de Expertos y Asesores sobre Cambio Climático, dijo que se debe romper con la visión de que el calor extremo solo provoca golpes de calor, sino que hay un sinnúmero de otras cosas que se alteran y se exacerban en el organismo humano en altas temperaturas. Por ejemplo, las personas que sufren de cambios hormonales que tienen hot flashes [sofocones], y quienes reciben quimioterapia, se ven afectados por las altas temperaturas.

“¿Cuántas personas en Puerto Rico están en tratamiento de quimioterapia bajo estos episodios de calor extremo, y cuántos de ellos están bajo el umbral de pobreza? Hay que ser realistas, esos son los que están sufriendo”, dijo.

Mencionó que en el área laboral, los trabajadores de la construcción, de los aeropuertos, de la industria marítima y pesquera, empleados que trabajan en las carreteras, y los agricultores, son quienes están más expuestos al calor extremo.

“No son los jóvenes, no son las personas saludables, no son las personas de alto poder adquisitivo [quienes se ven más afectados], son grupos poblacionales particulares y eso hay que entenderlo. No todo el mundo muere por el calor, claro que no, al igual que no todo el mundo muere por inundaciones”, sostuvo.

“Hay otras cosas que exacerban el calor, como las islas de calor. Así que eso también hace que el lugar donde tú vivas, el lugar de residencia, también puede ser que tú seas más vulnerable o más expuesto a las condiciones extremas. Áreas densamente ocupadas son más propensas a retener calor extremo que aquellas áreas que tienen jardines, parques y áreas verdes”, agregó al explicar el concepto islas de calor.

En 2016, Méndez Lázaro trabajó en una investigación que analizó el impacto de las altas temperaturas en la mortalidad durante el periodo de 2009 al 2013. La misma encontró que aumentó el riesgo de muerte de personas con condiciones cerebrovasculares y cardíacas en San Juan y Bayamón durante los veranos del 2012 y 2013. Estas condiciones fueron exacerbadas por el calor, explicó.

Actualmente, el profesor se encuentra trabajando en un estudio más abarcador, en el que se analiza la mortalidad y el calor extremo desde el 2015 hasta el 2020 en el archipiélago de Puerto Rico. No hay ningún otro estudio reciente sobre el tema.

El CPI analizó los datos de mortalidad de Puerto Rico desde el 2015 hasta mayo de 2023 y solo dan cuenta de una muerte oficial por “golpe de calor” desde el 2015. Se trata de un empleado de la construcción que murió en el 2017. Sin embargo, estos datos excluyen la mayoría del periodo de episodios prolongados de calor extremo  que comenzó este año 2023 en mayo y aún continúa, porque el Departamento de Salud no entregó los datos más actualizados. Esta organización demandó a la agencia y al secretario Mellado López, por la entrega incompleta de la última solicitud de datos que se le hizo para otra investigación periodística.

No obstante, los expertos entrevistados coinciden en que los datos de mortalidad de Puerto Rico no reflejan el impacto real del calor extremo en la salud y la mortalidad de la población por diversas razones. Entre éstas, que el golpe de calor es difícil de diagnosticar, y que el calor exacerba condiciones crónicas preexistentes que terminan siendo la causa oficial de muerte. Además, sostuvieron, que tal y cómo ocurrió con las muertes vinculadas al huracán María, los médicos y funerarios no han sido adiestrados para identificar y registrar en los certificados de defunción los vínculos del calor con la mortalidad.

El doctor en Medicina Interna, Hiram Rodríguez, explicó que las altas temperaturas pueden afectar todos los órganos del cuerpo, incluyendo los riñones y el corazón. No obstante, según dijo, el golpe de calor es “la manifestación más severa de estos desórdenes de altas temperaturas en el ambiente y que afectan al cuerpo”.

Indicó que para que pueda haber un diagnóstico de golpe de calor, el paciente debe tener una temperatura de 105ºF, haber estado expuesto al calor extremo y que se descarte que esta temperatura no sea el resultado de otras enfermedades o medicamentos que esté tomando el paciente.

Rodríguez dijo que, ante los eventos de calor que se han registrado en Puerto Rico, los médicos deben “sospechar” la posibilidad de que un paciente esté experimentando un golpe de calor, sobre todo cuando el índice de calor está por encima de 100ºF y que presente síntomas como alta temperatura y confusión.

Explicó que usualmente las personas con síntomas de golpe de calor llegan a las salas de emergencia.

Por su parte, el emergenciólogo Fernando Soto, quien dirige la sala de emergencias del Centro Médico Episcopal San Lucas de Ponce, indicó al CPI que el entrenamiento que reciben los especialistas como él, los capacita para atender emergencias relacionadas a las temperaturas. Sin embargo, aclaró que “la mayoría de las interacciones médico-paciente que se llevan a cabo en las salas de emergencia de Puerto Rico son entre generalistas y pacientes, y no entre emergenciólogos”.

El también pasado presidente del Colegio de Emergenciólogos de Puerto Rico indicó que estos profesionales de la salud son la “minoría” en las salas de emergencia y que actualmente solo hay aproximadamente 200 en la Isla.

Soto mencionó que en los últimos 10 años ha atendido muy pocas emergencias relacionadas al calor y que las mismas han sido de personas encamadas y de turistas que estuvieron haciendo ejercicios y no estaban familiarizados con el ambiente en la Isla.

No obstante, el doctor Soto coincidió en que no es fácil hacer un diagnóstico de este tipo porque puede confundirse con otras enfermedades.

“Creo que es una de las limitaciones que se tienen en Puerto Rico, generalmente hablando, en cuanto a certificación de muerte, viene a ser la poca documentación que tienen o el seguimiento que tienen muchos de los pacientes con su médico primario en muchos centros. O sea, que no está muy claro qué padece la gente cuando llegan a la sala de emergencia, no hay comunicación con esos médicos especialistas, a veces, y es un poquito difícil por esta información limitada llegar a la conclusión de que es un diagnóstico y no otro”, explicó.

“Si tú llegas [a sala de emergencias] con fiebre alta, deshidratación, fallo renal, pues la causa más común de fiebre alta y fallo renal es sepsis, es infección”, dijo al explicar que se le puede hacer difícil a un médico hacer el vínculo con el calor.

Mencionó que, por ejemplo, de las tres causas de muerte más comunes en los adultos mayores es sepsis, la que se manifiesta en deshidratación, fallo de órganos y fiebre.

Soto aseguró que el calor sí aumenta la mortalidad, pero no únicamente por golpe de calor como diagnóstico, sino por otras causas previas que la persona padecía, que se exacerban, como, por ejemplo, pacientes con fallo cardíaco, infartos al corazón y pacientes renales, entre otras. Indicó que el diagnóstico de golpe de calor conlleva un complejo cuadro de síntomas, que incluye temperaturas desreguladas, daño a los órganos, cambios mentales, como la desorientación, entre otros.

Explicó que las personas con condiciones previas pueden morir de un infarto o de fallo renal, entre otras causas, antes de llegar a presentar los síntomas de un golpe de calor.

Soto aseguró que la población de mayor riesgo son los envejecientes. Explicó que la señal del cuerpo que deja saber a las personas que tienen sed y deben tomar agua va perdiendo efectividad en los adultos mayores, lo que se suma a que algunos pacientes toman medicamentos diuréticos. Otros tampoco pueden levantarse a buscar agua porque están en cama. Además, en algunos casos, los adultos mayores con discapacidad o enfermedades como alzhéimer o demencia no pueden pedir agua. “Así que si quieres hacer una política pública que proteja a la población más vulnerable a los eventos de calor, deben ser los centros de cuidado de envejecientes los número uno”, sostuvo.

Sobre el 85% de los adultos mayores en Puerto Rico viven en casas propias o de familiares en la comunidad, no en centros de cuidado.

Mucho que hacer por las personas envejecidas

Según Carmen Delia Sánchez, procuradora de las Personas de Edad Avanzada, no todas las instituciones tienen aires acondicionados y tampoco es una exigencia en ley. Lo que sí es exigencia es tener cisternas y generadores.

Mencionó, además, que desde la perspectiva social, se conoce que son muy pocos los adultos y adultas mayores que tienen aire acondicionado en la casa o que pueden hacer uso del mismo por tiempo prolongado debido a razones económicas. A juicio de Sánchez, este es el grupo poblacional más afectado por el calor.

Según datos del Sistema de Vigilancia Sindrómica del DS, que es una combinación de indicadores que la agencia utiliza para monitorear enfermedades o situaciones de salud pública, se han producido 183 “alertas” de enfermedades relacionadas al calor o la luz desde enero a septiembre de este año. La semana en la que hubo más fue del 3 al 10 de junio, con 15 alertas. Este sistema utiliza los datos recopilados en los expedientes médicos de las visitas a salas de emergencia o visitas de urgencias a las facilidades proveedoras de servicios de salud como hospitales o Centros de Diagnóstico y Tratamiento (CDT).

Según se explica en el informe, las alertas deben ser interpretadas como tendencias de la enfermedad o del evento de salud de interés.

Estos datos son reportados al DS a través de la plataforma digital ESSENCE, (“Electronic Surveillance System for the Early Notification of Community-based Epidemics”), que es la herramienta principal del sistema de vigilancia sindrómica.

Hasta la fecha del último informe, emitido el 2 de octubre, solo 18 instituciones hospitalarias estaban haciendo el envío periódico de información sindrómica al DS, lo que representa un 9.63% de las salas de emergencias en Puerto Rico.

El impacto en los trabajadores

Además de la población de adultos mayores, el doctor Soto aseguró que los trabajadores que están bajo el sol son los más impactados por el calor extremo.

Este es el caso de Omar Vázquez, Félix Soto e Israel Santiago, quienes trabajan de 7:00 de la mañana a 4:00 de la tarde como jardineros en un hotel en Guánica.

Muchos trabajadores bajo sol han tomado medidas adicionales para sobrellevar el calor. (Foto por Ricardo Rodríguez | Centro de Periodismo Investigativo)

Para Vázquez, es “tedioso” trabajar bajo las altas temperaturas. Aseguró que su patrono les provee 15 minutos de descanso en la mañana y 15 en la tarde, aparte de la hora de almuerzo, y si se sienten sofocados también pueden tomarse más tiempo o buscar una sombra para mitigar el calor.

“Junio y julio han sido fuertes, y estamos llegando a Navidad y aún no se ve el cambio”, dijo el jardinero en medio de octubre.

Alessandro Cordero, quien también trabaja en la hospedería en el área de la piscina y la playa, sostuvo que se ha sentido fatigado por el calor, por lo que él mismo ha tomado sus medidas para proteger su salud, como mantenerse hidratado.

Urgen los cambios para enfrentar el calor extremo

“Estamos en el momento en que tenemos que adaptarnos y modificar nuestro estilo de vida para poder subsistir a estos cambios. Por ejemplo, ahora mismo las construcciones se hacen durante el día, las carreteras, trabajan en los techos de las casas para ponerle el tratamiento… Hay que pasar una ley o ordenanza municipal. Vamos a tratar de hacer estas funciones durante la noche, que el tiempo está más fresco porque es que estamos exponiendo las vidas”, expresó Ernesto Morales, meteorólogo del SNM, sobre la necesidad de cambiar leyes y ordenanzas para atemperarse a estos cambios.

Por su parte, Ernesto Rodríguez, director del Servicio Nacional de Meteorología, indicó que cada individuo y administración municipal debe hacer una introspección de cuán vulnerable es a las condiciones del tiempo o al clima. Explicó que, por ejemplo, las personas que viven en la montaña son más vulnerables a los deslizamientos que al calor. De esta forma, dijo que los planes de emergencia deben estar enfocados en los riesgos de cada municipio.

Ernesto Rodríguez Fernández, director del Servicio Nacional de Meteorología en San Juan. (Foto por Vanessa Colón Almenas | Centro de Periodismo Investigativo)

“Si nosotros, si cada uno de los municipios hace eso, y los planes están basados en los riesgos principales del tiempo y del clima, con los recursos limitados que tenemos, vamos a estar mejor preparados”, aseguró Rodríguez.

Gráfica por Gabriela Carrasquillo. Fuente: Servicio Nacional de Metereología.

A finales de septiembre, el Comité de Expertos y Asesores sobre Cambio Climático presentó un borrador del Plan de Mitigación, Adaptación y Resiliencia al Cambio Climático en Puerto Rico. Este documento irá a vistas públicas en la legislatura el año que viene.

El plan aborda el tema del calor y presenta objetivos, como el desarrollo de un sistema de vigilancia y monitoreo del efecto de los eventos climáticos extremos para la salud pública considerando el calor extremo, los huracanes, el polvo del Sahara, sequías e inundaciones. Otra de las propuestas es que se establezcan medidas para proteger a la población vulnerable de las temperaturas extremas y olas de calor.

Por su parte, el doctor Héctor Jiménez, director de la Oficina de Climatología del Recinto Universitario de Mayagüez, explicó que cada vez que se enfría un edificio por dentro, el exterior del mismo se calienta mucho más, no solo por el calor que se sacó sino por la energía eléctrica que se usó con el aire acondicionado, lo que genera una isla de calor. Por eso, dijo, se deben buscar soluciones para hacer estructuras que no dependan tanto del enfriamiento artificial: hay que reforestar masivamente el área urbana, una de las cosas más accesibles para hacer y que pueden tener un impacto bien grande.

“Un árbol grande de copa grande, no solamente da sombra, eso es uno de los beneficios, la gente no habla lo suficiente de que un árbol grande también tiene el efecto de enfriamiento, funciona como si tuvieras un aire acondicionado”, aseguró Jiménez, quien agregó que esto es equivalente a un aire de 36,000 hasta 69,000 BTU/hr (dependiendo del tamaño del árbol) encendido, y que ya hay países como Singapur que están sembrando árboles para lidiar con el problema.

Por otro lado, reconoció que al momento la Oficina de Climatología no ha estudiado los efectos del calor en los más vulnerables. Según explicó, es difícil hacer este tipo de estudios porque no es fácil obtener los récords médicos o las estadísticas de las personas que acuden a buscar servicios médicos.

“No está claro que cuando alguien viene a buscar servicios médicos porque se siente mareado [es por el calor]. Hay veces que es obvio que estaba trabajando en el patio y se sobrecalentó”, sostuvo. Agregó que en otros casos, hay personas que se sienten mal estando dentro de la casa y se puede adjudicar a alguna condición previa que tenga.  “Pero es bien posible que esa persona, que la razón por la que se le agudizó [la condición], fue porque estaba experimentando un calor extremo. Y eso no es no es tan fácil poderlo cuantificar”, sostuvo Jiménez.

“A menos que nos hagamos un poquito más conscientes de esto y que los que proveen los servicios de salud empiecen a hacer estas anotaciones y decir, bueno, ‘por lo menos hay una sospecha de que esto haya sido causado por un evento de calor’, pues no va a ser muy fácil hacer esa conexión en Puerto Rico”, agregó.

La Oficina de Climatología está generando los datos históricos de los índices de calor, que les permitirá comparar con los datos actuales, indicó. Su oficina, entre cuyas funciones está dar una mirada histórica a las tendencias del pasado, sí tiene datos sobre temperatura desde 1898 al presente, pero no ha trabajado con los índices. Aunque los datos comenzaron a recopilarse ese año tras la invasión de los Estados Unidos a Puerto Rico en julio de 1898, el primer año con datos completos es el año siguiente, 1899.

Jiménez explicó que mientras más húmedo está el ambiente, más difícil es para el cuerpo evaporar el sudor, y lograr que el cuerpo se enfríe.

“Que se nos haga más difícil regular la temperatura del cuerpo, porque la temperatura del cuerpo tiene que estar dentro de ciertos rangos, y mientras más alto está el índice es más difícil que podamos mantener esas temperaturas. Puede llegar un momento en que tú no puedes mantener la temperatura y ahí empiezan los riesgos a la salud, y los primeros que caen en riesgo son las personas que están comprometidas de alguna manera, los más vulnerables”, sostuvo el doctor Jiménez.

Dijo que el índice de calor tiene sus limitaciones, como, por ejemplo, no toma en cuenta la radiación solar. O sea, un trabajador que está en la calle, bajo el sol, con un índice de calor alto, está en un riesgo mayor.

Jiménez indicó que planifican para el año que viene hacer una conferencia sobre acciones concretas que se pueden tomar para empezar el proceso de adaptación. “El cambio climático ya está, está sobre nosotros, está ocurriendo, podemos hablar de él y de las causas, pero tenemos que tomar acción desde ya”.

Agencias de gobierno notan el cambio en los centros de trabajo

Según el Departamento del Trabajo local, la oficina de OSHA (Administración de Seguridad y Salud Ocupacional federal) en Puerto Rico adoptó desde el año pasado el Programa de Énfasis Nacional (NEP en inglés), que tiene como finalidad identificar, reducir o eliminar las exposiciones ocupacionales al calor en varias industrias.

Esa oficina, desde el verano de 2022, comenzó a codificar las inspecciones relacionadas a estos riesgos.

De abril de 2022 al presente, ha realizado 76 inspecciones formales en donde se han abordado los riesgos ocupacionales por la exposición al calor. Treinta de estas inspecciones fueron motivadas por querellas de empleados y 46 inspecciones fueron programadas a industrias de alto riesgo por calor, según Judith Cruz, secretaria auxiliar de la oficina.

Ninguna de las inspecciones realizadas tuvieron citaciones o señalamientos relacionados al calor, aseguró. Uno de los casos se investigó inicialmente como una fatalidad posiblemente relacionada al calor, pero el caso fue cerrado sin citaciones o señalamientos, ya que los resultados de autopsia revelaron que la causal de muerte fue una natural por condiciones preexistentes del empleado, agregó.

Sin embargo, indicó que OSHA no cuenta con reglamentación específica para los riesgos ocupacionales por calor.

El DT aseguró que ha tomado medidas para orientar a patronos y trabajadores sobre los efectos de las altas temperaturas en el trabajo y evitar situaciones de riesgo y fatalidades.

Por otro lado, según datos del Fondo del Seguro del Estado, los casos que han sido atendidos por ellos y han recibido el diagnóstico de “shock hipertérmico (heatstroke, sunstroke)” han ido en aumento en los pasados 11 años. Desde el año fiscal 2012-2013 al año fiscal 2022-2023 se han registrado 53 casos, siendo este último año el de mayor número, con 10 casos.

¿Por qué el calor extremo?

La hidróloga del SNM Odalys Martínez explicó que, a pesar de que no se ha sobrepasado el récord del verano del 2012, cuando hubo 36 días consecutivos con temperaturas sobre los 90ºF, este año ha sido peor porque las temperaturas en la noche no disminuyen. Según explicó, en ese momento del día, la temperatura mínima antes refrescaba, lo que no se está viendo ahora.

Ernesto Morales, meteorólogo del SNM, agregó que esto tiene que ver también con la ola de calor que hay en el océano Atlántico. Mencionó que actualmente las temperaturas en el océano alrededor de Puerto Rico están en alrededor de 87º, lo que hace más difícil que se refresquen las temperaturas.

Martínez dijo que, a pesar de que se proyecta que las temperaturas seguirán aumentando, se desconoce si, por ejemplo, el próximo verano será igual de caliente.

El calor extremo ha afectado a los puertorriqueños desde mayo y aún en octubre se siguen reportando índices de calor sobre los 100 grados.