Opinión

Por Leslie Adames*

En los últimos tres años la economía de Puerto Rico se ha beneficiado de los estímulos federales asociados al CARES Act del 2021. Bajo esta ley, Puerto Rico recibió más de $15,000 en fondos federales que apoyaron el ingreso de las personas y los empleos en el sector privado. Estos fondos representaron el equivalente a un 21% del producto nacional bruto (PNB) en el 2021 y contribuyeron a estabilizar la economía luego de más de una década de contracción económica prolongada.

Cifras del Apéndice Estadístico del Gobernador 2023 muestra que la economía creció a precios constantes un 2.0% promedio entre los años fiscales 2021 al 2023. Estas son buenas noticias, pero no deja de preocupar la manera en la que se ha financiado este crecimiento. Durante el periodo del 2020 al 2023 el gasto de consumo personal se financió primordialmente con el exceso de liquidez asociado a los estímulos federales. No podemos olvidar que estos fondos no son recurrentes, por lo que el excedente de ahorro (liquidez) estará sujeto a variaciones dependiendo de como se maneje este balance.

La inyección de los fondos de estímulo fiscal, la reducción en el gasto de consumo personal durante el “lockdown” en el 2020, las moratorias en el pago de los préstamos otorgadas por las instituciones financieras, y las restricciones en la actividad comercial vigentes hasta el segundo trimestre del 2021 contribuyeron a incrementar el exceso de liquidez de $3,572 millones en el 2018 a $13,124 millones en el 2021. Sin embargo, con la reapertura de la actividad económica y el incremento en la inflación ha ido disminuyendo, situándose en $5,423 millones al cierre del año fiscal 2023.

El exceso de liquidez que aún se estima disponible en la economía apoyará el gasto de consumo personal y la actividad comercial. Sin embargo, el ambiente inflacionario y la pérdida acumulada en el poder adquisitivo del consumidor implicará crecimientos más lentos y presión en la liquidez existente. Hay que estar vigilantes ante la posibilidad de una reaceleración en la inflación ya que esto tendrá efectos negativos, incluyendo el reajuste en el gasto de consumo y la erosión en el exceso de liquidez que las personas mantienen en sus balances.

La reducción que la economía experimentó en el excedente de liquidez entre el 2019 y 2023 ha coincidido con un incremento notable de $28,796 millones en el gasto de consumo personal. Parte de este consumo ha sido financiado con los fondos del estímulo federal, otra parte con endeudamiento. En un ambiente de altas tasas de interés y deterioro en la posición financiera de las personas, ya evidente por aumentos en la tasa de delincuencia en las cartera de consumo, en los autos reposeido y en las quiebras peronales, es razonable esperar que parte del excedente en la liquidez se utilice para cubrir el servicio de la deuda. Esto, aunque positivo para las entidades financieras, afectará la actividad económica.

Por último, se destaca de los datos de la Junta de Planificación que la inversión interna bruta de capital fijo incrementó solamente $5,476 millones entre los años fiscales 2021 y 2023. Esto es una fracción de lo que hasta el 2023 se canalizó al consumo personal y sugiere la necesidad de reevaluar las prioridades que tenemos como país. ¿Queremos continuar desahorrando, o deberíamos redirigir la política pública a promover el ahorro y la acumulación de capital doméstico para promover la inversión en actividades productivas que contribuyan a crear nuevos empleos, crecimiento sostenido y prosperidad económica?

  • El autor es director de Análisis y Política Económica de Estudios Técnicos, Inc.