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El senador por el Distrito de Guayama y miembro del Partido Nuevo Progresista (PNP), Carlos Rodríguez, radicó la Resolución del Senado 248, para aclarar la doble vara con la que se considera a las semilleras para beneficiarlas en ambos casos, sostuvo.
“A alguien que le has dado un dulce y se lo quitas no le va a agradar mi medida. Pero mi medida no va dirigida a ellos, sino a ayudar la maltrecha economía de estos municipios”, indicó el senador Carlos Rodríguez. “Lo que pido es que estas empresas compartan su ganancia millonaria. No hay que poner toda la carga al ciudadano pobre, al que tiene que estirar el peso, que le estamos exigiendo sacrificio día tras día”.
El Departamento de Agricultura local considera a estas multinacionales como “agricultores bonafide”, por lo que pueden recibir incentivos, subsidios y tratos contributivos preferenciales del país en bancarrota. Por otro lado, el Departamento de Justicia no las considera agricultores, sino empresas dedicadas a la investigación y el desarrollo, por lo que pueden controlar más del límite de 500 acres de tierra que permite la Constitución de Puerto Rico.
“Cuando yo era alcalde en Salinas, la Pioneer hizo una expansión de su laboratorio y ni siquiera le pudimos cobrar arbitrios. No es lo mismo ser un agricultor pobre de la Isla, que para eso es que se hizo el incentivo de agricultor bonafide, que un pulpo millonario que no paga patentes, no paga arbitrios, no le pagan al CRIM”, indicó el senador. “Es muy difícil que en un municipio se establezcan industrias. Y si luego que se establecen no van a dejar dinero, pues no estás resolviendo nada. Se ha desvirtuado el propósito de los incentivos”.
La resolución fue referida a la Comisión de Asuntos Internos del Senado el 27 de abril. Ese mismo día, el senador Juan Dalmau, miembro del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), refirió un proyecto de ley separado, el P del S 441. Éste busca que toda persona o corporación que trabaje con un cultivo, independientemente de que sea para producir comida o para experimentos, sea considerado agricultor, para que les aplique la limitación constitucional de los 500 acres. La medida ordena además un estudio para medir el retorno de la inversión del Gobierno en este sector industrial. Un proyecto de ley similar, el P de la C 996, radicado por el representante Denis Márquez Lebrón, del PIP, apareció en primera lectura de la Cámara el 8 de mayo.
“Hay casos de agricultores locales que quieren alquilar esas tierras y no pueden, porque ya las tienen las semilleras”, dijo Víctor Alvarado, asesor ambiental del senador Dalmau.
La Resolución del Senado 216, de Nelson Cruz Santiago (Distrito V de Ponce), concentra su medida investigativa en el municipio de Juana Díaz, donde Monsanto, Syngenta e Illinois Crop llevan a cabo experimentos. Las semilleras controlan el 33% de toda el área agrícola en este pueblo, según la investigación del CPI.
Esta resolución fue referida a la Comisión de Asuntos Internos del Senado el pasado 3 de abril. “Después de radicar la moción, he recibido múltiples llamadas de Monsanto, y de un grupo de abogados de varias corporaciones, y le dije que no tengo problemas de recibirlos. Pero no voy a cambiar el curso de la investigación”, añadió el senador.
La Ley de Promoción y Desarrollo de Empresas de Biotecnología Agrícola de 2009 instaura una política pública para incentivar al sector industrial por todos los medios posibles, sin ningún mecanismo de rendición de cuentas. El proyecto fue aprobado bajo la administración del exgobernador PNP Luis Fortuño, y uno de sus autores fue el representante Carlos Johnny Méndez, quien ahora preside la Cámara.
“Mi partido ha hecho cosas buenas y malas. Y una legislatura no es lo misma que la otra”, dijo el senador Nelson Cruz Santiago, del PNP. “Si esa ley de promoción no es correcta, y si después de nuestra investigación resulta que estas empresas deben pagar más, que los beneficios que reciben son injustos, lo atenderemos. Si sus experimentos afectan el ambiente, daremos la batalla”.