Por redacción de Sin Comillas

El mundo está sufriendo las terribles consecuencias de la retórica del odio, que amenaza con normalizar la discriminación en gran escala de los grupos marginados, advirtió Amnistía Internacional. En su informe “La situación de los derechos humanos en el mundo”, que abarca 159 países, Amnistía Internacional presenta un análisis exhaustivo del estado actual de los derechos humanos en el mundo.

El informe destaca que en Puerto Rico se ha producido un recrudecimiento de la crisis humanitaria a consecuencia del huracán María y la lenta respuesta de las autoridades para atender la emergencia.También menciona los retrocesos en la protección de los derechos de la comunidad LGBTI, como por ejemplo la decisión del Departamento de Educación de eliminar el programa que incorporaba la perspectiva de género en el currículo de las escuelas públicas y las directrices que permitiría a los alumnos vestir un uniforme escolar acorde a su identidad de género.

Por otro lado, la limitación al derecho a la libertad de expresión y reunión fue señalada a consecuencia de las enmiendas al Código Penal que desalientan las protestas. A su vez el Informe indica que el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales siguieron afectándose ante las medidas de austeridad implementadas por la Junta de Control Fiscal. Incluye además señalamientos ante el uso excesivo e innecesario de la fuerza por parte de la policía en las protestas. Igualmente menciona la posibilidad de la aplicación de la pena de muerte en un nuevo juicio a una persona que había sido condenado a cadena perpetua en el 2013.

A nivel general, Amnistía Internacional destaca que las políticas regresivas han impulsado a numerosas personas a sumarse a luchas que vienen librándose desde hace tiempo, y en el informe se detallan muchas victorias importantes que el activismo por los derechos humanos ha contribuido a lograr. Entre ellas figura el levantamiento de la prohibición total del aborto en Chile, el avance hacia el matrimonio igualitario en Taiwán y el logro de una victoria histórica contra los desalojos forzosos en Abuya (Nigeria).

Por su parte, los retrocesos del presidente Donald Trump en materia de derechos humanos están sentando un peligroso precedente para otros gobiernos. “La clara medida de odio que adoptó el gobierno de Estados Unidos en enero, cuando prohibió la entrada de las personas procedentes de varios países de mayoría musulmana, preparó el terreno para un año en el que quienes ejercían el liderazgo llevaron la política del odio hasta sus últimas y más peligrosas consecuencias”, señala Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.

“Vimos claramente a qué extremos puede llegar una sociedad a la que se insta a odiar a las minorías, a utilizarlas como chivo expiatorio y a temerlas en la terrible campaña militar de limpieza étnica llevada a cabo contra el pueblo ronhingya en Myanmar”, explica Shetty, que dijo que son pocos los gobiernos que salen en defensa de los derechos humanos. Mencionó a líderes como Al Sisi, Duterte, Maduro, Putin, Trump y Xi entre los que “menoscaban sin piedad los derechos de millones de personas”.

“La débil respuesta dada a los crímenes de guerra y de lesa humanidad desde Myanmar hasta Irak, Sudán del Sur, Siria y Yemen ha puesto de relieve la falta de liderazgo en materia de derechos humanos. Los gobiernos están haciendo retroceder a situaciones propias de hace decenios garantías de protección que ha costado mucho conseguir”, añadió.

Entre los signos de regresión mencionados en el informe figuran las medidas de represión del derecho de protesta en Francia y los intentos de reducir los derechos de las mujeres, observados desde Estados Unidos hasta Rusia y Polonia.

Una enorme Marcha de las Mujeres centrada en Estados Unidos y con ramificaciones en todo el mundo puso de manifiesto la creciente influencia de los nuevos movimientos sociales, al igual que lo hicieron el fenómeno #YoTambién y la iniciativa “Ni Una Menos” de Latinoamérica al denunciar la violencia contra las mujeres.

La libertad de expresión cobra una importancia colosal en la renovada batalla por los derechos humanos. La predisposición de líderes prominentes a propagar “noticias falsas” con el fin de manipular la opinión pública, unida a los ataques contra las instituciones que sirven para poner control al poder, muestra que la libertad de expresión va a ser un campo de batalla decisivo para los derechos humanos este año, señala Amnistía Internacional.

“En 2018 no podemos dar por sentado que tendremos libertad para reunirnos en una protesta o para criticar a nuestro gobierno. De hecho, alzar la voz se está volviendo cada vez más peligroso”, afirma Shetty.

El año pasado mataron a centenares de activistas  al intentar las autoridades silenciar a quienes participaban en actividades de campaña y amordazar los medios de comunicación, explica el informe. Donde más periodistas acabaron en prisión fue en Turquía, Egipto y China, país, este último, donde el Nobel de la Paz Liu Xiaobo murió tras haber sido encarcelado por criticar al gobierno. Con los gobiernos persiguiendo sin ningún pudor el activismo en favor de los derechos humanos, Amnistía Internacional fue objeto de amenazas por su trabajo en Hungría y de detenciones sin precedentes de su personal en Turquía.

“Los gobiernos creen que pueden abrir la veda del activismo de derechos humanos. Pero ya pueden cerrarnos periódicos, desautorizar a jueces y encarcelar a activistas, que no nos callaremos. Si algo hemos aprendido del legendario activista chino Liu Xiaobo es que debemos hablarle claro al poder precisamente cuando parece imposible hacerlo”, afirma Salil Shetty.

En el informe se hace hincapié en la necesidad de continuar alzando la voz contra la retórica del odio del tipo de la que se observó en los lemas xenófobos de una marcha nacionalista en Varsovia (Polonia), una concentración supremacista blanca en Charlottesville (Estados Unidos) y la represión generalizada de las comunidades LGBTI desde Chechenia hasta Egipto. Esa retórica se puso aún más de manifiesto con la denigración de las personas refugiadas y migrantes incluso en los niveles más altos de los gobiernos. Aunque fue la administración Trump la que acaparó los titulares con su discurso contra las personas refugiadas, en el informe se explica que no estuvo sola en la aplicación de políticas xenófobas.

En el informe se señala también que, para millones de personas de todo el mundo, el acceso a bienes y servicios básicos, como vivienda, alimentos y atención de la salud, es cada vez más precario. Amnistía Internacional advirtió de que, mientras los gobiernos no aborden las causas subyacentes de la pobreza y la desigualdad, existirá un riesgo enorme de que se intensifique la conflictividad.

En vez de intentar silenciar a las personas cuando alzan la voz, los gobiernos deben atender sus preocupaciones, manifiesta Amnistía Internacional, y comenzar a eliminar las restricciones impuestas a los medios de comunicación, la sociedad civil y otros agentes clave que ponen control al poder.