Por Luisa García Pelatti, enviada especial
CANCUN (MEXICO) – Es difícil encontrar en Cancún alguien que hable mal de Grupo Aeroportuario del Sureste (ASUR), la compañía que es parte el consorcio que ganó la concesión de aeropuerto Luis Muñoz Marín y que se espera empiece a operarlo antes de que termine el año.
Ni las aerolíneas, ni los sindicatos, ni los concesionarios de las restaurantes y comercios, ni los propietarios de hoteles. Y se entiende. En los últimos 12 años el cambio ha sido radical. El aeropuerto de Cancún era un edificio lúgubre, poco atractivo e ineficiente. ASUR lo ha convertido en un lugar moderno –sin llegar compararse con los edificios de arquitectos famosos, como el aeropuerto de Bilbao, diseñado por Santiago Calatrava– agradable y eficiente.
Las cifras aturden. Se ha pasado de 7 millones de pasajeros al año en 1999 a 13.6 millones este año, y eso que en medio ha habido dos huracanes, la crisis del septiembre 11, una crisis financiera y la crisis provocada por la influenza. Nada de eso ha detenido el crecimiento de este aeropuerto, en el que operaban 39 líneas aéreas en 1999 y en el que ahora aterrizan aviones de 102 compañías.
El aeropuerto ha logrado atraer a las principales líneas aéreas. Entre las últimas en llegar están Bristh Aiways, la rusa Aeroflot y Virgin Atlantic, que el jueves anunció un tercer vuelo semanal desde Londres.
ASUR ha invertido unos $500 millones en los últimos 12 años. La superficie total de aeropuerto se ha multiplicado por cuatro, hasta alcanzar los 125,000 metros cuadrados. Se ha construido una segunda pista, se ha ampliado la posición de aeronaves de 21 a 46.
Los representantes de las compañías aéreas destacan la transparencia ASUR. Todos aseguran estar ahora mejor que antes. Y los sindicatos hablan de una transición ejemplar. En un escritorio renunciaban a su trabajo anterior y en el de al lado ASUR los contrataba con mejores condiciones. Nadie perdió su empleo.
En aras de la transparencia informativa queremos informar que los gastos de transporte, hotel y comidas de SIN COMILLAS y el resto de los periodistas de Puerto Rico fueron sufragados por ASUR, con excepción de El Nuevo Día, que cubrió los gastos de avión y hotel de su personal.