Joel Cintrón Arbasetti | Centro de Periodismo Investigativo
Génesis, Zorimar y Rafael conversaban en la calle del Cristo antes de salir corriendo hacia la calle San Sebastián. Huían de una estampida que se desató en el Viejo San Juan luego de que la Policía de Puerto Rico lanzara gases lacrimógenos.
“Esto es una falta de respeto, el Gobierno se está comportando como una dictadura”, gritaba Rafael Figueroa mientras corría calle arriba. Tiene 18 años, estudia economía en la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Mayagüez, y vino hasta el Viejo San Juan para exigir la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló.
Génesis Suriel, de 19 años, estudia biología en la UPR de Ponce, igual que su amiga Zorimar Rodríguez, de 20 años. Vinieron en una guagua junto a otros 45 jóvenes desde el sur y el oeste de la isla.
“Nosotros llegamos, el grupo se fragmentó y como 20 minutos después de que llegamos es que tiraron la primera ronda de gases. Esto no se puede morir aquí, porque el Gobernador piensa que él, aferrándose al puesto, la gente se va a olvidar, y esto es diferente. Es un futuro que nos arrebataron antes de nacer. Es un futuro que nos han venido tronchando”, dijo Rafael, recuperando el aire en una esquina mientras en la calle del Cristo explotaban fuegos artificiales.
En la manifestación del lunes 15 de julio, que congregó a miles de personas en los alrededores de La Fortaleza, lo que había eran muchas caras jóvenes. Algunas estaban cubiertas con máscaras de lucha libre, anti-gas, de cuero o látex decorado con lentejuelas, picos de metal o piedras brillosas. Pero era evidente que entre el grupo que resistió hasta el final y con más vehemencia los ataques de la Policía había una presencia mayoritaria de jóvenes en sus veintipocos.
Muchos de ellos tendrían entre 9 y 13 años cuando sucedieron las huelgas del 2010 y 2011 en la UPR de Río Piedras. Tal vez recuerden algo de esas manifestaciones en contra del alza en la matrícula, unas de las más masivas de la última década y la primera en explotar al máximo el Internet y las redes sociales. Son la primera generación en nacer con esa tecnología. A diferencia de los Millennials, no tienen un antes y un después del Internet, nacieron con las redes y el ciberespacio.
El primer gobernador del que deben tener memoria es Luis Fortuño, recordado por el alza en la matrícula de la UPR, la Ley 7 del despido de miles de empleados públicos y por el gasoducto. O, quizá alcanzaron a experimentar el gobierno compartido de Aníbal Acevedo Vilá, que fue acusado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos por 19 cargos relacionados a financiamiento de campañas.
No vivieron los arrestos por corrupción de más de 40 funcionarios públicos durante la administración de Pedro Rosselló, padre del actual incumbente que pende de un hilo en La Fortaleza. Apenas tendrían entre dos y cuatro años cuando arrestaron a Víctor Fajardo, entonces secretario del Departamento de Educación que en 2001 fue acusado del desvío de $4.3 millones también bajo la administración de Rosselló padre.
Hace unos días, presenciaron la comparecencia de la exsecretaria de Educación Julia Keleher ante un jurado federal, acusada por lavado de dinero durante la administración actual.
En las primeras elecciones en las que pudieron haber votado ganó Ricardo Rosselló, y hoy demuestran que saben que pueden despedirlo.
Son de la era de Donald Trump en la Casa Blanca, el ascenso de la extrema derecha a nivel internacional, la crisis climática, la crisis económica, la Junta de Control Fiscal, el cierre de escuelas públicas, la quiebra del Gobierno, los empleados fantasma del Capitolio, los muertos de María, la migración masiva, los fondos buitre y los especuladores de criptomonedas.
Los investigadores del Pew Research Center, que estudia las tendencias generacionales en Estados Unidos, le llaman la “Generación Z” o “Gen Z”. Es una generación Post-Millennial que agrupa a quienes nacieron entre 1997 y 2012.
Pero la realidad excede las categorías. La gente no anda segregada por las calles según su fecha de nacimiento. En la práctica, se cruzan, se mezclan, pelean entre sí y comparten experiencias.
La “generación del yo no me dejo”, como dice Bad Bunny junto a iLe, Calle 13 y un potente beat del productor Trooko en Afilando cuchillos.
Ya no nos coges de pendejo,
eres un corrupto,
que de corruptos coge consejos.
Arranca pal carajo y vete lejos,
y denle la bienvenida
a la generación del yo no me dejo.
Así canta Bad Bunny.
La canción resume en cinco minutos la furia contenida que estalló luego de que el Centro de Periodismo Investigativo publicara 889 páginas del chat de Telegram en donde se demuestra que el Gobernador se entretuvo, en horas laborables, haciendo trabajo político partidista a través de mensajes que revelan el carácter autoritario, machista, sexista y homófobo de Rosselló y su más íntimo grupo de colaboradores.
“El fanatismo se ha caído. Siguen los fanáticos por ahí con las banderitas, pero la gente se ha levantado más. ¿Por qué? Porque nos fallaron; nos fallaron y esto es más que el mismo chat, esto es los robos de los $15 millones del Departamento de Educación, esto es las ayudas que nunca se enviaron, la gente que murió de María. Esto es una falta de respeto pa’l pueblo y la gente se cansa. Han sido gobierno tras gobierno de robo, robo, robo”, dijo Rafael.
Génesis se integró a la conversación y dijo que “la gente está cansada y necesita levantarse para acabar con esta corrupción”.
“Que ellos tengan el descaro de burlarse de esas mismas cosas negativas que le han creado al pueblo, de verdad es una falta de respeto muy grande. Y yo que no soy puertorriqueña me siento ofendida. Yo soy dominicana y llevo como seis años viviendo aquí. Y de verdad me siento ofendida, y aunque este no sea mi país, yo siento que algo yo puedo hacer”, dijo Zorimar.
Business as usual
A las 8 de la noche, en el bar Red Monkey en la calle de la Cruz, un grupo de alrededor de 30 extranjeros inversionistas o aspirantes a inversionistas están reunidos en su Criptomonday. En estas charlas se discuten ideas y se cuentan, en formato de entrevista, historias de éxito sobre las inversiones con la moneda digital bitcoin y la tecnología Blockchain.
El ambiente es como de club y al mismo tiempo de programa de televisión nocturno, pero no hay cámaras. La audiencia escucha sentada en la barra, en sillas o en un sofá y hacen preguntas a los invitados. Cada vez que el ruido de las protestas alrededor impide escuchar bien, el animador dice por el micrófono “wait, commercial break”. Si se trata de música, como cuando se escuchó la canción Qué bonita bandera, baila un poco y luego continúa con su entrevista.
Pregunté a uno de los participantes cómo cree que pueden afectar a las inversiones en criptomoneda la situación política del país, las protestas y el escándalo de corrupción y del chat que se desató la semana anterior. Dijo que no sabía.
“Sinceramente no sé, no sé lo que está sucediendo. La semana pasada estuve en la piscina con mi familia, así que no tengo información para opinar”, contestó en inglés, tomando cerveza y sudando luego de su presentación.
Virtualmente sin gobierno en funciones, y con todo y protestas, los que se benefician de leyes como las 20 y 22 para inversionistas extranjeros y las Zonas de Oportunidad que los eximen del pago de contribuciones, dicen que siguen operando con normalidad. Business as usual, como dijo el inversionista y desarrollador de hoteles Keith St. Clair en una entrevista reciente. “Open for business”, ha sido la consigna del Gobierno, mientras en los últimos días, en plena crisis, La Fortaleza intenta proyectar una imagen de “normalidad” con Rosselló firmando leyes y haciendo nombramientos.
También sigue sus trabajos ordinarios la Junta de Control Fiscal y los fondos buitre, quienes la semana pasada continuaban las negociaciones para reclamar el pago de la deuda según muestra el archivo del tribunal.
Sigue la precarización del trabajo, los deambulantes en la calle, la pobreza, los asesinatos y la violencia machista.
Una consigna que se escucha frente a la Fortaleza indica las expectativas de algunos en las movilizaciones ciudadanas: “Ricky renuncia, y llévate la Junta”.
El lunes los gases lacrimógenos no lograron dispersar ni siquiera a los que se iniciaban en el ritual de las protestas.
En una esquina de la calle del Cristo estaba Katherine Lugo, de 22 años, graduada de administración de empresas en la Universidad Interamericana.
“Yo estoy aquí porque yo creo que todos nos merecemos lo mismo, un techo seguro, una nevera llena, tranquilidad. Yo creo que merecemos lo mejor y que no hay que tener ningún partido electivo para poder querer lo mejor para tu país. Soy de Colombia y llevo varios años viviendo aquí, he visto cómo por tanto años, yo creo que desde siempre, hemos sido azul y rojo. Y hemos visto que no ha habido ningún adelanto en ningún sentido de la palabra. Y yo creo que eso es suficiente para estar aquí. Las mentiras, la corrupción, los problemas. Yo creo que es bien bonito que el pueblo se haya unido por fin, después de tanto tiempo, que haya salido algo que nos haya obligado a estar aquí, we have to be here”, dijo Katherine.
Aunque desde temprano mucha gente comentaba con emoción la posible llegada de Bad Bunny y esperaban con ansias la aparición de Rey Charlie y su séquito motorizado, esta manifestación masiva no fue convocada por ningún líder, partido u organización. Todo el mundo aquí pide la renuncia del Gobernador y sin embargo, la “generación del yo no me dejo” no tiene esperanza en ninguno de los posibles sustitutos.
La falta de liderato y de poder de convocatoria masiva de las organizaciones de la sociedad civil, dan paso a las multitudes en movimiento que, aunque sigan un mismo fin, se organizan y se desplazan de forma fragmentada, orgánica e impredecible. \
Esta vez, Rey Charlie convoca a los motoristas por las redes sociales, mientras que un meme provoca a cualquiera que se identifique con el sarcasmo del montaje de imágenes y palabras. El sindicato llama a su matrícula a marchar detrás de un cruzacalle.
Y tres muchachos se tiran a San Juan desde Cayey.
Uno se llama Joel Elvin Reyes, de 17 años, el otro Edward Jonel Rivera de 18, y Giancarlos Martín, de “19 añitos”, como dice, aunque el diminutivo no se corresponde con su altura y su cuerpo robusto.
Joel Elvin estudia ingeniería de computadoras en la Universidad Ana G. Méndez de Gurabo, y dice que está aquí “sacando lo único que podemos hacer que es enfrentar al superior pa’ que vea que la fuerza está en la unión. Nos reunimos en una casa, to’ el mundo terminó su jornada diaria y vinimos a apoyar la causa”.
Giancarlos estudia Comunicaciones en la Universidad del Turabo y dice que vio convocatorias a la manifestación por las aplicaciones Snapchat, WhatsApp e Instagram.
“Esto aquí no es partidista. Obviamente necesitamos un líder y ese líder tiene que demostrar que puede con Puerto Rico y con to’ lo que venga. Si no puede, que arranque pa’l carajo. Tantos boricuas que le tiran la mala a to’s los jóvenes ¿Y quiénes estamos aquí? Los jóvenes”, dijo Giancarlos.
Es la primera vez que vienen a una manifestación de protesta. Y los tres dicen que seguirán manifestándose hasta que Rosselló abandone la gobernación.
En el cielo, circula un helicóptero del FURA al que todo el mundo le sacaba el dedo del corazón.
Para Kimberly Rivera esta es también su primera protesta. Tiene 23 años, es de Vega Baja y estudió sonografía en la UMET de Bayamón. En las pasadas elecciones votó por la candidata independiente Alexandra Lúgaro, quien terminó en tercer lugar.
“Yo siento que es la que tiene la capacidad y la mente. De todas, es la que tú siempre ves en las redes hablando claro. Yo me siento identificada con ella”, dijo Kimberly, quien acompañaba a dos amigas y un amigo que parecían de su misma edad.
“Mira esto, ¿quién está aquí, quién está luchando por las injusticias que están pasando ahora mismo? Mi pai’ no está aquí, mi mai’ no está aquí, mi abuela no está aquí. Ellos no quieren estar aquí. Muchos realmente piensan que es una pérdida de tiempo, porque piensan que haciendo esto nosotros no vamos a hacer nada. Yo llegué aquí y dije, ‘vete pal carajo, aquí no hay gente adulta’. La juventud es la que quiere do something with this, arreglarlo; son los que quieren ver cambio. Porque ahora mismo nuestros abuelos no. Mi abuela: ¿PNP? ¿Por simplemente un color? ¿Me entiendes lo que te quiero decir? Tú no te puedes dejar llevar por eso. Tú no puedes poner las manos de nuestro futuro en simplemente un color…”, dijo Kimberly antes de salir corriendo por la calle del Cristo huyendo de los gases lacrimógenos y de otra estampida.
Fueron varias en la noche. Hasta pasadas las 2:00 am, cuando culminó la jornada de protestas de esa noche con la quema de varios drones anaranjados frente a la cafetería La Mallorca.
La falta de esperanza en cualquier posible sustituto que tiene la ‘generación que no se deja’, refleja que hay un entendimiento común de que, aunque el reclamo inmediato es la salida de Rosselló, las cosas no van a cambiar verdaderamente si no hay una transformación profunda de la estructura social.
La nueva generación de manifestantes se inicia en las protestas masivas en el marco de las movilizaciones más contundentes y populares en la historia reciente. Este será su punto de partida para cuando tengan que pedir cuentas a quienes pretendan dirigir al país de aquí en adelante.