Por Luisa García Pelatti
Desde hace tiempo, los economistas hablan de que existe una trampa que impide que los países de ingreso medio prosperen y se conviertan en países de altos ingresos. La trampa del ingreso mediano se aplica a Puerto Rico. “Somos un país atrapado en la trampa del ingreso mediano”, aseguró el economista Juan Lara durante su participación en un foro organizado por la Asociación de Economistas.
Los países que han logrado superar esa barrera, como Singapur y Corea del Sur, han concedido gran importancia a la educación, la innovación, la tecnológica y la justicia social. Corea del Sur pasó de un ingreso per capita de $87 en 1962 a $19,557 en el 2013. Según el Banco Mundial, solo 13 de los 101 países que entraron en la trampa del ingreso medio en la década de 1960, lograron escapar. Contar con un gobierno activo y eficiente, invertir en innovación y educación son algunas de las características comunes de esas 13 economías.
Lo que falla, explica Lara, es que esta segunda oleada de desarrollo económico que se necesita para pasar de ingreso mediano a ingreso alto requiere cambios institucionales mucho más grandes que cuando se pasa de ingreso bajo a ingreso mediano. Se necesita tener una economía científica y tecnológicamente sofisticada, con capacidad propia para generar conocimiento. “Y ahí donde a la mayoría de los países se les agota el impulso y se quedan en países de ingreso mediano sin llegar a convertirse en países de ingreso alto. Eso nos ha ocurrido a nosotros”, explica.
Para lograr esa segunda oleada de desarrollo se requiere tener un sistema educativo, un liderato político y cívico y haber alcanzado el nivel de estabilidad política y de convivencia democrática de los países más avanzados.
“Los países que no tienen esa institucionalidad terminan con regímenes políticos con grados variados de autoritarismo y, básicamente, con una inclinación populista”.
“Y yo creo que a nosotros nos está pasando eso. En el caso específico de nosotros, el hecho de haber creado un sistema económico lastrado por la dependencia y haber desarrollado un sistema político claramente orientado al populismo y a la gestión, no del conocimiento, sino de la dependencia, a la gestión de los fondos federales, a la gestión del favoritismo y el clientelismo. Eso nos ha impedido crear una infraestructura institucional que nos permita alcanzar un grado de gestión del conocimiento como el que se requiere para dejar de ser una economía industrial dependiente, como la que hemos sido, y convertirnos en una economía industrial con capacidad endógena (con capacidad de dinámica propia)”.
Hay consenso en que el verdadero problema es de desarrollo económico, pero la gente “termina repitiendo las mismas consignas” sobre lo que se necesita para lograr desarrollo económico y no contesta la pregunta más importante: ¿Dónde tiene Puerto Rico la posibilidad de desarrollar ventajas competitivas en un plazo de 10 a 15 años?
“Esa pregunta nos la hemos hecho 20 veces, incluso con la ayuda de economistas eminente de fuera de Puerto Rico y siempre se deja en el tintero par retomarla después”.
Se han identificado varias iniciativas de desarrollo económico, pero hay un problema de falta de ejecución. Otro tema es qué instrumentos y qué incentivos se deben utilizar.
Entre otros aspectos, Lara mencionó que se debería desarrollar capacidad competitiva en el área de producción alimentaria; promover una industria de manufactura por contrato de exportación utilizando las plantas vacantes de las empresas 936, con una reorientación a la manufactura de productos de medicamentos genéricos; o el turismo médico.
Además, con la crisis fiscal y el cierre de los mercados de capital la capacidad de financiamiento del gobierno está limitada. Las inversiones necesarias tendrán que financiarse con alianzas público-privadas y reactivar la entrada de capital exterior.