Donald Trump

Por Redacción de Sin Comillas

Más aranceles, menos impuestos y una regulación más laxa. Es la política económica que quiere poner en marcha Donald Trump en su regreso a la Casa Blanca. Los economistas advierten que esta receta perjudicará no sólo a la economía de Estados Unidos, sino también a la economía global.

La mayoría de los votantes se ha creído el relato de que la economía de Estados Unidos va mal. Trump, que a los 78 años se ha convertido en el hombre de mayor edad en llegar a la presidencia, ha prometido que hará que los ingresos se disparen, aumente el empleo y desaparezca la inflación. Sin embargo, muchos economistas advierten que se trata de un relato falso: los ingresos de la mayoría de los trabajadores han aumentado en términos, el empleo ha crecido y la inflación está bajo control. “La verdad es que la economía de Estados Unidos es una extraordinaria historia de éxito. No dejen que nadie diga lo contrario”, señalaba en abril Paul Krugman, premio Nobel de Economía, en una de sus columnas en The New York Times.

La economía de Estados Unidos creció 2.8% en el tercer trimestre, en septiembre se crearon 223,000 puestos de trabajo y la inflación se situó en 2.4%, lo que está muy cerca de la meta de inflación de la Reserva Federal.

Los economistas que apoyan a Trump, entre los que están Arthur Laffer, Stephen Moore y Larry Kudlow, dicen que las bajas de impuestos que defiende impulsarán la demanda, hará subir los ingresos fiscales y reducirá el déficit de gobierno.

Aranceles

Trump, que ganó con amplia mayoría y tendrá el control de Congreso y Senado, ha prometido políticas aislacionistas y proteccionistas. Quiere imponer aranceles de hasta el 60% a los productos chinos y del 10% a los procedentes de la Unión Europea, con el objetivo de favorecer a las empresas manufactureras de Estados Unidos ante la competencia exterior.

Los expertos explican que esta estrategia equilibraría la balanza comercial con el país asiático, pero a costa de elevar la inflación. También elevaría la inflación la idea de deportar a millones de inmigrantes.

Las empresas de tecnología podrían beneficiarse de un ambiente regulatorio más laxo, que beneficiará a ejecutivos como Elon Musk, principal donante de la campaña y que dirige o es propietario de Tesla, Twitter y Space X. Trump prometió al multimillonario nombrarlo “secretario de reducción de costes”. Sin embargo, Musk se opone a imponer aranceles de golpe y abogó porque estos gravámenes sean “medidos y específicos”.

Se espera que Trump, el primer presidente convicto con varias causas todavía pendientes en los tribunales, se rodee de multimillonarios a los que pondría al timón de la economía del país. Se ha mencionado la posibilidad de que John Paulson, que cuenta con grandes inversiones en Puerto Rico, podría ser parte del equipo económico de Trump.

Impuestos

Trump se ha comprometido a bajar el impuesto de las corporaciones de 21% a 15% para acelerar el crecimiento económico, una medida que podría elevar la inflación y provocar un alza en las tasas de interés, que habían empezado a bajar en septiembre.

Las políticas de Trump podrían beneficiar a los grandes bancos, que se oponen a los estrictos requerimientos de capital que deben cumplir.

Inmigración y voto hispano

Trump ha amenazado con un impuesto de 25% a las importaciones provenientes de México si no detiene la “avalancha de criminales y drogas que entran a nuestro país”.

En general, más de la mitad de los hispanos apoyaron a Harris, según una encuesta de Prensa Asociada. Sin embargo, esa cifra es inferior al 60% que se estima votó por Joe Biden en 2020, lo que muestra una tendencia a la baja en el apoyo de los latinos al partido demócrata a largo plazo.

Se esperaba que tras el insulto a los puertorriqueños por parte del comediante Tony Hinchcliffe en un mitin de Trump en Nueva York, se afectara el apoyo a Trump de los puertorriqueños, especialmente en Pensilvania, que cuenta con unos 486,000 residentes de Puerto Rico.

Según la organización UnidosUS, un 77% de la población  hispana en Pensilvania votó por Kamala Harris, que también ganó los votos latinos en Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte y Wisconsin.

En Florida, que cuenta con la tercera comunidad latina más grande de Estados Unidos (5.7 millones), Trump obtuvo el 56% de los votos frente al 43% de Harris. En 2020, Trump ganó el estado con el 51% de los votos, frente al 48% de Biden.

Algunos analistas señalan que este mayor apoyo a Trump se debe a la campaña del miedo de que Harris impondría un sistema “comunista”, lo que podría haber calado entre los inmigrantes cubanos y venezolanos.