Los centros Hope Women’s Clinic Bayamón, Centro Raquel, y Hope Women’s Clinic Darlington no son clínicas legítimas reguladas por el Departamento de Salud. Fotos por Brandon Cruz González | Centro de Periodismo Investigativ

Tres centros antiaborto se promocionan como lugares que ofrecen servicios médicos, sonogramas y píldoras abortivas, aunque no están regulados por el Departamento de Salud. Quienes llegan a sus establecimientos, atraídas por un lenguaje confuso, comparten sus datos personales sin saber que, luego, recibirán información falsa y múltiples llamadas de seguimiento para que sigan adelante con un embarazo que no desean.

Por Cindy Burgos Alvarado | Unidad Investigativa de Género | Todas y Centro de Periodismo Investigativo

Parecen oficinas médicas cualquiera — con empleados que visten scrubs y ofrecen servicios de sonogramas y pruebas de embarazo gratis —, pero no lo son. Se les llama “centros de crisis de embarazos” y, aunque se promocionan como lugares que brindan información médica científica sobre las opciones ante un embarazo no deseado, en la práctica, son centros antiaborto que utilizan técnicas de engaño, manipulación e información incompleta o falsa, y desde una perspectiva religiosa, para convencer a las personas embarazadas a seguir adelante con una gestación que no quieren.

En Puerto Rico, existen tres de estas pseudoclínicas, dos establecimientos de la entidad Hope Women’s Clinic, en Río Piedras y Bayamón; y Centro Raquel, en Carolina. Todas están ubicadas cerca o al lado de alguna de las cuatro clínicas donde se ofrecen servicios de abortos en Puerto Rico, un procedimiento de salud esencial que solo puede realizar un médico licenciado.

Contrario a las clínicas legítimas, altamente reguladas por el Departamento de Salud (DS), estos “centros de crisis de embarazos” operan por la libre, sin regulación de dicha agencia y, por ende, sin permisos médicos, confirmó la Unidad Investigativa de Género, una alianza entre el medio Todas y el Centro de Periodismo Investigativo. Dos de estas, en sus páginas web, aseguran que son lugares “libres de prejuicio” con “asesores” que pueden ayudarte, pero ninguna pudo ofrecer los datos sobre el personal que pueda confirmar esa alegación. Algunos de estos lugares reciben apoyo de entidades privadas y gubernamentales, que envían personal a sus instalaciones para dar charlas y orientaciones.

Los “centros de crisis de embarazo” son un modelo importado de Estados Unidos, donde se conocen como Crisis Pregnancy Centers. El católico Robert Pearson fundó el primero en Hawái, en 1967. Desde entonces, han proliferado con el respaldo de organizaciones religiosas hasta llegar a Puerto Rico. Ante su crecimiento, el Colegio Estadounidense de Ginecólogos Obstetras (ACOG) advierte que el objetivo de estos lugares es “disuadir a las personas de acceder a ciertos tipos de salud reproductiva, incluido el aborto y las opciones anticonceptivas”.

El costo de llegar al lugar equivocado

Es muy fácil llegar por equivocación a uno de estos establecimientos.

Le pasó a “María”, quien pidió identificarse con un seudónimo debido al estigma que persiste contra quienes ejercen su derecho a abortar. Pero ella no ha sido la única.

Desde que se enteró de que estaba embarazada, María quería interrumpir su embarazo con “la píldora abortiva”, como se le conoce comúnmente a los medicamentos mifepristona y misoprostol, que debe tomarse con 24 a 48 horas de diferencia para provocar un aborto durante el primer trimestre sin necesidad de la intervención de un médico. Jamás pensó que atravesaría un calvario y que acabaría en un lugar donde retrasarían su deseo, la harían sentir culpable por su decisión e intentarían convencerla de llevar a término una gestación que nunca deseó.

Como había tenido una experiencia desagradable con su primer aborto, María buscó en internet un nuevo lugar que ofreciera el servicio y que le proveyera las pastillas que estaba buscando. Así, encontró Hope Women’s Clinic en Bayamón, un lugar que ofrecía “servicios de embarazo gratuitos y confidenciales”, pruebas de embarazo y sonogramas gratis, y orientación sobre tres opciones: aborto, crianza y adopción. Un “lugar seguro y libre de prejuicios”, decía la página web. El botón para sacar cita estaba tan accesible, que, aunque María leyó que en este centro no se realizaban abortos, decidió ir a orientarse.

Pseudoclínicas como Hope Women’s Clinic se aprovechan de las estrategias de optimización de motores de búsqueda en internet para aparecer entre los primeros resultados en navegadores como Google. Por ejemplo, una búsqueda de la frase “pastilla abortiva PR”, realizado desde Puerto Rico, muchas veces arroja entre los primeros resultados, o como contenido patrocinado, la página de este lugar, a pesar de que realmente no es una clínica, y, como tal, no puede proveer píldoras abortivas.

Los dos centros de Hope Women’s Clinic, así como Centro Raquel, el tercer centro antiaborto en el archipiélago, aparecen en Google Maps. Hope Women’s Clinic, conocido como CREE Women’s Center hasta finales de abril de 2024, ha borrado las opiniones negativas de quienes intentan advertir que se trata de un lugar en el que trabajan en contra del derecho al aborto y no de clínicas fidedignas reguladas por Salud.

Capturas de pantalla de opiniones dejadas en Google Maps sobre los servicios de Hope Women’s Clinic. Muchas de estas han sido borradas.

Cuando María llegó al estacionamiento, vio el letrero brillante que decía Hope Women’s Clinic. Entró nerviosa a lo que creía que era una oficina médica. Había una recepción, varias sillas, música relajante, algunos papeles, meriendas y agua.

Todas las empleadas vestían uniformes tipo scrubs grises, como si fueran enfermeras o personal médico, incluyendo la recepcionista, que la recibió amablemente y le entregó un par de papeles para firmar. María se sentó en una de las sillas al lado de otras pacientes. Miró rápido los papeles, uno informaba que nadie en la oficina era enfermero. Le estuvo raro, pero firmó. Otro decía algo sobre la Ley HIPAA, la ley federal que protege la información de los pacientes, y también firmó. Otro hablaba de compartir información con terceros. Firmó. Solo quería recibir información sobre el aborto y terminar con una situación que la tenía ansiosa, con vómitos mañaneros y con mucha irritabilidad porque sabía que estaba contra el reloj.

Caminó por un pasillo que la llevó a una oficina donde había un sofá y una butaca bajo una luz tenue, casi nostálgica, recuerda. Parecía la oficina de un psicólogo. Una mujer, cuyo nombre no se le quedó grabado, se sentó frente a ella y comenzó a interrogarla. Aquel intercambio lo recrea de la siguiente manera:

—¿Cuál es tu estatus de pareja? ¿Cuál es tu estatus de vivienda? ¿Tienes los recursos económicos para tener un bebé?

—Yo no quiero proceder con este embarazo — la interrumpió María. —Solo quiero que me orienten para recibir la pastilla abortiva.

—Si tú piensas que esa es una manera más fácil o menos dolorosa, estás equivocada. Estas pastillas, ¿sabes cómo funcionan? — le increpó la persona que se hizo pasar por enfermera.

—No estoy segura — respondió María, apretando sus manos fuertemente sobre sus piernas. —Sé cuál es el fin, pero no me sé los “in betweens”. Para eso estoy aquí, para que me orienten.

—La pastilla le corta el alimento al bebé — dijo la mujer usando esa palabra, “bebé” y no embrión. —Vas a estar sola. Te van a dar dolores como si estuvieras pariendo. Vas a tener contracciones. No vas a poder trabajar en dos semanas. Si tú crees que es sencillo, no es así. Tú misma vas a tener que ver lo que estás abortando. Pero, mi amor, ¿qué edad tienes? ¿Tienes pareja?

—Tengo 29. Sí, tengo pareja — respondió María.

—¡Pero si estás en la edad de ser mamá! Sabes que después de cierta edad, son menos probabilidades. Tienes pareja, trabajo, nosotros podemos ayudarte en todo — dijo la pseudoenfermera, agarrando unas pinzas quirúrgicas.

—Si tomas la pastilla y el bebé no sale completo, te van a tener que raspar — agregó rozando las pinzas contra una superficie, haciéndolas sonar fuerte, “prrrrra”. La mujer omitió el dato de que este método tiene una eficacia de hasta 98% cuando se utiliza correctamente en las primeras nueve semanas, según establece la Organización Mundial de la Salud.

El sonido retumbó en los oídos de María, que se imaginó aquella herramienta de metal dentro de su matriz. Se le aguaron los ojos. No sabía qué decir.

—¿Tú crees en Dios? ¿Cuáles son tus creencias religiosas? — indagó la mujer.

—No soy religiosa, pero soy sumamente espiritual — respondió María.

—Yo creo que tú no estás aquí por casualidad. Creo que viniste aquí con un propósito y nosotras te podemos ayudar. Te podemos dar unas clases para el parto, ropita para el bebé y todo lo que necesites en ese primer año, comida, pampers. No te va a hacer falta nada. Mira, vamos a hacerte la prueba de embarazo y después vienes el lunes, que está la doctora y te hace el sonograma gratis. Aunque decidas abortar, el sonograma es importante para saber que está todo bien.

María aceptó. Se hizo una prueba de embarazo de orina, que las personas en el centro le dijeron que tenía “calidad de laboratorio”. Salió positiva. Habló un rato más con la mujer, que siguió explicándole los servicios que ofrecía Hope Women’s Clinic, y sacó la cita para hacerse el sonograma el lunes siguiente.

—¿Sabes cuáles son las repercusiones del aborto? Emocionalmente, te vas a sentir triste. Muchas personas no pueden recuperarse luego de tener un aborto. También, tiene riesgos fisiológicos. Si este es tu segundo aborto, puedes quedar estéril. Toma, aquí tienes todo lo que necesitas — le dijo la mujer vestida de enfermera poniéndole una bolsa de papel marrón en las manos.  En realidad, las personas que abortan experimentan el proceso de maneras diferentes, en las que influyen sus circunstancias personales, sociales y culturales, según han documentado la Asociación Estadounidense de Psicología y la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

María salió aturdida. Nunca había escuchado esto que le decían allí y en su primer aborto había sentido algo de dolor porque fue con instrumentos, pero nunca se sintió mal emocionalmente. Caminó rápido a su carro, se sentó en el asiento del chofer y abrió la bolsa. Sacó un pañal de recién nacido, unas pastillas prenatales y una tarjeta con un código QR. No había nada sobre abortar. María rompió en llanto. Tiró por la ventana las pastillas y el pañal. Se sentía abrumada. Comenzó a cuestionar la decisión que no se había cuestionado hasta ese momento. Agarró el celular y escaneó el código QR y solo encontró información de las pastillas prenatales que recién había tirado. Lloró desesperada.

“Me hicieron dudar de mi opción y me hicieron sentir culpable. Plantaron esa semilla de duda que yo no tenía”, contó María a la Unidad Investigativa de Género semanas más tarde en una cafetería, aguantando las lágrimas y con una limonada sobre la mesa que no tocó en toda la conversación.

María volvió una vez más a la pseudoclínica Hope porque le dijeron que el sonograma era necesario para la decisión que fuera a tomar y ahí se lo podían hacer gratis con una “doctora”. Le habían escrito a su celular un par de veces para preguntarle si llegaría a la cita, si quería una nueva fecha y si había tomado una decisión.

Para hacerle el sonograma, la llevaron a otra oficina que tenía la máquina de ultrasonido, una camilla, una computadora y unas cajas de regalo con ropa y pañales de bebé. La supuesta doctora se presentó, pero María estaba demasiado nerviosa como para acordarse de su nombre. Se acostó con su barriga expuesta, sintió el gel frío y pegostoso sobre su piel y el pequeño golpe del transductor.

La supuesta doctora miró la pantalla, imprimió un papelito con la imagen del ultrasonido y agarró uno de los muñequitos que tenía ordenados en una mesa.

—Tienes nueve semanas. Vas a tener a tu bebé en esta fecha. Tu bebé se ve así — dijo la supuesta médica colocando el muñequito diminuto en las manos de María.

María miró el muñeco y no sabía qué hacer con él. Ante la inseguridad de María, la mujer la atacó con la mirada y comenzó de nuevo su discurso: que estaban para ayudarla, que le darían todo lo que necesita, que tenían vouchers para cambiar por cosas de bebé y repitió todos los supuestos efectos secundarios de un aborto.

María agradeció el servicio y al salir de Hope, se topó a pasos del edificio con una mesa con propaganda antiaborto. Entonces entendió que se trataba de un centro antiaborto. “Es mucha casualidad que esté una cosa al lado de la otra. Definitivamente, estas personas buscan convencerte”, dijo al recordar ese momento.

En una visita de la Unidad Investigativa de Género al Hope Women’s Clinic de Río Piedras, una empleada que se identificó como Frances y vestía scrubs se negó a decir qué tipo de profesionales médicos trabajaban en el centro ni a quiénes les rinden cuentas porque “no estamos autorizados a responder preguntas a periodistas”. No obstante, confirmó que tienen una máquina de ecografías y que esta es operada por “una profesional”, pese a que no son un centro regulado por el DS.

Luego de que María se realizara el sonograma en la pseudoclínica de Bayamón, el miedo que sentía la llevó a sacar una cita con una ginecóloga que, aunque no realizaba abortos, la tranquilizó sobre el procedimiento. Le dijo que era falso que podía quedarse estéril y que no entendía por qué se sentía tan culpable, si era un procedimiento que muchas personas se hacían. Una de cada cuatro mujeres en Estados Unidos se realizará un aborto a lo largo de su vida, según un análisis del Instituto Guttmacher. También, le recomendó un lugar donde interrumpir su embarazo de manera segura, si esa era su decisión.

Así fue que llegó a Darlington Medical Associates, en Río Piedras, una de las cuatro clínicas que realizan abortos en Puerto Rico, todas reguladas por el DS.

Centros de crisis de embarazos en Puerto Rico: poco conocidos, pero con mucho impacto

Hope Women’s Clinic tiene dos establecimientos: el que visitó María en Bayamón, que es el primer “centro de crisis de embarazo” en Puerto Rico y abrió en 2016 a pasos del Centro de Planificación Familiar, una clínica legítima de abortos; y el segundo, que abrió este año en Río Piedras, casi al lado de Darlington Medical Associates. En Carolina, está el Centro Raquel, cerca de Women’s Medical Pavillion, que es otra clínica regulada para interrupción de embarazos.

Los Hope Women’s Clinics pertenecen al matrimonio de Joseph y Daisy Pardo, y a su organización sin fines de lucro Love the Nations. Esta entidad también tiene otras iniciativas, como Defensores en las Aceras, un grupo que se se dedica a intimidar y a acosar a las personas que llegan a las clínicas de aborto para disuadirlas, y realizan protestas y eventos “provida”. Reciben el respaldo de Great Commission Partnerships, una entidad que se identifica como cristiana y auspicia misiones antiaborto en distintas partes del mundo.

En febrero de 2023, Love the Nations logró un acuerdo colaborativo con el Municipio de San Sebastián para usar gratis el Centro de Bellas Artes del pueblo para ofrecer “un taller educativo con relación al aborto y otros asuntos con relación a este”, denominado “Toda la Vida/CREE Women’s Care”. El contrato está firmado por el vicealcalde de San Sebastián y también candidato a dicha alcaldía, Camilo Ortiz Maldonado, en representación del alcalde Javier Jiménez, hoy candidato a la gobernación por el partido antiaborto Proyecto Dignidad.

Pardo donó $100 a la representante Lissie Burgos Muñiz, quien aspira a la reelección para el mismo cargo por el Proyecto Dignidad. La legisladora le hizo un reconocimiento con fondos legislativos al establecimiento en San Sebastián, así como a Centro Raquel y otras entidades antiaborto. En el Senado, el reconocimiento a estos centros lo hicieron el presidente José Luis Dalmau Santiago, del Partido Popular Democrático (PPD), y la senadora de Proyecto Dignidad, Joanne Rodríguez Veve.

A pesar de varias comunicaciones con el Senado y con el portavoz de prensa de Dalmau Santiago, este no proveyó información sobre si ese cuerpo legislativo ofreció fondos a alguna de estas entidades. El Departamento de la Familia tampoco respondió a varias solicitudes de información sobre si la agencia había dado fondos, estatales o federales, a alguna de estas entidades por medio del Programa Temporal para Familias Necesitadas (TANF), como ocurre en estados de Estados Unidos, según han documentado medios de periodismo investigativo.

Joseph Pardo es el presidente y director de la Junta de Directores de Hope Women’s Clinic, confirmó en una llamada telefónica. Sin embargo, cuando se le cuestionó sobre las denuncias de información falsa o incorrecta ofrecida en los centros, se limitó a decir en inglés: “Prefiero no comentar sobre eso. ¿Cuál es tu nombre?”. Posteriormente, envió por mensaje de texto el sitio web de Hope y dijo que ahí había información de la entidad, pero no quiso responder si se encontraba en Puerto Rico (su teléfono es de Tampa y Love the Nations tiene sede allí), qué tipo de fondos recibían, quiénes trabajan en el centro y cuál es la fuente de la información que ofrecen. Tampoco quiso programar una entrevista.

La página lovethenations.com redirige automáticamente a pregnancypr.com, donde se destaca una sección para recibir donaciones de los beneficiarios de las leyes 20/22, ahora Ley 60 de incentivos contributivos. En 2022, la entidad recibió $110,958 de inversionistas extranjeros establecidos en Puerto Rico, según datos que obtuvo el CPI del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio (DDEC). La página también tiene vídeos de testimonios enlazados a un canal de YouTube de Toda la Vida PR, en el que también hay videos, como uno en el que comparan el consentimiento sexual y el embarazo con comer carbohidratos y no ganar peso.

La página embarazopr.com, de Love the Nations, redirige a hopewomansclinicpr.com, en donde ofrecen orientación sobre crianza, adopción y aborto, y aseguran: “somos un lugar seguro, libre de prejuicios y confidencial donde puedes obtener las respuestas y el apoyo que necesitas”.

Sin permisos del Departamento de Salud

Ninguna de estas pseudoclínicas está registrada ante el DS, aunque dicen ofrecer servicios médicos. También ofrecen sonogramas, los cuales se realizan con máquinas de ultrasonido.  Según la Ley 37 de 2007, “cualquier persona o institución no autorizada a ejercer la medicina en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico no podrá adquirir ni administrar una máquina de ultrasonido (sonograma) so pena de multa no menor de $5,000 y la inmediata confiscación del equipo”.

Sin embargo, el Departamento de Salud niega tener conocimiento de la existencia de estos centros.

“Nuestra agencia no posee ningún tipo de información referente a este tipo de facilidades conocidas como Centros de Crisis de Embarazo”, escribió el secretario de Salud, Carlos Mellado, en un documento en el que respondía a una petición de información de la senadora Ana Irma Rivera Lassén. La legisladora lleva semanas investigando cómo operan estos centros, ya que considera que podrían estar obstaculizando el acceso al aborto, el cual es legal en Puerto Rico tras la decisión Pueblo v. Duarte.

La senadora del Movimiento Victoria Ciudadana Ana Irma Rivera Lassén. Suministrada

Mellado escribió que la Sección de Instituciones de Salud de la Secretaría Auxiliar para la Regulación de la Salud Pública del DS desconoce si los llamados centros de crisis de embarazo en Puerto Rico reciben dinero público. Dijo que no tiene estadísticas al respecto ni realizan ningún tipo de regulación o supervisión sobre estos centros. Tampoco intervienen para garantizar que los centros cumplan con las leyes federales de privacidad de información médica. Aseguró que desconocen si estos centros antiaborto tienen personal médico autorizado y calificado, y que no han investigado si la información que proveen está basada en evidencia y prácticas médicas, ya que “no tenemos información referente a este tipo de facilidad”.

Sin embargo, la directora del Centro Raquel, Lilibeth Febres, dijo a la Unidad Investigativa de Género que el DS les envía un recurso de la agencia para orientar en temas prenatales, de lactancia y de crianza. Mientras, el Departamento de la Familia les colabora en temas de adopción y el Servicio de Extensión Agrícola envía un recurso para orientar sobre nutrición.

Se contactó en varias ocasiones al DS para solicitar entrevista y hasta se le hicieron llegar las preguntas, pero la agencia no contestó.

“Es preocupante. Tienes un centro que la gente piensa que está llegando a un lugar que da servicios médicos o una clínica que te dicen que tiene que ver con la atención de derechos sexuales y reproductivos, y resulta que no lo es”, advirtió Rivera Lassén en entrevista con la Unidad Investigativa de Género.

Los centros también podrían estar violentando el derecho a la intimidad de las personas gestantes, interrumpiendo el acceso a servicios médicos y a información certera sobre sus derechos reproductivos, sostuvo Rivera Lassén. “Además, son alarmistas y faltan, no solamente a la verdad, sino que lo que pretenden es que la gente tenga embarazos no deseados; forzar la maternidad”.

Colegio de Médicos: “Esto hay que investigarlo”

El presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico, Carlos Díaz Vélez, dijo que su organización no ha abordado el tema de los centros de crisis de embarazo en ninguna de sus reuniones. Reconoció que el aborto “es un derecho” y que si hay entidades haciéndose pasar por clínicas para convencer a las personas de parir, “eso está en contra de la ley y del reglamento del DS”.

“Estamos totalmente en desacuerdo. Esto hay que investigarlo y deben hacerse las querellas pertinentes”, dijo Díaz Velez, quien aseguró que le planteará la situación al Secretario de Salud por todos los problemas que implica para la salud pública.

El galeno explicó que estos centros podrían estar anunciándose de forma engañosa, violando los derechos del paciente y la Ley HIPAA y faltando al respeto a las decisiones de las personas gestantes, algo a lo que está obligado todo el personal médico licenciado. Destacó que una cosa es explicar los riesgos de un procedimiento médico como el aborto y dar un consentimiento informado, y otra es “tratar de manipular a las personas para que cambien [de opinión]. Esta no es la función de ellos”.

Quien sí conoce de la situación y se encuentra recopilando distintos testimonios para presentar una denuncia formal ante las autoridades es la doctora Yarí Vale Moreno, ginecóloga de Darlington Medical Associates.

“He tenido pacientes que terminan allá [en Hope] sin querer” por lo cerca que está de su clínica, dijo.

La doctora Yarí Vale Moreno mantiene su práctica de ginecología y ofrece el servicios médicos de abortos en Darlington Medical Associates, en Río Piedras.
Foto por Brandon Cruz González | Centro de Periodismo Investigativo

Uno de los problemas con los centros antiaborto es que “retrasan el que una paciente llegue a una clínica verdadera”, y el tiempo es fundamental en un procedimiento de interrupción del embarazo. “Tratan de retrasar lo más posible para ganar semanas ellos, que es una de sus maneras de que la paciente se arrepienta” porque pasó cierto tiempo y ya no quiere someterse al procedimiento, explicó.

También, estas pseudoclínicas ofrecen servicios gratuitos, algo que muchas personas buscan en momentos de desesperación. Y utilizan la técnica de poner a las pacientes “a ver algo que no quieren ver”, como un sonograma, un muñeco con forma de feto o regalos de bebé, algo que Vale Moreno describió como cruel, porque intenta convencer a toda costa de lo que ellos promueven, sin importar la paciente.

Lo más preocupante es que ponen a las pacientes en peligro, pues atenderse en un lugar sin credenciales médicas podría dejar de lado la posibilidad de diagnosticar complicaciones como un embarazo ectópico o problemas fetales, explicó la ginecóloga.

A Vale Moreno, que en el pasado ha sido amenazada por grupos antiaborto y ha tenido que trabajar vistiendo un chaleco antibalas, le preocupa que las intervenciones de los centros antiaborto lleven a las personas embarazadas, sobre todo a las más jóvenes, a recurrir a la ilegalidad para obtener las pastillas abortivas, lo que las expondría a otros riesgos de salud y seguridad.

También teme que menores de edad lleguen a estas pseudoclínicas para recibir orientación real y que sean forzadas a parir, sin siquiera activarse un protocolo ante una posible violación o caso de incesto, el cual sí se activa con cualquier menor en las clínicas de aborto reales. Al no estar reguladas, no se rigen por ningún reglamento del DS, algo que sí deben cumplir las clínicas de aborto, como cualquier centro de salud.

Niegan ser un “centro de embarazos”, pero su registro corporativo los desmiente

La directora de Centro Raquel, Lilibeth Febres, dijo a la Unidad Investigativa de Género que inició operaciones “a finales de 2016”, aunque está registrado como entidad sin fines de lucro que ofrece servicios religiosos ante el Departamento de Estado desde 2012 como “Casa Raquel”. Si bien Febres sostuvo que “en ningún momento aquí se dice que es un centro de embarazo” porque ofrecen también ayuda a sobrevivientes de violencia doméstica, y que no ofrecen información con sesgo religioso, en su registro corporativo se establece que su objetivo es “educar, orientar, concientizar y proveer apoyo emocional cristiano, moral, médico y psicosocial personalizado para educar a parejas, mujeres y hombres para que el aborto no sea la alternativa a escoger por un embarazo no deseado”.

La representante de Proyecto Dignidad, Lissie Burgos, entregó en julio de 2023 una moción de reconocimiento a Lilibeth Febre, directora Centro Raquel, por “la labor que hacen en beneficio de las mujeres”. Foto tomada de Facebook.

Casa Raquel atiende aproximadamente a unas cinco personas por día y surgió como iniciativa de la parroquia Santa Bernardita, pero opera con una junta de directores como “una agencia privada y no le respondemos a nadie”, dijo Febres. Las únicas dos empleadas del centro son Febres, quien dijo que fue “evaluadora e investigadora de servicios de salud” en el DS, y una consejera, que “es psicóloga de servicios comunitarios”. El resto de las personas son “voluntarias”, entre los que se incluyen, según dijo, un ginecólogo obstetra retirado y una exjueza, que ofrecen orientación médica y jurídica, respectivamente, pero Febres no quiso identificarlos.

Uno de los servicios que Centro Raquel anuncia es “el tratamiento de reversión de aborto”, algo que según el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos no se basa en la ciencia ni cumple con los estándares clínicos.

Febres indicó que Centro Raquel se sostiene con donaciones y que no recibe fondos estatales ni federales, pero sí recibe profesionales del DS para orientar sobre temas prenatales, lactancia y crianza. Además, la orientación sobre adopción es “en coordinación con el Departamento de la Familia” y alguien del Servicio de Extensión Agrícola, que brinda información nutricional.

Cuando una persona llega a Centro Raquel y pregunta sobre el aborto, Febres dijo que “se le orienta sobre todas las consecuencias que puede tener”, entre las que destacó “síntomas post aborto”, como “depresión, ansiedad, luego puedes estar teniendo hasta una sepsis en términos físicos, hemorragias, etcétera”. Cuando se le preguntó de dónde sacaba esa información, dijo que es “científica”, aunque no proveyó los “estudios científicos” a los que se refería.

Febres dijo que sigue un protocolo para atender a las mujeres llamado la Propuesta del Amor, de Heartbeat International, descrito en su sitio web como una asociación internacional antiaborto que apoya la red más grande de centros de crisis de embarazos del mundo, con más de 3,000 afiliados alrededor del mundo. No ofrece, recomienda ni refiere abortos. Se trata de la red antiaborto más grande de Estados Unidos, la cual fue cuestionada en 2022 por un grupo de senadores demócratas encabezados por Elizabeth Warren que solicitaban que la entidad dijera cómo recopilaba, protegía y compartía información de personas embarazadas, ya que tenían preocupaciones de que eso se utilizara como una persecución judicial antiaborto en su contra. Este año, la Cámara de Representantes estadounidense solicitó investigar los fondos del Gobierno que recibe Heartbeat International y otras entidades antiaborto ante sus prácticas antimédicas y antiéticas, reportó The Hill.

Si bien Febres dijo que sí siguen la Ley Hipaa para proteger la información de las personas, la ACOG advierte que estos centros, al no tener personal médico certificado ni ser regulados por el Gobierno, “no están sujetos a leyes de privacidad, como la Ley Hipaa”. Además, Abortion, Everyday reportó que Heartbeat International podría estar compartiendo “imprudentemente” los datos de salud privados de las mujeres de todos los centros antiaborto de su red con empleados corporativos y otros.

Febres negó que posean una máquina de ultrasonido y dijo que refieren a las mujeres a algún lugar certificado para realizarse un sonograma. Sin embargo, en una entrevista con VitaminaER, una página de YouTube de “temas cotidianos de salud”, Febres dijo: “Aquí tenemos la máquina [de ultrasonido], pero necesitamos ese personal que la pueda operar… estamos solicitando sonografistas, sobre todo si es voluntaria”.

Sobre la posibilidad de que llegue una menor de edad embarazada, se le cuestionó si se activa un protocolo de violación, como ocurre en las clínicas que realizan abortos. “El protocolo en ese caso es que venga con un adulto” y “entonces se le orienta con ese adulto”, se limitó a decir Febres. Este protocolo puede ser contraproducente, dijo la doctora Vale Moreno, ya que muchas menores no se atreven a hablar de lo que les ocurrió ante un adulto y menos si ese adulto podría ser el responsable de la violación o caso de incesto.

Un modelo importado de Estados Unidos 

En Estados Unidos, hay al menos 4,000 centros de crisis de embarazos. Por cada clínica de aborto, hay tres de estas pseudoclínicas, según un estudio sobre estos centros que abarcó nueve estados hecho por Alliance State Advocates. Utilizan tácticas de manipulación como infundir miedo con un “síndrome postaborto”, una enfermedad mental inexistente, pues no es reconocida por las Asociaciones Estadounidenses de Psicología y Psiquiatría.

Estos centros antiaborto recaudaron al menos $1,400 millones en el año fiscal 2022, cuando se revocó Roe v. Wade, cifra que incluye más de $344 millones en dinero público, según reveló The Guardian.

Por esta razón, a principios de este año la administración del presidente Joe Biden intentó prohibir que los centros utilicen fondos del programa de Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF), porque no cumplen con el propósito de prevenir los embarazos. Sin embargo, los republicanos en el Congreso bloquearon la propuesta.

En un intento por evitar que estos centros difundan información falsa o engañosa sobre el aborto, Illinois es uno de los pocos estados que aprobó una ley para sancionar e investigar dichas prácticas como un tipo de fraude en estos centros.

María: “Hope fue lo que más trauma me causó”

Cuando llegó el día de la cita para su aborto en Darlington Medical Associates, María fue con su novio. Cuando se dio cuenta de que había una Hope Women’s Clinic a pasos de la clínica abortiva, María se estremeció. “Se me pararon los pelos. Ahí fue donde dije: ‘diantre, estas personas tienen un fin’. Su única meta es atraer a estas personas vulnerables, aprovecharse de su vulnerabilidad y convencerlas a toda costa de tomar una decisión que ellas (las personas embarazadas) no quieren”, sostuvo.

Como el embarazo había avanzado, María no pudo utilizar la píldora abortiva y tuvo que recurrir a un aborto quirúrgico. A la fecha que María llegó por equivocación a Hope Women’s Clinic, aún estaba a tiempo para realizarse un aborto por medicamentos, un procedimiento más sencillo y económico.

La enfermera de Darlington Medical Associates sostuvo su mano durante todo el procedimiento y, al otro día, María se reportó a su trabajo, sin dolores ni remordimientos. Se sentía como si le hubieran quitado un peso de encima, relató.

“Ellos [Hope Women’s Clinic] te dicen que el aborto te causa un trauma, pero creo que lo que más trauma me causó no fue el proceso de terminación, sino las visitas a ellos y la manera en que quieren jugar con tus creencias y emociones para que tomes una decisión que no quieres tomar”, dijo María, quien contó su experiencia para que otras personas no pasen por lo mismo.

A pesar de que recibió más llamadas de Hope Women’s Clinic para saber la decisión que había tomado, María fue evasiva. “Definitivamente, el proceso se complicó por yo esperar”, reconoció. “Esa decisión no es más que mía y ellos [Hope] no respetaron eso de ninguna manera”.

Si necesitas un aborto, hay cuatro clínicas reguladas que podrían ayudarte: Darlington Medical Associates y Clínica IELLA en San Juan, Clínica de Planificación Familiar en Bayamón y Women’s Medical Pavilion en Carolina.

Este reportaje es posible, en parte, con el apoyo de la Beca Poder Elegir del Festival Zarelia que otorgó la Fundación El Churo en conjunto con Wambra Medio Comunitario y Oxfam Latinoamérica y Caribe.

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