Opinión
Por Alberto L. Martín Rivera*
Para las cooperativas el cierre del 2023 ha sido un año muy interesante. Han cerrado un periodo de bonanza, con las ayudas económicas tanto federales como estatales y por ejercicio propio, pero también de inquietudes. La inyección de estos fondos, sobre todo los fondos CDFI, ha permitido que las cooperativas aumenten sus reservas en forma significativa. Ha ayudado a aquellas cooperativas que en cierta medida requerían de un fondo importante para estabilizar su estructura de capital.
Las cooperativas tuvieron un aumento en su capital social real (todas las reservas, sin incluir los sobrantes, valores en inversión y obligaciones de capital) de 23% al cierre del 2023. Dentro de estas reservas, su reserva de capital indivisible aumentó a 6.28% de un 3.33% al cierre del 2023, posicionando su índice de capitalización de un 3.23% a 3.33%.
Las otras reservas tuvieron un aumento de $141 millones, posicionando su índice de capitalización de un 2.18% al 2022 a un cierre de 4.07% cierre de 2023. Esto sin considerar los sobrantes ni la reserva valores de inversiones ni capital indivisible.
Puedo deducir en forma aproximada, y sujeto a corrección, que sobre el 50% provino de una inyección de los fondos CDFI de $226 millones al 2023, siendo la diferencia en utilización para estructuras físicas, tecnología y otros.
Independientemente de la utilización de estos fondos, las reservas tienen que ser índice de salud financiera. Estas reservas, sobre todo, la reserva de capital indivisible, que es una reserva obligatoria e irrepartible, deben ser colchones económicos que aseguren a las cooperativas su continuidad tanto en su desarrollo estructural como en sus demás faces. En este momento las cooperativas han superado el índice de 6% proyectado a una corrida de 7.40%.
Actualmente, las cooperativas regulan su contabilidad con el sistema RAP (Principios Contables Reglamentarios) pero deben cambiar a las normas de contabilidad GAAP al 2025, afectando los números contables de las cooperativas en el área patrimonial. Además de los vientos políticos del norte que no son nada atractivos.
Ya he dicho en otros escritos que la reserva que identifica la fortaleza ante situaciones difíciles de una cooperativa es combatida por su estabilidad en la reserva del capital indivisible. Esta es la reserva que debe resaltar en su espejo financiero. Para esto he sugerido que al menos esta reserva debe estar en 4% a los activos totales porque este índice asegura un alto índice de cobertura para los activos sujeto a riesgo, que por ley se exige como mínimo el 8%. Además, el índice del 4% garantiza al menos la distribución entre la reserva de capital indivisible en el 50% de las reservas totales, siendo el restante 50% (hipotéticamente) en “otras reservas” con las subdivisiones que identifique el compromiso patrimonial al lector. Actualmente estas reservas se componen capital indivisible en 45% y las “otras reservas” (no incluye valores de inversión ni el sobrante, ni obligaciones de capital, ni capital indivisible) el restante 55%. Debe ser una posición invertida. Esto porque el grupo total solo mantiene el 3.33% del índice sugerido de 4%.
Otra aspecto, que no se ve en casi todas las cooperativas, es la falta de una reserva para valores de inversiones. De una muestra de 59 de 96 cooperativas a 2022-23, las pérdidas no realizadas para las inversiones “retenidas hasta su vencimiento” aproximadamente son de $148 millones. Es una contingencia, ya que la misma no se reconoce como pérdida real hasta que se realice su venta, su salida, en ese momento se reconoce la ganancia o pérdida de su valor original. Estas inversiones se poseen “hasta su vencimiento” recogiendo su valor original, de no ocurrir nada extraño en el gobierno. Actualmente sí se reconoce las pérdidas o ganancias no realizadas de las inversiones “disponibles a la venta” en la sección patrimonial. Los datos estadísticos de COSSEC presentan en esta reserva $106 millones en pérdidas no realizadas, sino acumuladas. Esto es una reducción al año anterior que presentó $129 millones, o lo mismo 17.9%. Por lo que es necesario levantar una reserva de valores que se distinga de la “reserva contingente” para mitigar el efecto negativo que surja en el cómputo del “Fondo de Redención” (Obligación de Capital, Reglamento 7051) de estos valores actuales y por reconocer.
Entre los factores que fortalecen las reservas, están: 1) mantener al menos un “spread” importante entre el coste financiero y su tasa ponderada (este tema fue presentado en unos de mis escritos titulado “Las Cooperativas pagan altos intereses”); 2) continuar reduciendo sus gastos generales y administrativos. Mi sugerencia es mantener sus inversiones en no más del 20% de sus activos totales; 3) aportar al capital indivisible no menos del 15% hasta alcanzar el 4% como indicador de buena estabilidad. Considero que COSSEC debe revisar la ley donde indica una aportación mínima del 5%.
Las cooperativas se han concentrado en aumentar las “otras reservas”, asi que es imposible que con el mínimo de aportación se pueda lograr alcanzar un índice del 4%. Recordemos que uno de los problemas de la estructura de capital de una cooperativa es que el aumento del capital social real solo es aumentado por la vía más difícil, su ingreso.
Las cooperativas no están para brindar solamente bajos intereses en sus activos, ni pagos de altos intereses en sus pasivos en desproporción de su principal competencia. Antes que nada, la cooperativa está para brindar un servicio que ninguna otra institución nos brinda, sea por las razones que sean. Si lastima su costado financiero llegará el momento donde ella nos dirá “no más, véndeme o cierra.” La cooperativa existe como ente jurídico, pero se mueve con su junta de directores, sus administrativos y sus socios que le dará un sentido de continuidad.
En los años de bonanza es el momento para aumentar las reservas y reducir el gasto, siempre mirando el futuro. Aumentando la reserva indivisible las cooperativas no tendrían que depender de ayudas de otras agencias para resolver problemas demostrando una sana administración en la prevención en pro del bienestar de sus socios. Mientras, capitalicemos lo que hemos recibido.
Como dijo un gran y exitoso banquero, aplicándolo a las cooperativas, “No existen crisis bancaria, existen bancos mal planeados, mal dirigidos, y en algunos casos deshonestamente administrados. …en una economía de mercado cada empresa debe ser responsable de sus propios actos, sin que la comunidad, en general, o la de un determinado sector económico, en particular, tenga que acudir a resolver los problemas creados por una administración incompetente, culposa y, a veces, hasta delictiva, de determinados administradores”, Emilio Botín-Sanz de Sautuola y García de los Ríos, expresidente de Banco Santander, en “Banco Santander 150 años de historia 1857-2007″.
- El autor es un empleado retirado de la banca comercial, con una experiencia de 40 años de servicio.