Opinión
Por José G. García López*
Hace ya casi dos décadas conocí a Don Alfredo Salazar Conde siendo el presidente por segunda ocasión del Banco Gubernamental de Fomento para Puerto Rico. En este momento yo era director auxiliar en la Oficina de Estudios Económicos y llevaba más de 20 años en el Banco. Me llamó a su oficina un día que me iba de vacaciones y, luego de saludarme, dijo: Necesito que te reportes el lunes a la Oficina del secretario de la Gobernación para que seas el Asesor Auxiliar de Asuntos Económicos del Gobernador. Para mi fue muy impresionante que, casi sin conocernos mucho, me concediera una confianza del tal magnitud, honor y privilegio.
A partir de este momento, no solo fue mi mentor sino un fiel amigo. Con Don Alfredo tuve el privilegio de participar en múltiples proyectos importantes en el Banco y acompañarlo a presentar ponencias ante la Asamblea Legislativa durante la crisis fiscal del 2006. Recuerdo como él se desempeñaba con tanto respeto, amabilidad y elegancia ante los legisladores, no importara fueran del partido de gobierno o de las minorías. Habiendo tenido una exitosa y productiva carrera en el sector financiero, donde fungió de presidente del Chase Manhattan Bank en Puerto Rico, Argentina, Brasil, el Banco de Ponce y director de Fomento Económico, más su sólida preparación académica en economía y finanzas; yo estaba ante un ejecutivo y servidor público de primer orden. Esa “madera fina” que tenía Don Alfredo tanto a nivel intelectual como profesional; no solo la reflejaba en sus funciones ejecutivas, sino que lo transmitía con sus ejemplos de compromiso con la excelencia.
Recuerdo que me contaba como, junto a Don Guillermo Rodríguez Benítez, expresidente del Banco, lidiaron aquella primera crisis fiscal 1975, donde al Gobierno de Puerto Rico se le cerraron los mercados de crédito en Estados Unidos. Me decía que Don Guillermo, el cual consideraba su mentor, y él se reunieron en varias ocasiones con representantes de los tenedores de bonos del Estado Libre Asociado hasta poder presentarles un instrumento de financiamiento que permitiera sacar al País del atolladero fiscal. Otra difícil situación fiscal la volvió a enfrentar con gallardía en el 2006; donde logro diseñar los bonos de la Corporación del Fondo de Interés Apremiante (COFINA), cuya fuente de repago fue el IVU como mecanismo para el refinanciamiento de la deuda extra constitucional.
Luego de haberme jubilado del Banco, nuestra amistad se continuó fortaleciendo y nos reuníamos para conversar sobre el futuro económico del País. En esta etapa de su “retiro parcial” estuvo muy activo en el sector privado como director ejecutivo de la Fundación Carbajal y la del Exgobernador Rafael Hernández Colón. Aquí organizó un internado para jóvenes interesados en el servicio público y me invitó a darles una conferencia sobre desarrollo económico. Así una mañana me recogió y nos fuimos en su auto a Ponce, donde está la Fundación RHC, y nos reunimos con su director ejecutivo para discutir el proyecto educativo de internado; el cual ya ha graduado a cientos de estudiantes.
Que más puedo decir de este gran puertorriqueño visionario, maestro y amigo, Don Alfredo Salazar, que darle gracias a nombre de los servidores públicos que aprendimos tanto de él y su compromiso con el desarrollo económico de nuestra Patria. Rogamos al Todopoderoso que descanse en paz y a su familia va nuestras condolencias. Vivirá por siempre Don Alfredo entre nosotros.
- El autor es economista jubilado del Banco Gubernamental de Fomento y profesor de la Escuela Graduada de Administración Publica de la UPR.