Opinión
P0r Héctor Tavárez*
Históricamente los gobiernos, incluido el de Puerto Rico, han dirigido sus esfuerzos para impulsar el crecimiento económico en sus respectivos países. Para conseguir este objetivo, los gobiernos han apostado a la inversión extranjera, aumentos en la producción de la manufactura, creación de mayores oportunidades de empleo, entre otros. Durante las últimas décadas, el gobierno de Puerto Rico ha cambado su discurso, promoviendo el desarrollo económico. Sin embargo, los esfuerzos van dirigido al mismo concepto, crecimiento económico, y poco tiene que ver con desarrollo económico. Es decir, como parte de sus estrategias, el gobierno local sigue persiguiendo el crecimiento económico. Lamentablemente, tampoco han incorporado adecuadamente el ambiente como eslabón clave del desarrollo económico. ¿Qué es crecimiento económico? ¿Es crecimiento y desarrollo económico lo mismo? ¿Cómo se mide el desarrollo económico? ¿Es el ambiente un elemento fundamental para el desarrollo económico? ¿Cómo se impulsa el desarrollo económico? A continuación, se discuten cada uno de estos conceptos.
El crecimiento económico se enfoca en la producción (i.e., ingresos) de bienes y servicios de un país. El indicador regularmente utilizado para medir el crecimiento económico es el Producto Interno Bruto (PIB). Para cuantificar este indicador por el lado del gasto se agrega el consumo, gastos del gobierno, la inversión y las exportaciones netas (exportaciones menos importaciones), midiendo la riqueza del país. Sin embargo, en Puerto Rico típicamente se utiliza el Producto Nacional Bruto (PNB) como el principal indicador macroeconómico de la riqueza nacional. Esto se debe a la presencia de empresas foráneas que transfieren una cantidad enorme de ingresos (relativo al tamaño de la economía local) fuera de la isla. Esto socava la utilidad del PIB como indicador de riqueza nacional. El PNB, al no incluir estos ingresos que se fugan, resulta más representativo de la realidad local. Es una situación macroeconómica inusual, pero que también ocurre en otras economías notables, como en el caso de Irlanda.
El desarrollo económico, a diferencia del crecimiento económico, implica prosperidad y mejora en la calidad de vida de los residentes. El índice de desarrollo humano (IDH), elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), es usado en ocasiones como un indicador de desarrollo económico. Este incluye elementos de economía, educación y salud. Específicamente, bajo los criterios del IDH, para impulsar el desarrollo económico es necesario aumentar el PIB per cápita, los años esperados de escolaridad, la media de escolaridad y la expectativa de vida al nacer.
Uno de los problemas del PIB y el IDH es que no calculan el valor y aportación del ambiente a la calidad de vida de los residentes. Tampoco toman en consideración los daños ambientales como consecuencia de la producción nacional, incluyendo la deforestación para expansión urbana y agrícola, erosión costera por construcciones indebidas, problemas de salud como consecuencia de la acumulación de contaminantes, la contaminación de los cuerpos de agua debido al mal manejo de desperdicios, entre otros.
El ambiente y los ecosistemas forman parte integral del desarrollo económico debido a todos los beneficios que proveen. Los recursos naturales que provee el ambiente como el agua, aire, suelo y biodiversidad de especies dan soporte a la agricultura, las industrias, los restaurantes, el turismo, entre otros. Es decir, son insumos de producción en muchos sectores de cualquier economía. Por ejemplo, el agua es necesaria para la manufactura y producción agrícola; la biodiversidad de especies contribuye a mejores paisajes y belleza escénica para el turismo; los polinizadores aumentan la calidad y producción en la agricultura; el suelo saludable mejora y permite la producción agrícola; la calidad del aire afecta los precios de venta de las propiedades y, por lo tanto, el mercado de bienes raíces; etc.
El agua limpia y accesible no solamente es importante para consumo humano, sino que también es crucial para mantener la higiene en los hogares. El aire limpio es necesario para evitar enfermedades respiratorias. Esto afecta indirectamente la salud de las personas, lo cual es uno de los indicadores de desarrollo humano, según el IDH. A su vez, las personas que quedan vulnerable por falta de higiene adecuada incurren en mayores costos por enfermedad, afectando las economías de los hogares. El agua, además, ayuda a mantener los huertos caseros en zonas rurales y urbanas. Esto contribuye a mayor acceso a alimentos y nutrientes necesarios en muchos hogares de escasos recursos económicos, contribuyendo a la salud del hogar.
Los ecosistemas proveen múltiples servicios ecosistémicos que son de gran beneficio para las sociedades. Por ejemplo, los bosques mejoran la calidad del agua, purifican el aire, son hábitat para la biodiversidad de especies, incluyendo los polinizadores, mejoran la salud del suelo, proveen espacios culturales, etc. Los humedales, por otro lado, son hábitat de peces, anfibios, crustáceos y reptiles, mitigan los efectos adversos de las tormentas y reducen la erosión costera. Los gobiernos y compañías privadas tienen que incurrir en gastos adicionales si estos beneficios no son ofrecidos por estos ecosistemas. Por lo tanto, los ecosistemas afectan indirectamente el desarrollo económico en múltiples maneras. Asimismo, estudios pasados han demostrado que los ecosistemas forestales, por ejemplo, contribuyen a mantener un peso corporal más adecuado, a la salud mental de los individuos, a reducir la criminalidad (aunque en algunos casos se ha observado una correlación bidireccional), aumentan la seguridad alimentaria y contribuyen a otros elementos fundamentales que afectan la prosperidad y calidad de vida de los humanos.
Es importante mencionar que invertir en el ambiente también puede generar empleos directos e indirectos. Por ejemplo, manejar los ecosistemas requiere de personal administrativo, mano de obra e investigaciones científicas que contribuyan al desarrollo sostenible, y para esto se requiere personal adiestrado que atienda las necesidades de los ecosistemas, afectando el empleo directamente. Por otro lado, el ecoturismo genera empleos directos e indirectos durante la visita de los turistas y visitantes locales a los parques nacionales y ecosistemas. Por ejemplo, los turistas invierten dinero en alojamiento, comida, transportación, entrada a parques y atracciones, souvenir, etc. Todos estos gastos generan empleos directos y un efecto multiplicador en la economía del país, creando otros empleos indirectos.
Para finalizar, es importante diferenciar entre crecimiento y desarrollo económico. Es hora de que los discursos de desarrollo económico queden a un lado si no se abordan adecuadamente, y que no confundan a los ciudadanos con terminologías catchy para aparentar ser más elocuente. Debido a la contribución valiosa del ambiente con el desarrollo económico, es imprescindible que el estado apoye iniciativas ambientales no solamente estableciendo reglamentos y creando leyes, sino que también se asignen los fondos necesarios a las agencias de interés. Esto permitiría reclutar personal nuevo y adiestrar el personal existente en las diferentes agencias, restaurar ecosistemas, crear planes de manejos sustentables, subvencionar estudios científicos para entender mejor la resiliencia económica y ecológica, educar sobre la importancia del ambiente en las comunidades, etc. Esto permitiría salvaguardar los recursos naturales y los ecosistemas, los cuales proveen servicios ecosistémicos para beneficios de los seres humanos. El rol del estado es crear las bases para que las agencias promuevan el desarrollo económico.
* El autor es catedrático asociado en el Departamento de Economía Agrícola y Sociología Rural de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez.