Opinión

Por Héctor Romero Ramírez*

El 30 de marzo de 2023, Sin Comillas publicó una columna de mi autoría titulada: “¿La economía de Puerto Rico se encuentra en una “burbuja” de fondos federales?”. En dicha columna se pretendió abordar el hecho de que en los últimos años sobre la estructura productiva de Puerto Rico no ha ocurrido un cambio de paradigma y que la mayoría de las políticas económicas establecidas en la Isla se limitan a ejercicios que no han generado cambios significativos debido a su simpleza y falta de profundidad. Además, se destacó que el único cambio de paradigma que ha experimentado nuestro país en materia económica es la aprobación de fondos federales en cantidades nunca antes vistas, fondos que según algunos estimados superarán los $120,000 millones.

Posteriormente, la Junta de Supervisión Fiscal (JSF) publicó los tres volúmenes de su Plan Fiscal Certificado de 2023. En el primer volumen, específicamente en el Exhibit 3 de la página 15, la JSF presentó una visualización sobre el comportamiento del Producto Nacional Bruto (PNB) en los últimos años y sus proyecciones sobre esta variable hasta el 2025. De dicha visualización se desprende que la economía creció en un 3.1% en 2021 y durante el año 2022 creció en un 2%, mientras que la JSF proyecta que el crecimiento de la economía será negativo al menos hasta el 2025.

Sin embargo, al realizar una simulación de extraer los fondos federales del PNB real, la JSF estima que durante el 2021 la economía solo creció en un 1% y durante el 2022 el crecimiento económico fue de -0.4%. Mientras que proyecta que sin los fondos federales la economía se contraerá aún más entre 2023 y 2025. Naturalmente, estos datos de la JSF sugieren que la economía de Puerto Rico efectivamente se encuentra en una burbuja de fondos federales. Ante esta posibilidad es necesario tomar medidas que permitan que la economía crezca de manera sostenida y sustentable en el mediano y largo plazo.

Estas medidas deben enfocarse en varios factores, entre ellos la acumulación de capital, promover una base industrial de capital local, estimular los eslabonamientos entre industrias, estimular la innovación, resguardar los recursos naturales, desarrollar los sectores agrícolas, invertir en la Universidad de Puerto Rico y otras iniciativas que son vitales para el crecimiento y desarrollo de nuestra economía. Uno pensaría que estas prioridades están recogidas dentro de un plan de crecimiento y desarrollo que tenga al menos los siguientes elementos:

1.     Visiones y metas claras.

2.     Objetivos que sean medibles y contrastables.

3.     Estrategias puntuales y concretas no basadas en oportunidades coyunturales.

4.     Procedimientos que serán seguidos para lograr los objetivos, estrategias e iniciativas.

5.     Planes de ejecución.

Sin embargo, como muy bien señalaron las colegas Martha Quiñones y Alba Brugueras en su columna “La falta de un plan y el desarrollo que necesitamos”, el marco estratégico publicado por el Departamento de Desarrollo Económico y Comercio durante 2022 parece ser un simple listado de propósitos y enfoques que no incorporan los elementos anteriormente mencionados. Ante esta realidad es importante que se definan nuestros objetivos de crecimiento y desarrollo económico y luego vincular esos objetivos con políticas industriales y comerciales.

*El autor es economista y trabaja como asesor en la Comisión de Hacienda del Senado. Es secretario de la Junta de Directores de la Asociación de Economistas de Puerto Rico.