Edward, de 22 años, lleva tres años trabajando como criado en un barrio elegante de Filipinas, y agradece tener un empleo. (OIT/J. Aliling)

Los trabajadores domésticos constituyen una parte importante de la mano de obra mundial en el empleo informal y se encuentran entre los grupos de trabajadores más vulnerables

Por redacción de Sin Comillas

La esclavitud no es una reliquia del pasado que creíamos abolida. Su versión moderna cuenta actualmente con unos 50 millones de personas, de acuerdo con las últimas estimaciones mundiales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre este tipo de servidumbre.

La mayoría de estas personas, 28 millones, son víctimas de trabajos forzados y el resto, 22 millones, viven atrapadas en matrimonios forzados. Unas cifras que no pararon de crecer durante los últimos cinco años, con 10 millones más de personas en situación de esclavitud moderna en comparación con las estimaciones mundiales de 2016.

El informe del organismo especializado destaca que el fenómeno de la esclavitud moderna aparece en casi todos los países del mundo, y que trasciende líneas étnicas, culturales y religiosas. Más de la mitad (52%) de todos los trabajos forzados y una cuarta parte de todos los matrimonios forzados se produce en países de renta media-alta o alta.

El trabajo forzoso se da mayoritariamente en el sector privado

La mayoría de los casos de trabajo forzoso -86%- se localizaron dentro de la economía privada y el restante 14% se dio en el ámbito estatal. Un 63% de los afectados por esta forma de explotación trabaja en diversos sectores y un 23% se desempeña en la explotación sexual comercial forzosa, un área en la que casi cuatro de cada cinco personas son mujeres o niñas.

El número total de mujeres y niñas en situación de trabajo forzoso suma 11.8 millones, mientras que el número de niños que lo padecen y tampoco acuden a la escuela son más de 3.3 millones.

Los trabajadores migrantes presentan más del triple de probabilidades de estar en situación de trabajo forzoso que sus contrapartes no migrantes. Aunque la migración por causas laborales tiene un efecto ampliamente positivo en las personas, los hogares, las comunidades y las sociedades, este hallazgo demuestra cómo los migrantes son particularmente vulnerables al trabajo forzoso y a la trata de personas, ya sea causada por la migración irregular, o por las prácticas de contratación injustas y poco éticas.

El director general de la OIT, Guy Ryder, calificó de “escandaloso” el hecho de que no se produzcan mejoras en la situación de esclavitud, ya que “nada puede justificar” la perpetuación de “este abuso fundamental de los derechos humanos”.

“Sabemos lo que hay que hacer, y sabemos que se puede hacer. Es fundamental contar con políticas y regulaciones nacionales eficaces. Pero los gobiernos no pueden hacerlo solos. Las normas internacionales proporcionan una base sólida, y es necesario un enfoque que incluya a todas las partes. Los sindicatos, las organizaciones empresariales, la sociedad civil y los ciudadanos de a pie tienen un papel fundamental que desempeñar”.

Por su parte, el director general de la Organización Internacional para las Migraciones destacó que el informe “subraya la urgencia de garantizar” que cualquier forma de migración “sea segura, ordenada y regular”. António Vitorino afirmó que “la reducción de la vulnerabilidad de los migrantes al trabajo forzoso y a la trata de personas depende, en primer lugar, de marcos políticos y jurídicos nacionales que respeten, protejan y hagan realidad los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los migrantes -y de los migrantes potenciales- en todas las etapas del proceso migratorio, independientemente de su situación migratoria”.

Se sospecha que hay más casos de matrimonio forzado  

Durante el último lustro el número de matrimonios forzados creció en 6.6 millones alcanzado un total de 22 millones. Sin embargo, el organismo matiza que el número de casos, especialmente los que afectan a niños menores de 16, es probablemente mucho mayor de lo que reflejan las estimaciones actuales, ya que se basan en una definición restringida y tampoco incluyen todos los matrimonios infantiles.

“El matrimonio forzado está estrechamente vinculado a actitudes y prácticas patriarcales muy arraigadas y depende en gran medida del contexto”, alerta el estudio que también destaca que la abrumadora mayoría de los matrimonios forzados (más del 85%) fue impulsada por la presión familiar.

Pese a que dos tercios (65%) de los matrimonios forzados se dan en Asia y el Pacífico, contando el tamaño de la población regional, la mayor prevalencia de uniones forzosas se produce en los Estados árabes, con 4,8 personas por cada 1000.

Recomendaciones del informe

El estudio de la Organización Internacional del Trabajo propone una serie de medidas que, de adaptarse rápida y conjuntamente, supondrían un avance significativo para acabar con la esclavitud moderna. Por ello propone:

  • Mejorar y hacer cumplir las leyes y las inspecciones de trabajo
  • Poner fin al trabajo forzoso impuesto por el Estado
  • Reforzar las medidas para combatir el trabajo forzoso y la trata de personas en las empresas y las cadenas de suministro
  • Ampliar la protección social, y reforzar las protecciones legales, incluida la elevación de la edad legal para contraer matrimonio a los 18 años sin excepción
  • Abordar el mayor riesgo de trata y trabajo forzoso para los trabajadores migrantes,
  • Promover la contratación justa y ética
  • Fomentar un mayor apoyo a las mujeres, niñas y personas vulnerables