Por redacción de Sin Comillas

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha actualizado los proyecciones para la economía mundial y prevé un crecimiento de 3.2% este año, un descenso de 0.4 puntos porcentuales con respecto a las proyecciones de de abril. La economía había crecido 6.1% el año pasado. En 2023, se espera que la política monetaria comience a hacer efecto y el crecimiento mundial sea de tan solo 2.9%.

Pero el FMI advierte que si los flujos de gas a Europa se reducen y la inflación empeora, el crecimiento podría llegar a solo 2.9% este año y un 2% en 2023. El período de 2020 a 2023 sería uno de los peores resultados de crecimiento mundial de la historia desde la posguerra.

Las condiciones económicas han empeorado desde principios de este año, debido a la invasión rusa de Ucrania, la debilidad económica en China y la lucha de los bancos centrales para controlar la inflación. Durante el segundo trimestre de este año, la economía mundial se contrajo, debido a la desaceleración de China y Rusia, mientras que el gasto de los hogares en Estados Unidos no alcanzó las expectativas. Varios shocks han sacudido una economía mundial ya debilitada por la pandemia: una inflación superior a lo previsto en todo el mundo —sobre todo en Estados Unidos y las principales economías europeas— que ha provocado el endurecimiento de las condiciones financieras; una desaceleración peor de lo previsto en China, consecuencia de los brotes de la COVID-19 y los confinamientos, y las nuevas repercusiones negativas de la invasión a Ucrania.

En Estados Unidos, el crecimiento inferior registrado a principios del año, la pérdida de poder adquisitivo de los hogares y una política monetaria más restrictiva provocaron una revisión a la baja de 1.4 puntos porcentuales en Estados Unidos. Ahora se prevé que la economía de Estados Unidos crecerá 2.3% este año, tras una subida de 5.7% el año pasado.

En China, los nuevos confinamientos y el agravamiento de la crisis del sector inmobiliario han obligado a revisar a la baja el crecimiento en 1.1 puntos porcentuales, hasta 3.3%. Por su parte, en Europa, las significativas rebajas son un reflejo de las repercusiones de la invasión rusa de Ucrania y el endurecimiento de la política monetaria.

La inflación mundial se ha revisado al alza debido a los precios de los alimentos y la energía y los persistentes desequilibrios entre la oferta y la demanda, y se prevé que este año se sitúe en 6.6% en las economías avanzadas y 9.5% en las economías de mercados emergentes y en desarrollo.

De cara al futuro las cosas seguirán empeorando. La invasión de Ucrania podría paralizar las importaciones de gas ruso en Europa; la inflación podría ser más difícil de reducir de lo que se esperaba; el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales podría causar sobreendeudamiento en economías de mercados emergentes y en desarrollo; los nuevos brotes de COVID-19 y confinamientos, así como un empeoramiento de la crisis en el sector inmobiliario, podrían inhibir aún más el crecimiento en China, y la fragmentación geopolítica podría obstaculizar el comercio y la cooperación mundiales.

El escenario puede ser aún peor. Si los riesgos se materializan y la inflación aumenta todavía más, el crecimiento mundial se reducirá 2.6% y 2.0% en 2022 y 2023, respectivamente.

“Mientras el aumento de precios sigue reduciendo el nivel de vida en todo el mundo, la máxima prioridad de las autoridades económicas debería ser el control de la inflación. El endurecimiento de la política monetaria tendrá sin duda costos económicos reales, pero retrasarlo no hará sino exacerbarlos”, apunta el organismo que dirige Kristalina Gueorguieva.

El FMI recomienda que las políticas dirigidas a hacer frente al alza en los precios de la energía y los alimentos deben centrarse en quienes se han visto más afectados, sin distorsionar los precios.