Alba J. Brugueras Fabre. (Foto suministrada)

Opinión

Por Alba J. Brugueras Fabre*

¿Cómo terminó el año fiscal 2021? ¿Cuán efectivas fueron las políticas económicas ejecutadas para atender los altibajos del país durante el año?, y ¿cómo compara con años anteriores? Además, ¿qué podemos esperar en los próximos años para el país?

La respuesta a estas preguntas es que no sabemos. No las podemos contestar porque no se han divulgado los resultados del cierre del año fiscal 2021. Lo que, sí sabemos, es que tenemos un presupuesto para el próximo año fiscal. Es decir, se publicó el plan de trabajo económico para el año fiscal 2023, que comienza este junio.

Ahora pregunto, ¿es posible tomar decisiones sin conocer el estado de la economía o sin conocer el impacto de las acciones realizadas? Parece que no hemos aprendido del pasado, o del trauma del impago, de la pérdida de empleos, de la escasez de productos básicos, ni de la crisis en que llevamos sumergidos por más de 14 años.

Las estadísticas juegan un papel crucial para los países. Las estadísticas permiten la comprensión del comportamiento de la oferta y la demanda, los cambios en la producción, el ingreso per cápita, el crecimiento de la economía, y de eventos económicos. Para los que usamos las estadísticas con cierta frecuencia, no tener un sistema confiable, ágil, accesible y oportuno nos impacta en nuestra capacidad de análisis, comprensión y desarrollo de recomendaciones. Es decir, no tener el panorama completo de la experiencia económica nos limita conocer sobre la efectividad de las políticas económicas ejecutadas. Por lo que, un sistema de estadísticas a tiempo, y la calidad de las estadísticas, impactan las decisiones de todos los sectores en la economía.

Por ejemplo, la publicación anual del producto bruto (PB), que en Puerto Rico se realiza casi 10 meses luego de haber terminado el año fiscal, es un indicador que brinda información sobre el tamaño de la economía y su desempeño. Utilizamos la tasa de crecimiento del PB real (medida ajustada a la inflación) a menudo como indicador sobre el estado general de la economía. Un aumento del PB real se interpreta como una señal de que la economía va bien en términos de producción e ingresos (tal como fue desarrollado por Simon Kuznets). Para economistas, el PB es una fotografía que presenta la producción y el crecimiento económico en un momento particular. Tanto la producción económica como el crecimiento tienen un gran impacto en casi todo dentro de una economía.

Ahora bien, no hay instrumento perfecto, y el PB no es una excepción. Por mucho que a nosotros y nosotras economistas nos guste usar el PB como una medida de la producción, tiene ciertas limitaciones. El cálculo del PB deja fuera parte de la producción de la economía (y toda actividad no remunerada o la economía del cuidado), y aunque se usa en ocasiones para capturar el bienestar de una sociedad, no tiene esa intención y, deja aspectos relevantes de la sociedad y del convivir, como el bienestar social, la sostenibilidad o los daños al entorno natural que nos rodea.

No obstante, el saber a tiempo cómo terminó el año fiscal, nos permite conocer no solamente si hubo o no crecimiento económico, sino que nos indica nuestra capacidad productiva, el ingreso, los gastos en una economía, la deuda, la actividad financiera y comercial internacional y el impacto de los esfuerzos del gobierno. Con este informe anual, podemos adecuadamente asignar los recursos necesarios para proporcionar los bienes y servicios públicos que necesitan los ciudadanos y las ciudadanas, como la atención médica, la educación, la protección social, entre otros servicios básicos. Esto, a pesar de que, el PB en realidad no mide la salud, la educación, la igualdad de oportunidades, el cuidado del medioambiente, ni la calidad de vida. Sin embargo, lo que medimos es esencial porque nos sirve de guía de lo que hacemos y es necesario para comprender y diseñar políticas económicas efectivas y sensibles. Además, se realizan proyecciones de corto plazo para estimar el impacto potencial de los esfuerzos e inversiones en el país.

Necesitamos datos y métricas para la toma de mejores decisiones basadas en resultados. Sin olvidar, que la divulgación oportuna y el acceso a la información es esencial para que la academia, las empresas, las sin fines de lucro y diversos grupos, sean partícipes de la discusión, del análisis y las recomendaciones al país, mientras son agentes que fiscalizan la transparencia y la rendición de cuentas. Además, necesitamos una asignación presupuestaria adecuada a las agencias para el mantenimiento, la revisión de metodologías y el manejo efectivo de los datos. Más aún, necesitamos una visión sostenible de país de largo plazo que incluya mecanismos de medición, confiables, ágiles y oportunos.

  • La autora fue presidenta de la Asociación de Economistas de Puerto Rico (2018-2019, 2020-2021) y es catedrática auxiliar, Universidad del Sagrado Corazón.