Por redacción de Sin Comillas

Después de 13 días de negociaciones, los 197 países participantes en la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), se despiden aprobando el llamado “Pacto del Clima de Glasgow”, un texto que recalca la necesidad de limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 grados, aun reconociendo que los compromisos están todavía lejos de poder lograrlo.

Si al inicio de la cumbre se hablaba de “momento histórico” y de la “última oportunidad” para solucionar el problema del calentamiento global, la reunión que terminó el domingo, con un día de retraso, ha decepcionado a muchos países. Se trata de un acuerdo “imperfecto”, pero se ha logrado un avance en la reducción de gases de efecto invernadero y en la lucha contra los combustibles fósiles, la principal causa del calentamiento global.

También se logró completar las reglas para la implementación del Acuerdo de París (2015), que habían estado pendiente durante seis años.

António Guterres, secretario general de Naciones Unidas (ONU), advirtió que el mundo sigue estando a las puertas de una “catástrofe climática” y que la COP26 ha dado “pasos hacia adelante que son bienvenidos, pero no son suficientes”.

El texto aprobado reconoce que al aumento de las temperaturas es ya de 1.1 grados con respecto a la era preindustrial y recuerda cómo las emisiones deberían reducirse un 45% en el 2030 para no superar los 1.5 grados a finales de siglo.

El acuerdo sobre el clima firmado por EEUU y China fue uno de los momentos importantes de la COP26. Aunque no incluye ningún compromiso firme, China ha prometido elaborar un plan para reducir sus emisiones de metano.

Voces boricuas en COP26

Con un llamado a “globalizar la esperanza”, la productora agroecológica puertorriqueña Marissa Reyes Díaz resumió la postura de los agricultores a pequeña escala, como portavoz de la constituyente de agricultores representada por primera vez en la plenaria civil de la COP26 en Escocia.

Marissa Reyes Díaz, de la Organización Boricuá. (Foto suministrada)

Reyes Díaz y Katia Avilés Vázquez, de la Organización Boricuá de Agricultura Ecológica de Puerto Rico, representaron a Puerto Rico entre las delegaciones de islas que reclaman atención particular al impacto del cambio climático.

“Los movimientos campesinos, la agroecología y el movimiento por la soberanía alimentaria son soluciones reales para atender el cambio climático que ponen los sistemas agrícolas en manos de la gente y no de industrias […] Propuestas como la de la geo-ingeniería agrícola son distracciones peligrosas que disfrazan la inacción y permiten a los países contaminantes seguir empujando a las comunidades marginadas y al Sur hacia la catástrofe climática. Globalicemos la lucha. Globalicemos la esperanza”, expresó Reyes Díaz.

Reyes Díaz y Avilés Vázquez hablaron también en representación de la Organización Boricuá de Agricultura Ecológica de Puerto Rico con quienes colaboraron La Vía Campesina y la delegación It Takes Roots.

Durante la mañana del jueves se unieron voces de representantes de Haití, República Dominicana, Islas Marianas, Saint Croix, San Andrés & Providence Islands, entre otras islas-países todas con trasfondos coloniales, para reclamar atención a sus condiciones.

Desde el Pacífico hasta el Caribe, el calentamiento global tiene un impacto particular en islas y archipiélagos por la erosión de sus costas, los cambios en sus ciclos agrícolas y el fortalecimiento de las temporadas de tormentas, entre otros efectos del cambio climático. De ahí que estas delegaciones hacen un llamado a “la descolonización y desmilitarización de países-islas, la cancelación de sus deudas, y la devolución de tierras a poblaciones ancestrales”.

“Coincidimos en la necesidad de un fondo viable de reparaciones, por lo que se nos debe del coloniaje y la carga desigual respecto al cambio climático”, dice la declaración de los pueblos isleños. “Reclamamos prioridad para el bienestar comunitario por encima del desarrollo económico. Vemos las soluciones falsas (como el cero neto) como distracciones que permiten que los patrones de consumo del Norte usen los recursos de las geografías no representadas”, en referencia a países y regiones que no participan en igualdad de condiciones en las conversaciones y negociaciones de medidas para detener el cambio climático.