Por Jeniffer Wiscovitch Padilla | Centro de Periodismo Investigativo

A pesar de que el Departamento de Salud (DS) reconoce que las pruebas de antígenos tienen grandes limitaciones al momento de diagnosticar COVID-19, ya que pueden dejar escapar hasta el 67% de los casos, esa agencia decidió utilizar únicamente esta forma de cernimiento para los niños y niñas ante su regreso a la escuela.

Aún así, una investigación del Centro de Periodismo Investigativo (CPI) encontró que ni el DS ni el Departamento de Educación hicieron las pruebas de COVID-19 antes de la apertura en abril ni durante la clases presenciales como dicta el Protocolo para la Vigilancia de COVID- 19 del Sistema educativo de Puerto Rico hecho por el DS, dejando a los menores a su suerte y derrochando recursos públicos durante el mes en que se reanudaron las clases parcialmente  en las aulas.

La información fue confirmada la semana pasada por una fuente interna del DS que habló bajo condición de anonimato y por Danilo T. Pérez Rivera, coordinador de análisis de datos del Sistema Municipal de Investigación de Casos y Rastreo de Contactos (SMICRC). Además, la colgada secretaria de Educación, Elba Aponte, ya lo había dejado ver durante su vista de confirmación el pasado 5 de abril.

“Nosotros, si tenemos casos sospechosos, se les coordina la prueba con la epidemióloga del municipio y con el Departamento de Salud”, sostuvo Aponte a preguntas de la senadora María de Lourdes Santiago.

Las pruebas de antígenos deben hacerse semanales, irrespectivo de casos sospechosos, según el protocolo. Además, debe darse énfasis a las escuelas con riesgo sustancial de contagio o color naranja, haciéndole pruebas dos veces por semana a los maestros y al personal y una vez por semana a una muestra aleatoria de 10% de los estudiantes.

En las escuelas sí se reportaron casos positivos en medio del alza de casos que se han reportado en la Isla a nivel comunitario, aunque no necesariamente se contagiaron en las aulas, indicaron dos fuentes internas del DS.

“Lo más que nosotros hicimos fue que sí enviamos pruebas moleculares para las comunidades. Envié a muchos de estos municipios que estaban en rojo, Orocovis y Barranquitas, y logramos bajar la positividad y traerlos a un marco donde pudieran abrir sus escuelas. Eso se hizo a nivel comunitario; a nivel de la escuela no, nunca se hicieron [pruebas]”, sostuvo Pérez Rivera.

Cuestionado el uso de pruebas de antígenos por algunos expertos

Un epidemiólogo ligado al DS, quien prefirió no ser identificado, sostuvo al CPI que aunque la intención de hacer pruebas de antígenos, incluyendo en los peajes y en las escuelas, pudo haber sido buena, ha sido contraproducente porque están enviando a la calle a personas con posibles falsos negativos, quienes siguen sus actividades normales, como ir a la playa o al centro comercial. Estos, dijo, pueden ser asintomáticos que pueden pasar desapercibidos al hacerle este tipo de prueba.

“Entonces, si una persona es asintomática, le van a hacer una prueba que no es confiable. Pues entonces, ¿para qué? ¿Qué estás haciendo? No estás haciendo nada. Estás engañando a la gente, haciéndole una prueba que no sirve”, dijo, por su parte, Cruz María Nazario, epidemióloga y catedrática del Recinto de Ciencias Médicas.

Sin embargo, existen discrepancias con el uso de estas pruebas. A juicio de la doctora Ángeles Rodríguez, infectología y ex epidemiología del Estado, las pruebas de antígenos sí tienen su utilidad en las escuelas, aunque reconoce que las mismas no son las adecuadas para diagnosticar personas asintomáticas.

El infectólogo Gabriel Martínez también coincidió tanto con Cruz como con Rodríguez en que estas pruebas no son las adecuadas para detectar el virus en los asintomáticos. Sin embargo, dijo que son una herramienta útil si se usa en comunidades con alta positividad.

No obstante, según el protocolo, para que las escuelas puedan abrir sus puertas, tiene que haber una positividad baja en los municipios.

Martínez recomienda que las pruebas de antígenos se hagan cada 48 horas y utilizando dos pruebas de antígeno diferentes, de dos manufactureros diferentes, con buena sensibilidad y especificidad cada una. Esta es la forma en que se hizo para establecer la burbuja del Baloncesto Superior Nacional (BSN), donde fue asesor, indicó.

Maestros confirman que no se hicieron las pruebas

Por su parte, Grichelle Toledo, secretaria general de la Local Sindical de la Asociación de Maestros (AMPR), aseguró que, según han investigado entre sus miembros, no se hicieron las pruebas aleatorias que establece el protocolo ni a estudiantes ni a los empleados presentes en las escuelas.

Toledo dijo además, que en medio del repunte de casos y en contra de lo establecido en el protocolo, el DE estaba solicitando al personal de apoyo y a maestros que trabajaran de forma presencial en las escuelas. Por esa razón, dijo, radicaron un cargo de práctica ilícita contra Aponte, quien estuvo al mando de Educación hasta el 17 de abril, cuando el gobernador Pedro Pierluisi retiró su nombramiento porque la Comisión de Nombramientos del Senado no recomendaba su confirmación.

Recalcó que la postura de la AMPR ha sido que las escuelas fueran abiertas cuando la Isla tuviera un 5% o menos de positividad. Actualmente el por ciento de positividad está en 11%.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC en inglés) recomiendan el uso de medidas para determinar el nivel de riesgo de transmisión en la comunidad, que incluye la cantidad total de casos nuevos por cada 100 mil habitantes en los últimos siete días y el porcentaje de resultados positivos de pruebas de amplificación de ácido nucleico (NAAT), incluidas las pruebas RT-PCR, durante los últimos siete días.

“Nosotros entendemos que dado el cuadro que presenta la Isla completa, y vemos que no solamente es en Puerto Rico, a nivel mundial se han dado otros repuntes, entendemos que ya para lo que falta, lo que queda de este semestre escolar debe permanecer virtual”, sostuvo Toledo.

Agregó que los meses que continúen en la modalidad virtual deben ser usados para darle mantenimiento a las escuelas y desarrollar un plan a corto y largo plazo para atender las secuelas del año en pandemia.

Crónica de un cierre escolar anticipado

El 8 de abril, el DS anunció que las escuelas cerrarían a partir del 12 de abril, por dos semanas, tras una decisión tomada con el Gobernador y Aponte. Cinco días antes, el Secretario de Salud había dicho que rechazaba el cierre de las escuelas.

“Las escuelas, tanto públicas como privadas, son seguras. Constantemente, las escuelas son monitoreadas por el Sistema de Vigilancia, y al día de hoy no se ha registrado ni un solo brote por COVID-19 en un plantel escolar”, alegó Mellado en ese momento.

Ante el nivel rojo en el que se encuentra la Isla, el martes pasado, el gobernador Pedro Pierluisi dijo que el cierre de las escuelas permanecerá por más tiempo.

El doctor José Rodríguez Orengo, director ejecutivo del Puerto Rico Public Health Trust, dijo al CPI que en el momento que se abrieron las escuelas, las pruebas estaban en “menos de un 3% de positividad”.

No obstante, reconoció que hubo una disminución en la cantidad de pruebas moleculares que se hicieron en los primeros meses del año.

Algunos científicos, incluyendo a la epidemiologa Nazario, han cuestionado la baja en la cantidad de pruebas moleculares que se están haciendo en Puerto Rico, lo que impide conocer el panorama real de la transmisión comunitaria, que es tomada en consideración para la apertura de las escuelas.

Nazario dio como ejemplo el caso de Trujillo Alto, donde al 3 de febrero se habían hecho 1,573 pruebas mientras que al 10 de marzo, se hicieron solo 566 pruebas, según el informe el análisis de transmisión comunitaria del COVID-19 para la toma de decisiones en las comunidades escolares de Puerto Rico.

“El indicador de pruebas positivas de 9.7 el 3 de febrero, ya el 10 de marzo es 3.5, pero bajó 64% la cantidad de pruebas”, destacó Nazario.

Con esa reducción en la cantidad de pruebas moleculares hechas recomendaron que se abrieran las escuelas en Trujillo Alto, dijo.

Rafael Irizarry, profesor de bioestadística en Harvard T.H. Chan School of Public Health, indicó al CPI que las pruebas moleculares tuvieron su pico en diciembre pero que comenzaron a disminuir hasta marzo, cuando comenzaron a subir nuevamente. En febrero, Irizarry había indicado que se estaban haciendo solo 4,500 pruebas moleculares diarias.

“Lo que ocurre es que empezamos a abrir otras entidades en las cuales se le dio prioridad antes que a las escuelas y a los niños, y ahí es donde perdimos la perspectiva, porque entendíamos que podíamos abrir todo a la vez, y nosotros entendíamos que se debía mantener la parte económica un poco más restringida. Abrir las escuelas de forma tal que pudiéramos ver el efecto, si alguno, que hubiese tenido la escuela en términos de la pandemia”, sostuvo Rodríguez Orengo.

Agregó que el “alza dramática” que se ha visto en las últimas tres semanas en Puerto Rico  afectó a las escuelas. Por eso, ante el nivel alto de positividad, había que cerrarlas, sostuvo.

Rodríguez Orengo dijo que se debe aprovechar una coyuntura en la que haya de un 65 a un 70 por ciento de la población vacunada con ambas dosis para volver a abrir las escuelas, y que mientras tanto se vaya trabajando en la infraestructura necesaria para el regreso a clases, principalmente el de los niños y niñas de escuela elemental.

Al primero de marzo, nueve días del inicio de clases, en Puerto Rico se habían vacunado 498,818 personas, un 16% de la población con ambas dosis. Actualmente se han vacunado 778,911 personas con ambas dosis, un 24% de la población.

Indicó que, aunque las escuelas estén abiertas, no tienen por qué aumentar los casos si se toman las medidas de rastreo, de higiene, pruebas y se observa el distanciamiento físico.

Las pruebas de antígenos

El protocolo de apertura de escuelas establece que una forma de identificar en tiempo real las infecciones asintomáticas de maestros y estudiantes es a través del uso de pruebas periódicas de cernimiento de COVID. Para esto, “la prueba ideal”, de acuerdo al documento, es la prueba molecular, que es la que se utiliza para confirmar el diagnóstico de la infección.

“Las pruebas moleculares (PCR) son las pruebas más certeras para diagnosticar COVID19 y se utilizan como parámetro para comparar la eficacia de otros tipos de pruebas”, dice el documento.

Sin embargo, el DS optó por las pruebas de antígeno, que aunque ofrecen la ventaja de resultados en menos de dos horas, tienen sus limitaciones. La tecnología para dar resultados de pruebas PCR en menos de dos horas existe también en laboratorios en Puerto Rico hace meses, pero el DS no ha invertido en tenerla disponible de manera amplia de modo que se pueda atender el volumen que generaría la apertura del sistema escolar. El CPI le preguntó por escrito al secretario Mellado por qué esto no se ha hecho, pero no hubo respuesta.

Una de las limitaciones de las pruebas de antígenos es que están aprobadas para diagnosticar personas luego de cinco días de síntomas y no son efectivas para detectar asintomáticos.

“La sensibilidad de esta prueba en este caso [persona con síntomas] es 96.7% y la especificidad es de sobre 99%. La prueba es menos útil para diagnosticar a personas con infección reciente, o infección sin síntomas y podría identificar solamente a un 41.2% de las personas infectadas sin síntomas. El valor predictivo es solo de 33.3% en grupos sin síntomas. Esto significa que las pruebas de antígeno pueden identificar infección cuando han pasado cinco días y las personas tienen síntomas, pero podrían resultar negativas en alguien con infección temprana sin síntomas”, dice el documento.

La epidemióloga Nazario aseguró que las pruebas de antígenos no se recomiendan para personas asintomáticas y que no hayan pasado cinco días de haberse infectado.

Explicó que el valor predictivo de 33% lo que significa es que el 67% de las veces la prueba de antígenos va a fallar “y donde se falla es en los asintomáticos”.

Los estimados de los asintomáticos varían. Al principio, el CDC estimaba que el 80% de las personas que se contagian de COVID-19 eran asintomáticos, pero ahora estima que es de un 30% a un 50%, reconociendo que es una cifra difícil de identificar porque no se le hacen pruebas. Sin embargo, coinciden en que son quienes más contagian a otros.

Según el protocolo, las pruebas de antígenos deben hacerse semanalmente, dada la limitación de identificar personas infectadas sin síntomas que podrían transmitir el virus. Por eso, Salud recomienda “que los estudiantes, maestros y empleados (incluyendo transportistas) en las escuelas, participen de un monitoreo adicional con pruebas moleculares tomadas semanalmente”.

Las enfermeras escolares serían las encargadas de tomar las muestras de la población escolar y se establecerá un sistema de recolección de muestras en los días en que los estudiantes y el personal asistan presencialmente. Los padres de los estudiantes deberán autorizar el muestreo periódico, dice el documento.

La infectóloga y ex epidemióloga del Estado, Ángeles Rodríguez, opinó que las pruebas de antígenos no son las ideales para el diagnóstico de COVID-19, “pero es lo que hay” disponible. Explicó que estas pruebas tienen un buen valor predictivo para los sintomáticos y menos eficiente para identificar a los asintomáticos. Sin embargo, dijo que si lo que se busca es rapidez, las de antígenos son una alternativa versus las moleculares, cuyos resultados pueden tardar días.

“Lo ideal es que hubiese una prueba que pudiera hacer lo que hace la prueba de antígeno, pero con mejor valor predictivo en los asintomáticos”, sostuvo Rodríguez.

La doctora recomienda que estas pruebas se hagan al inicio de la semana escolar y cada vez que haya alguien sintomático. El protocolo solo se limita a decir que deben hacerse semanalmente.

El protocolo establece que todos los miércoles, los directores escolares tienen que verificar el informe de salud comunitario para saber si la escuela puede abrir sus puertas la próxima semana. A juicio de Rodríguez, “estas cosas se tienen que tratar en tiempo real” y no esperar para cerrar una escuela si el municipio donde está ubicada está en rojo.

Sobre la apertura de las escuelas, la infectóloga aseguró que nunca estuvo de acuerdo con que las abrieran, sino que se debió calendarizar para empezar en agosto y mientras tanto preparar la infraestructura para recibir a los estudiantes en grupos pequeños.

El infectólogo Gabriel Martínez coincidió con Cruz y Rodríguez en que las pruebas de antígenos no son de utilidad para detectar el virus en personas en la fase asintomática.

“Podría decir que las pruebas antigénicas tienen su validez si son bien utilizadas en una población donde se sepa cuál es el por ciento de positividad utilizando pruebas confirmatorias como es la PCR, de manera de que se utilice racionalmente en poblaciones de alta infectividad”, manifestó el infectólogo.

“Ahora, utilizarlas como pruebas diagnósticas únicas simplemente porque son más rápidas en poderlas detectar, no necesariamente va a poder seleccionar la cantidad de personas infectadas o niños infectados a los cuales tú te vas dirigiendo. Obviamente, a falta de pan y galleta ”, agregó.

Sin embargo, dijo que se debería evaluar cada cuánto tiempo se hacen estas pruebas e incluso cómo se comportan las nuevas variantes ante estas pruebas, que es una de las preocupaciones que ha levantado el CDC.

Rastreo en las escuelas

El informe del SMICRC, que cubre el periodo del 14 de marzo al 14 de abril, indica que hubo 270 casos que estuvieron en “escuelas, universidades y centros de cuido” 14 días antes de su diagnóstico. Esto significa, según explicó Danilo T. Pérez Rivera, que los casos estuvieron en cualquiera de estos tres lugares, pero no es posible saber en cuál porque el DS recopila el dato haciendo una sola pregunta con las tres categorías agrupadas a los entrevistados. De igual manera, no necesariamente significa que se contagiaron en esos lugares, aunque sí pudieron haber expuesto a los demás al visitarlos.

No obstante, Pérez Rivera dijo que el sistema de vigilancia sí les permite conocer los casos positivos de maestros, empleados o estudiantes que se han hecho las pruebas por cuenta propia y cuyas escuelas enviaron información de los estudiantes matriculados al Bioportal y se certificaron para su reapertura. Sin embargo, aclaró que no es posible saber cuántos contagios ocurrieron en cada escuela.

Y es que los casos positivos son pareados en el Bioportal con los datos suministrados por las escuelas y la información enviada por el laboratorio donde se hicieron la prueba. Así se ponen en vigilancia y se emite una notificación de cuarentena para que la persona no asista a la escuela. No necesariamente la persona se contagió en una escuela e incluso la institución pudo haber estar cerrada en el momento del contagio, explicó Trinidad.

En el informe del Sistema de Rastreo Municipal aparecen bajo “vigilancia” 1,374 casos en escuela pública y 446 en escuela privada.

Aumento en casos pediátricos

Un análisis hecho por Irizarry sobre los casos de positivos en las escuelas, quienes se hicieron pruebas fuera de la escuela, apuntó a que el aumento en casos en los menores de escuelas que abrieron versus las que no abrieron fue similar. No obstante, Irizarry dijo al CPI que no se puede descartar que la apertura de las escuelas haya influido en el aumento en los casos de los menores, pero no ha visto evidencia que así lo respalde.

Entretanto, dijo que sí ha visto evidencia de que otras exposiciones, como comer en restaurantes cerrados, resultan en aumentos en general, lo cual también puede incluir a los niños. Incluso, dijo que el aumento en los casos de los niños no fue tan diferente al grupo de edad de 40 a 65.

Los casos pediátricos han ido en aumento, y hasta el lunes, había 39 menores hospitalizados y dos en ventilador. Al momento, solo pueden vacunarse los menores de 16 años con la vacuna de Pfizer, mientras se espera por la autorización para el uso de la vacuna en menores de 12 a 15 años, pero es posible que los niños de menor edad tengan que esperar hasta el 2022. De hecho, mientras avanza la vacunación contra el COVID en adultos mayores, aumentan los casos en los jóvenes y niños.

Desde que comenzó la pandemia, se han contagiado 7,077 menores de cero a 10 años y 11,267 de 10 a 19 años, según datos del DS.