La disminución en las pruebas moleculares podría estar ocultando una transmisión comunitaria significativa

Por Luisa García Pelatti

“El gobierno actúa irresponsablemente una vez más, porque tiene suficiente dinero federal asignado para la pandemia que podría utilizar, pero le falta liderato y voluntad para mover cielo y tierra, abastecernos de los reactivos y de las pruebas necesarias, pagarle lo justo a los laboratorios, y cuantificar con precisión la magnitud real de la pandemia”. Esto es lo que opinan el doctor Ibrahim Pérez y la demógrafa Judith Rodríguez en un análisis de la situación actual del COVID-19 al que ha tenido acceso SIN COMILLAS.

El mes de agosto registró el mayor número de positivos de COVID-19 desde que comenzó la pandemia (7,526) hace 26 semanas y es también el mes con el número más alto de fallecidos, 199, según los datos contenidos en el análisi. La última semana se observó una reducción de 50% en el número de casos, que los expertos atribuyen, parcialmente, a la decisión del Gobierno de restringir la salida de la población los domingos. Sin embargo, advierten que se están haciendo menos pruebas, lo que no permitiría identificar una transmisión comunitaria.

El de agosto es el repunte más largo de la pandemia, que ha durado dos semanas consecutivas, del 3 al 16 de agosto, en las que los contagios estuvieron por encima de los 2,000 casos (2,225 y 2,169), un promedio de 314 casos diarios y con un pico de 472 casos el 4 de agosto. Ayer, lunes, el Departamento de Salud informó 414 casos positivos por pruebas moleculares.

En la última semana de agosto se informaron 1,078 casos positivos, lo que supone una reducción de 50% en comparación con la semana del 10 al 16 de agosto (2,169) y una disminución de 37% respecto a la semana previa. Con la llegada del mes de septiembre, bajan también el número de hospitalizados, que había alcanzado los 533 el 2 de agosto y el 2 de septiembre caen hasta 439.

“Atribuimos parte de este descenso, al refuerzo estrella que insertó la orden ejecutiva OE-2020-062 a partir del 22 de agosto, el ‘lockdown’ dominical. Aunque desafortunadamente no contábamos con lo creativos que pueden tornarse algunos puertorriqueños, reprogramando fiestones propagadores de COVID-19 como el de Morovis para los sábados”, señala el informe. “Ese insensato y sancionable fiestón” no puede repetirse.

Los autores del informe alertan sobre el impacto, “todavía incierto, que está teniendo sobre la pandemia el bajón progresivo de pruebas moleculares realizadas en Puerto Rico, lo cual podría estar causando, al menos en parte, una reducción en los casos de COVID-19 positivos registrados en las recientes semanas”.

“Los datos sobre la cantidad de pruebas moleculares semanales realizadas desde el principio de la pandemia, publicados por el Centro de Periodismo Investigativo este pasado 20 de agosto, son muy reveladores”, comentaron Pérez y Rodríguez. Se debería estar haciendo 4,800 pruebas moleculares diarias, pero se hacen alrededor de 3,000. Sólo en una ocasión se ha superado esa cifra, la semana del 13 al 19 de julio, con más de 5,700 pruebas diarias.

Se hacen menos pruebas por escasez de reactivos y discrepancias tarifarias entre los laboratorios y las aseguradora. Este escenario “puede estar reduciendo la cantidad de casos asintomáticos que no pueden confirmarse positivos”, pero también podría “estar haciendo invisible una transmisión comunitaria significativa”. Se podría estar subestimando la cantidad de contagios, dando la falsa impresión de que los casos positivos están bajando. Esto podría llevar al Gobierno a abrir más la economía, lo que provocaría una propagación mayor del virus.

“Sabemos que el gobierno conoce lo que está ocurriendo, pero no ha dado explicaciones claras. Se limitó a ponerle un parcho al problema con el cambio súbito en política pública, pero no tomó las acciones contundentes que correspondían para resolver el problema, lo que sigue siendo una de sus constantes fallas durante la pandemia”, dicen los expertos.

De cara al vencimiento de la actual orden ejecutiva, el 11 de septiembre, Pérez y Rodríguez señalan que todavía no hemos aprendido a abrir la economía sin contagiar. La gente tiene que ser rigurosa en su comportamiento en la calle y se le debe pedir un esfuerzo mayor a los jóvenes, los más contagiados y los que más contagian. Dicen que el Gobierno no tiene “la credibilidad necesaria” para confiar en que esta vez lo hará bien.

Si no somos responsables, “tendremos que seguir soportando encerramientos recurrentes por un largo tiempo de parte de un gobierno que no ha dado pie con bola con su errático e inconsistente manejo de la pandemia, ni aún cuando cuenta con el extraordinario asesoramiento de su competente y profesional equipo médico científico”.