Eco

Por Estudios Técnicos, Inc.

Desde enero pasado los mercados financieros de la economía global, incluyendo a Estados Unidos, han estado experimentando alta volatilidad. Aún la economía norteamericana, que es la única que ha estado registrando crecimiento, puede entrar en recesión. De hecho, entre los economistas que participan de la encuesta mensual del Wall Street Journal en enero, el 21% era de la opinión de que una recesión se encontraba a la vuelta de la esquina.

Desde enero a esta parte se han dado a conocer varios pronósticos que advierten sobre las posibilidades o riesgos mayores de que la economía global entre en recesión este año:

  • En febrero 12, los panelistas que integran el Survey of Professional Forecasters del Banco de la Reserva Federal de Filadelfia, en sus pronósticos para el primer trimestre de este año, son de la opinión de que la economía norteamericana se mostraba más débil que tres meses atrás, reduciendo su previsión de crecimiento anual para el 2016 de 2.6% a 2.1%.
  • A fines de febrero, el presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley, expresaba que su escenario económico para Estados Unidos se inclinaba a la baja, aunque estima que ésta se mantendría en crecimiento.
  • En febrero, un grupo de estrategas de Citigroup, bajo la dirección de Jonathan Stubbs, advertía sobre la posibilidad de “una significativa y sincronizada recesión global”.
  • En febrero 27, la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, advierte, en la reunión de los países que integran el G20, de riesgos mayores y crecientes para la economía mundial, urgiendo a los gobiernos a tomar acción al respecto.
  • En marzo 14, Morgan Stanley informa que las probabilidades de que una recesión impacte a la economía global durante este año han aumentado de 20% a 30%. Redujo su pronóstico de crecimiento para Estados Unidos a 1.7% para este año y 1.6% para el 2017, de 2.4% en el 2015. Añade que la Reserva Federal aumentará de nuevo su tasa una sola vez este año.
  • En marzo 14, el Banco de Japón emitió una evaluación muy negativa de la economía japonesa, lo que contribuyó a que el valor del Yen bajará y los precios del petróleo mundial se movieran más a la baja. Indicó a su vez que mantendrá sin cambios su política de tasa de interés negativa.
  • En su reunión del 15 de marzo, el FMOC de la Reserva Federal mantuvo igual su tasa de referencia base en 0.50, redujo a dos los aumentos de la tasa en el 2016, de cuatro que estaban considerados, y bajó su proyección de crecimiento para el PIB, de 2.4% a 2.2% para el 2016, aduciendo que “los acontecimientos económicos y financieros actuales continúan representando riesgos.”
  • En febrero 18, la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo (OCED) mueve de nuevo a la baja sus previsiones de noviembre del crecimiento para la economía global para 2016, de 3.3% a 3.0%, y para Estados Unidos de 2.2% a 2.0% (ver la tabla a continuación).

Desde una perspectiva macroeconómica, en el caso de la economía norteamericana, los fundamentos son positivos. El empleo ha aumentado, la confianza del consumidor se mantiene positiva, la inflación baja, y el sector petrolero no es tan grande relativo al PIB como para que el colapso en precios cause una caída severa de la economía. Si bien es cierto que varios de los pronósticos mantienen expectativas de crecimiento, aunque menores, existen riesgos a la baja sobre las perspectivas de crecimiento de la economía global, incluyendo la de Estados Unidos.

Entre los factores que han contribuido grandemente a esa volatilidad e incertidumbre a nivel global se encuentran la incertidumbre en cuanto al crecimiento de la economía de China, que se ha ralentizado, su habilidad para ajustar su economía a un modelo liderado por el consumo, la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea, y la caída dramática de los precios del petróleo (WTI y Brent). Por otro lado, esa “robustez” de la economía norteamericana todavía no convence del todo a los mercados financieros. Tampoco se puede ignorar, como lo expresa el Banco Mundial, la “gran desaceleración en América Latina. Entre el 2003 y 2011, la región creció a una tasa promedio anual de 5.0%. A partir de 2012, se comienza a desacelerar, y ya para el 2015 y 2016 se habla de dos años de contracción. La globalización financiera ha intensificado los eslabonamientos entre economías, acelerando la transmisión de los “shocks” bursátiles o de otro tipo que puedan ocurrir en uno de ellos. La velocidad con la que la crisis griega se convirtió en una crisis global o, al menos, europea es un ejemplo de esta situación.

Si bien es cierto que es difícil imaginar un escenario en que volviéramos a experimentar una crisis como la del 2008 a nivel mundial, no es menos cierto que los riesgos a la baja mencionados, y las expectativas señaladas en las previsiones e informes antes citados, apuntan cuando menos a adoptar una actitud de cautela en Puerto Rico pues lo que ocurre a nivel global nos impactará.


 

Requisitos técnicos para una recesión (según definición del NBER)

Una recesión es una caída significativa en la actividad económica distribuida a través de toda la economía, con una duración de más de varios meses, normalmente visible en el PIB (PNB) real, ingreso real, empleo, producción industrial, y las ventas en el sector de comercio (al por mayor y al detal).

El Comité pone atención en estos indicadores mensuales de actividad económica a través de toda la economía, en particular a (1) y (2): (1) el ingreso personal menos pagos de transferencias, ajustado por inflación; (2) el empleo; (3) producción industrial; (4) volumen de ventas en comercio ajustado por inflación.