Por Luisa García Pelatti

El Gobernador decidió dar un golpe de mando en el único ámbito del gobierno donde no debe meter las narices la política, en las estadísticas. Si algo empezaba a arrojar algo de luz en esta época de obscurantismo y falta de transparencia informativa eso era el Instituto de Estadística, y se lo quieren cargar en unos días.

Y todo por un asunto relativamente nimio, el número de empleados transitorios que hay en el gobierno. No ha sido por la ausencia de datos trimestrales sobre el crecimiento económico, algo que tienen hasta las economías más deprimidas del mundo, ni por que el gobierno lleva años sin publicar los permisos de construcción, ni porque los comunicados sigan destacando sin sonrojo, que baja la tasa de desempleo, en un mercado laboral en declive.

Al gobierno le molestaron unas declaraciones, al parecer mal reflejadas por medio de comunicación, de Mario Marazzi Santiago, el director ejecutivo del Instituto de Estadísticas, sobre el número de empleados transitorios.

Marazzi lleva una década al frente del Instituto tratando de darle coherencia a las estadísticas que elaboran las agencias, una labor titánica en Puerto Rico, donde el gobierno cuando no ignora la importancia de las estadísticas las utiliza como balón político.

El Gobierno quiere culpar al Instituto de Estadísticas por el desmadre de décadas en las estadísticas, y eso es, no solo injusto, sino falso. Los que trabajamos todos los días con los datos económicos sabemos que hay un antes y un después desde el regreso de Marazzi a Puerto Rico, tras trabajar varios años en la Reserva Federal.

El Instituto se creó para velar por la calidad y confiabilidad de las estadísticas que producen las agencias; y ha logrado mejorar la calidad y la cantidad de las estadísticas económicas y de salud. Por primera vez, se estableció un inventario de estadísticas y era posible conseguir la mayoría de los datos en un solo sitio, sin necesidad de peregrinar agencia por agencia. Además, logró que las estadísticas de Puerto Rico estuvieran presentes a nivel internacional para poder compararnos con el resto del mundo.

Queda mucho trabajo por hacer y la labor de Marazzi no ha estado exenta de críticas. No todos estaban de acuerdo con su forma de trabajo o con sus métodos. Fue incómodo para muchas agencias del Gobierno. Su nombramiento, por 10 años, buscaba hacerlo inmune a los vaivenes de la política. Y lo ha logrado. Su nombramiento se vence el 31 de julio.

Con la destitución de cuatro de los siete miembros de la Junta de Directores, el Gobernador interrumpe el proceso de selección del nuevo director. Marazzi era, de los tres candidatos que se iban a evaluar, el mejor cualificado.

Los cambios en la Junta de Directores del Instituto eliminan a cuatro profesionales muy cualificados en el área con doctorados en estadísticas, finanzas y demografía y los sustituye por cargos políticos y con escasa cualificación.

Huérfano de poder ante el Control de la Junta Fiscal, el Gobierno busca demostrar que todavía manda politizando el Instituto y sepultando la poca transparencia que quedaba.