Agencias

Con el fin de reavivar la economía de Estados Unidos, Barack Obama propuso un paquete de $447,000 millones para crear empleos durante un discurso televisado que pronunció ante el pleno del Congreso.

El elemento más novedoso y audaz del plan de Obama recortaría lo que pagan al Seguro Social decenas de millones de trabajadores y patronos. Para los individuos, ese impuesto se ha bajado de un 6.2% a un 4.2% durante este año, pero se volvería a incrementar sin una acción del Congreso. Obama quiere mantener y profundizar el recorte a un 3.1% para los trabajadores.

También incluye una inversión de $105,000 millones en proyectos de obra pública y la renovación de $50,000 millones para cubrir el subsidio por desempleo para unos seis millones de estadounidenses que están en riesgo de perder la cobertura.

Obama no se aventuró a calcular cuántos puestos de trabajo crearía su plan. Prometió en repetidas ocasiones que su plan era financiable, pero nunca explicó cómo y se comprometió a dar en breve los detalles.

“Este plan es lo que se debe hacer en este momento”, dijo Obama. “Ustedes lo deberían aprobar. Y tengo la intención de llevar ese mensaje a todos los rincones de este país”.

Obama pidió al Congreso más de 15 veces de una forma u otra actuar rápidamente. Su objetivo es presionar al Congreso para que actúe y comparta la responsabilidad de arreglar la situación económica, que sin duda será tema para las elecciones del próximo año.

Según los expertos, Obama tendrá dificultades para que el Congreso apruebe gran parte de su plan. Los republicanos controlan la Cámara de Representantes y podrían usar tácticas de procedimiento para bloquear iniciativas en el Senado.

Además de su oposición ideológica a los planes de Obama, los republicanos estarían vacilantes en otorgar a Obama una victoria legislativa importante que pudiera impulsar sus probabilidades de reelección.

Al anunciar un plan, Obama trata de lograr múltiples objetivos: ofrecer una propuesta que logre pasar en un congreso dividido, que acelere las contrataciones en una nación donde 14 millones de personas no tienen empleo, aumentar la confianza de la opinión pública y poner a los republicanos en el mirilla para que se vean obligados a actuar.

Obama buscó colocarse por encima del partidismo cuestionando “si, frente a la crisis nacional en curso, podemos detener el circo político y realmente hacer algo para ayudar a la economía”.

Obama insistió una y otra vez en la necesidad de que los ciudadanos y empresas más ricos gocen de menos ventajas fiscales, y expuso el ejemplo del multimillonario Warren Buffet, cuya presión fiscal es similar a la de su secretaria. Hace varias semanas, Buffet apoyó con vehemencia la necesidad de que las grandes fortunas pierdan ventajas fiscales.

En su discurso, Obama también lanzó un nuevo llamamiento para la aprobación en el Congreso de los tratados de libre comercio pendientes de ratificación con Colombia, Panamá y Corea del Sur.

“Es el momento de abrir el camino para una serie de acuerdos comerciales que harán más fácil para las empresas estadounidenses vender sus productos en Panamá, Colombia y Corea del Sur, al tiempo que ayudamos a los trabajadores cuyos empleos se han visto afectados por la competición global”, señaló.

Al concluir subrayó: “somos más duros que los tiempos que nos ha tocado vivir, y más nobles que la política que hemos vivido. Así que aprovechemos este momento”.