Por Luisa García Pelatti
Un crecimiento económico anual promedio de 5.1%, una inversión de capital fijo que crece a tasas de entre 10% y 30%, aumento en la productividad, acelerada expansión manufacturera, grandes inversiones en infraestructura y acelerada expansión y transformación de la Universidad de Puerto Rico. Son los años 50 y 60. La época en que la economía de Puerto Rico era la vitrina en que se miraban otros países.
Esa vitrina se rompió con la llegada del modelo de desarrollo económico basado en exenciones contributivas. “Ese modelo hace tiempo que dejó de funcionar”, explicó el economista Ramón Cao, durante una presentación titulada “La vitrina rota, o ¿cómo llegó Puerto Rico a la crisis actual?, durante la asamblea anual de la Asociación de Economistas, celebrada el pasado viernes.
Cao presentó un análisis de las características y la trayectoria de la economía puertorriqueña desde los años 40 del siglo XX hasta la actualidad, identificó patrones en la ejecutoria económica y presentó algunas lecciones que surgen de ese análisis.
Hay que reconocer que Puerto Rico es una economía insular, que tiene una serie de características reconocidas en la literatura, “que preferimos no leer” y que “las teorías desarrolladas para economías nacionales no aplican a economía insulares”, explica Cao, que insiste en que una economía pequeña no es una economía grande en chiquito, es otra cosa.
Defiende que los incentivos deben justificarse a base de sus costos y beneficios sociales. “Se dan incentivos a hospitales. El problema de los hospitales es sencillamente su relación con las compañías de seguros”. Las compañías de seguros establecen las tarifas que van a pagar, cuándo las van a pagar y si las van a pagar. “El problema no se resuelve dando exenciones contributivas a los hospitales. Eso requiere que se bregue con la reglamentación de las compañías de seguros. Los incentivos no deben ser para corregir fracasos del mercado”, señaló.
Aboga por una reglamentación más simple y la eliminación de exenciones. “Cada vez que tenemos un problema, lo que se nos ocurre es hacer una ley o un reglamento. “Si algo está prohibido: está prohibido y se acabó. Si no se puede construir en la zona marítimo-terrestre, no se puede construir y se acabó. No hay que buscar una exención”.
Cao habló de las universidades, de que no están cumpliendo sus objetivos. “Tienen la manía de tratar de educar para el mercado laboral. Hay que enseñarles a los estudiantes a aprender y a pensar. Qué participen en una investigación de verdad”.
Sobre el papel de los economistas, mencionó que es necesario hacer examen de conciencia sobre tres temas: las ideologías, poner el bien del cliente sobre el bien común y el estado de las estadísticas. Dice que hablar de economistas institucionalistas y keynesianos está muy bien para una economía nacional, pero no para Puerto Rico. Por otro lado, “en la práctica tenemos el problema de que hay clientes que pagan muy bien, y por lo tanto tendemos a inclinar la brasa del lado del cliente y nos olvidamos del bien común”.
Y finalmente, asegura que se debe seguir haciendo un esfuerzo con respeto a la disponibilidad y calidad de las estadísticas económicas. “En los años 50 teníamos un sistema estadístico que era la envidia en todo el mundo. Lo que tenemos ahora es una pila de disparates que ninguno cuadra y al pobre Marazzi (el director del Instituto de Estadísticas) le han caído encima como chinches por decir que los datos de ventas al detal no sirven.Yo, en 2005, cuando se estaba bregando con la implantación del IVU (Impuesto sobre Ventas y Uso) revisé esos datos y decidí que era la cosa más absurda, desde el diseño de la muestra hasta los resultados”.