Por redacción de Sin Comillas

“La lección principal de María es que la planificación importa, como también importa incorporar el elemento de riesgo en ésta y en las decisiones de política pública”, señala Estudios Técnicos, Inc. en su revista “Perspectivas”.

Según la firma de consultoría, en Puerto Rico nos hemos olvidado de la planificación y de incluir el manejo del riesgo en la planificación. La falta de planificación se refleja en “la condición de la infraestructura, en proyectos mal concebidos, costo-inefectivos e innecesarios, y en los impactos de huracanes previos y ahora de María”. Ha faltado visión de largo plazo.

“Cualquier sociedad en el Caribe sabe que tarde o temprano un huracán le impactará. En nuestro caso, han sido cuatro en treinta años – Hugo, George, Irma y María – cada uno con consecuencias sumamente negativas para las personas y la propiedad”.

El riesgo de que llegue un huracán debería ser parte de los planes de uso de terrenos, del manejo de los recursos y de cómo se planifica la infraestructura para que pueda enfrentar este tipo de eventos.

Olvidamos que Puerto Rico es un país pobre, que opera sin reservas, sin la capacidad de responder a eventos como María y donde la mayoría de las viviendas son de construcción muy frágil, en ubicaciones precarias, y con poco acceso a infraestructura.

Hasta ahora los fondos federales, el gasto y endeudamiento público y una inmensa economía subterránea que sostuvieron el consumo, nos hicieron olvidar que somos pobres con algunos bolsillos de afluencia.

El azote del huracán María debería servir, dice Estudios Técnicos, no para regresar a donde estábamos. “Se requiere que modifiquemos la manera como enfrentamos los problemas sociales, económicos, y de infraestructura que María ha puesto en evidencia. No pueden tratarse como si fueran temas inconexos, sino partiendo de una visión integradora de los diversos componentes de un sistema social, natural y económico muy complejo definido, en gran medida, por los eslabonamientos que entrelazan a dichos componentes. No hacerlo conduce a decisiones erróneas que, a la larga, dificultan aún más lograr la reconstrucción necesaria. Dicho proceso tiene necesariamente que incorporar los riesgos que conlleva nuestra condición de isla caribeña y, por nuestra apertura económica, la dependencia en factores exógenos”.