Emmanuel Rivera

1. La reforma fomentará el ahorro y la inversión.

Hecho: El ahorro no necesariamente provoca mayor inversión (caso japonés).

El caso de Puerto Rico es todavía más grave, pues al ser una economía abierta con muy pocas posibilidades de desarrollar un industria para el mercado interior, hay muy poco incentivo para que cualquier ahorro que se produzca se mantenga en el país. (Puerto Rico pudo aprender de China donde los eslabonamientos son casi forzados, en especial si los decretos contributivos estuvieran atados a inversiones a largo plazo en el país.)

Lo más probable es que cualquier ahorro termine en Wall Street o en cuentas secretas en algún paraíso fiscal. Así que el aumento de contribuciones no necesariamente implicará un aumento en el “ahorro”, al menos no en el ahorro para propósito de cuentas nacionales.

Además, la experiencia con el ahorro en Puerto Rico en todo caso es que se deposita en bancos que repetidamente han quebrado y hecho quebrar a la economía del país.

Bancos que a su vez invierten en compañías que quiebran y que provocan burbujas como la immobiliaria que no solamente quiebran al resto del país, sino que aumentan la desigualdad, el costo de vida y hacen quebrar al gobierno con proyectos de vivienda cuya infraestructura de apoyo (AAA, AEE, carreteras, escuelas, parques, policías, etc) el gobierno no puede pagar.

La reforma no cambia el modelo de desarrollo basado en el desarrollo sin control de una industria de la construcción especulativa y no sustentable que destruye el ambiente y quiebra al gobierno. Los impuestos sobre el desarrollo de terrenos serían una opción a discutir, pero el gobierno insiste en subsidiar la construcción, a pesar de que la vivienda sigue siendo demasiada cara para la mayoría de la clase trabajadora.

2. Hay que reducir el consumerismo y el gasto en entretenimiento.

Hecho: El consumo crea más empleos que cualquier otra actividad económica.

El problema no es que en Puerto Rico se consuma demasiado, sino que casi todo lo que se consume es importado, desde los alimentos hasta la energía, la transportación, la ropa y hasta el entretenimiento.

La reforma contributiva no hace nada para lidiar con este problema fundamental de nuestra economía.

Algo tan básico como exportar el exceso de nuestra capacidad energética a la República Dominicana ni se discute y se malgasta tiempo hablando de cables a las Antillas Menores.

3. La redistribución del ingreso debido a la reforma contributiva no va a afectar la inequidad social y quizá hasta la mejore.

Hecho: Puerto Rico tiene una de las desigualdades sociales más impactantes del mundo. Los pobres son muy pobres (a pesar de todas las ayudas del gobierno -federal principalmente-). La clase media está en contracción (por la pérdida de buenos empleos en pequeños negocios y la desindustrialización). Los ricos se llevan una proporción desmedida de los ingresos (y evaden contribuciones con demasiada facilidad).

La reforma contributiva dirigirá recursos de la clase trabajadora (pobres y clase media) a los ricos tenedores de bonos (que para colmo en su inmensa mayoría no viven en Puerto Rico), pues pagar la deuda es el propósito principal de la reforma contributiva.

4. La reforma pondrá a pagar a todo el mundo por igual.

Hecho: La reforma no contiene disposiciones importantes sobre evasión fiscal.

La reforma ignorará la evasión fiscal corporativa vía el “transfer pricing” de las multinacionales, algo que hacen no solamente las manufactureras (lo cual podría entonces justificarse un poco), sino también los comercios de distribución y ventas (que entonces compiten deslealmente con los pequeños y medianos negocios locales).

La reforma ha decidido ignorar las contribuciones sobre la propiedad, que serían un mecanismo muy efectivo de lucha contra la evasión por la clase alta.

En cuanto a los “mantenidos”, el gobierno federal no permite que se impongan contribuciones sobre gran parte de sus transferencias a la gente sin recursos.

En cuanto a los millonarios, el estudio de Hacienda recomendó que se revoquen los privilegios contributivos para los millonarios que se mudan a Puerto Rico, pero esta recomendación se ignoró. Eventualmente el Congreso se verá forzado a examinar este uso abusivo de la ciudadanía americana y del status político de Puerto Rico.

5. La reforma pondrá a pagar la economía subterránea.

Hecho: El Departamento de Hacienda lleva presentando este argumento durante casi una década para justificar decenas de medidas legislativas y acciones regulatorias y administrativas.

Si el Departamento tiene información sobre como la economía subterránea evade contribuciones, por qué no la usa.

El estudio comisionado por Hacienda no incluye información detallada para que el argumento sobre la economía subterránea sea algo más que especulación y manipulación.

6. La reforma permitirá crecimiento económico a largo plazo.

Hecho: Los países que han aumentado dramáticamente la contribución sobre el consumo durante una recesión han tenido más problemas regresando al crecimiento económico.

Puerto Rico no está en recesión, pues el grado de profundida y la duración de nuestra crisis económica unido al hecho de la emigración masiva nos ubican en una categoría casi depresionaria.

7. La reforma contribuirá a mejorar la competitividad.

Hecho: Los estudios internacionales indican que la competitividad no está relacionada a las estructuras contributivas.

Los nuevos recaudos por la reforma son para pagar deuda con bonistas en su mayoría extranjeros. La noción de que el endeudamiento afecta la competitividad está refutada empíricamente.

8. La reforma eliminará el endeudamiento.

Hecho: La reforma no generará suficiente recaudos de manera sustentable para reducir el endeudamiento, así que el crédito de Puerto Rico se mantendrá afectado mientras no haya crecimiento económico y continúe la emigración.

Uno de los problemas más grandes de Puerto Rico es los sistemas de retiro del ELA y este problema continuará creciendo y se agravará según la población y el número de empleados públicos se reduzcan.

Mientras siga el endeudamiento sigue la transferencia de riqueza a bonistas extranjeros.

Conclusión

El apego del PPD a los bonistas extranjeros es una violación crasa del legado y del compromiso de los fundadores de la colectividad con la noción de justicia social.

Los bonistas de hoy eran los terratenientes ausentistas y dueños de centrales azucareras de antes. Los mismos que tenían al jíbaro pobre, sin zapatos, muerto de hambre y enfermo, trabajando por temporadas en el cañaveral y pagándoles a través de deuda con el patrono.

Los líderes que defienden esta reforma contributiva son como los líderes del Partido Liberal del cual Luis Muñoz Marín tuvo que desafiliarse porque no tenían conciencia de cuan destruído estaba Puerto Rico y cuan corrupta estaba la política con la compra de votos y la extorsión a los trabajadores y a la clase pobre.

La historia de Puerto Rico es la historia de un país de ricos y pobres con un breve período donde la clase media comenzó a ser protagonista. Ese breve período se acabó y el PPD está implícitamente regresando a la noción de que la gente se debe ir de Puerto Rico. Lo único que falta es que el gobierno empiece a comprar pasajes y regalarlos.

Esta reforma contributiva se dirige en la dirección correcta (pues claro que hay que hacer cambios radicales en la economía de Puerto Rico), pero no deja de estar mal concebida y peormente motivada.

Los elementos para una verdadera reforma fiscal son harto conocidos:

1. Fomentar el consumo de lo doméstico (en especial en el campo de la energía, los alimentos y el entretenimiento), reestructurar industrias como la de la construcción (que están dependiente en subsidios gubernamentales) y eslabonar forzadamente al resto de la economía (manufactura, turismo, entretenimiento).

2. Reducir la brecha de ingresos (desigualdad profunda/pobreza extrema -en particular la reproducida por la calidad del sistema educativo-) y la evasión contributiva por parte de todos los actores, así como eliminar la penalidad al trabajo (algo que hay que trabajar con los federales).

3. Reestructurar la deuda, congelar la pérdida de población para que el gobierno y los sistemas de retiro sean sustentables (lo cual a corto plazo requiere probablemente un aumento del empleo público), reestructurar el gobierno para que el dinero se use en servicios útiles (educación preescolar, educación vocacional, transportación colectiva, inversión en agricultura, energía, conservación del agua y vivienda sustentable) en vez de en cosas nocivas como el encarcelamiento de los usuarios de drogas y darle los fondos federales para el entrenamiento de la fuerza laboral a las megatiendas y los fondos federales de tutorías a compañías que ellas mismas reconocen que no hacen suficiente diferencia.

El problema más grande de Puerto Rico para una reforma fiscal es la corrupción moral e intelectual de nuestras clases dirigentes, las partidistas, así como las empresariales y profesionales.

El gobierno pretende vender la reforma contributiva a través de unos mitos que no sobreviven el más mínimo escrutino teórico, empírico o histórico.