Por Luisa García Pelatti

“La precariedad laboral como una estrategia competitiva es una medida destinada a fracasar. Una perspectiva más global, quizás nos permitiría aprender de otras experiencias, y así, poder vislumbrar políticas públicas que verdaderamente promuevan el desarrollo económico del país. Sobre las bases del aumento en la productividad mediante el conocimiento, la innovación y la tecnológica y no sobre las bases del aumento en la desigualdad”. Es el argumento de un artículo firmado por Miguel A. Rivera, publicado en la revista “Perspectivas” de la firma Estudios Técnicos, Inc.

La reforma laboral aprobada hace unos meses redujo el bono de Navidad y la acumulación de días por enfermedad y vacaciones para los nuevos empleados, extendió la jornada laboral de 8 a 10 horas, estableció un periodo probatorio de 9 a 12 meses para lograr la permanencia en el empleo, además de flexibilizar las protecciones laborales contra despidos injustificados.

“La premisa en la cual se justificó la aprobación de esta medida, es que mediante esta reforma laboral Puerto Rico se inserta en las dinámicas laborales globales. Según se establece en el preámbulo de la ley de flexibilidad laboral, el objetivo de estas modificaciones es que el mercado laboral se adapte a las exigencias de los mercados globales para poder fomentar el desarrollo económico siendo más competitivos”.

La reforma, dice el gobierno, reducirá los costos de hacer negocios y le dará a los negocios la flexibilidad que necesitan para reaccionar con rapidez a las demandas de la competencia. El autor cuestiona si la precariedad laboral será efectiva para promover la competitividad.

¿Con quién va a competir Puerto Rico  en términos de costos laborales?

El ingreso per cápita de Puerto Rico ronda los $19,800. Aumentar la competitividad mediante la reducción de los costos laborales, implicaría reducir los costos laborales al nivel de países que están muy por debajo de los ingresos de Puerto Rico. 

“Estos datos nos pueden dar a entender que quizás las premisas de esta medida están equivocadas. El poder aumentar nuestra capacidad competitividad mediante la precarización del trabajo, implicaría, que Puerto Rico tendría que deprimir el salario al nivel de ingreso de nuestros vecinos regionales. Si bien es necesario implementar políticas públicas que fomenten el desarrollo económico del país siendo más competitivo, el aumentar nuestra competitividad global mediante la precariedad laboral parece ser más un mito que una alternativa real”, opina Rivera.

Señala que no es necesaria la precariedad laboral para atraer la inversión externa o aumentar la competitividad, y pone como ejemplo el hecho de que los países más competitivos no tienen salarios bajo ni han reducido los derechos laborales.

“Los factores que dinamizan la competitividad global de estos países son su producción tecnológica, su capacidad de innovación y la alta productividad de su clase trabajadora. Su competitividad, no tiene que ver con bajos salarios o ausencia de protecciones laborales”, asegura.

Al momento de invertir, las empresas multinacionales toman en cuenta la capacidad institucional de los países, la estabilidad política, nivel de educación de la población y el desarrollo de la infraestructura, y no, impuestos bajos o pocos derechos laborales. “Es necesario explorar alternativas para promover el desarrollo económico y aumentar nuestra competitividad. Pero la precariedad laboral como una estrategia competitiva es una medida destinada a fracasar”.