Por José G. García López*

Se ha comentado mucho sobre las razones fiscales y políticas que dieron base a la eliminación de la Sección 936 en el año 1995. Sin embargo, poco se ha discutido sobre el golpe mortal que causó la eliminación indiscriminada de este tratamiento contributivo sobre la competitividad de la isla a nivel global. Una vez se despojó al país de este poderoso instrumento fiscal por parte del Congreso de los Estados Unidos y con el apoyo de nuestro liderato político; dejamos de ser una economía competitiva en los mercados internacionales. Esta realidad quedó evidenciada en un estudio realizado por KPMG para el Banco Gubernamental de Fomento en el año 1992. De acuerdo con este estudio se estimó que la tasa efectiva de impuestos por industria manufacturera bajo la Sección 936 fluctuaba entre 6% y 8.6%. En cambio, al ser eliminada la exención a las empresas farmacéuticas 936, la tasa efectiva aumentaba en promedio a 30%.

Otro de los hallazgos sobresalientes del estudio de KPMG, fue que las tasas de rendimiento de la inversión luego del pago de impuestos en las operaciones manufactureras de las industrias manufactureras se reducían a la mitad o mucho menos. Por ejemplo, se encontró que las empresas de alta tecnología como son las farmacéuticas, electrónica e instrumento científicos; sus tasas de rendimiento disminuirían de un máximo de 65% a un 11.5 %; sin la Sección 936. Por otro lado, las empresas intensivas en mano de obra como popa y cuero; la reducción en sus tasas de rendimiento esperada era mucho mayor que las de alta tecnología. Esto unido al aumento de su responsabilidad contributiva, conllevó a que las empresas no les resultaba rentable continuar operaciones en la isla. Cabe indicar que la época en que se realizó el estudio, Puerto Rico ocupaba el primer lugar entre treinta países principales nivel global para llevar a cabo operaciones manufactureras de acuerdo con el Political Index Risk (1992).

Como hemos podido observar, la eliminación de la Sección 936 conllevó a que Puerto Rico perdiera la competitividad en las industrias de alta tecnología y las intensivas en mano de obra. Fue por eso que empresas como Intel, Wang, Sara Lee, General Electric, entre otras cerraran operaciones en la isla y se reubicarán en otros países. En el caso particular de la industria de ropa, está ya desde mediados de los años ochenta había perdido competitividad en términos salariales pero el beneficio contributivo derivado por la Sección 936 le ayudaba a mantenerse a flote a nivel global.

El resultado neto del golpe mortal a la competitividad del sector manufacturero de la isla fué la pérdida de cerca de 300,000 empleos directos e indirectos en la economía local, la depresión por catorce años desembocada en una quiebra fiscal que estamos sufriendo. Para poder restablecer de nuevo nuestra competitividad en los mercados internacionales solo nos resta aprovechar la oportunidad que se está dando a nivel federal de volver a disponer de un tratamiento contributivo que contribuya a la atracción a la isla de las empresas de biopharma e instrumentos médicos que están ubicadas en otras jurisdicciones como en China.

  • El autor es profesor adjunto de economía y finanzas públicas de el Departamento de Economía y la Escuela de Administración Pública de la Universidad de Puerto Rico.