Hace rato que el número de puertorriqueños que viven en Estados Unidos superan a los que viven en la Isla. Las olas migratorias de los 50, los 80 y 90, contribuyeron a ello. En la última década se ha producido una intensificación de la emigración. “Puerto Rico es una excepción en el mundo”, explica Jorge Duany, profesor de sociología y antropología de la Universidad de Puerto Rico y expertos en migración, quien participó en la Conferencia Económica 2011 organizada por el Centro para la Nueva Economía (CNE) que se llevó a cabo el 25 de marzo.
El perfil del emigrante es un hombre de entre 20 y 44 años, con un nivel de escolaridad intermedio (con algunos años de universidad o un grado asociado) que trabaja en el sector servicios o en actividades de producción o transporte.
“No existe tal cosa como una fuga de cerebros”, dice Duany, al que no le gusta el término. Explica que la mayoría de los que deciden emigrar no son gerentes o profesionales.
Se observa una creciente dispersión geográfica. Nueva York sigue siendo el destino principal, con unos 800,000 boricuas. Orlando, con unos 200,000 se ha convertido en el segundo destino preferido, desbancando a New Jersey. Le siguen Filadelfia, Miami y Chicago.
El condado de Orange, en Florida, agrupa la mayor concentración de emigrantes de Puerto Rico, unos 40,000, son los “Disneyricans”, por su cercanía a los parques temáticos de Disney World.
Una emigración más reciente, pero con un nivel de ingresos más altos, se ha establecido en los estados de Texas y California.