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Michigan Central Station, construida en 1914 y en desuso desde 1988, se convirtió en el símbolo de la decadencia de la ciudad

Por Luisa García Pelatti

Un análisis realizado por Wayne State University analiza la cobertura que realizaron los medios de comunicación en las fechas previa a la quiebra de la ciudad, y llega a la conclusión de que lejos de responsabilizar por las crisis a los funcionarios incompetentes de la ciudad o al alto nivel de la deuda culparon a la unión de empleados de la ciudad y las pensiones a las que tenían derecho. Los empleados retirados del gobierno se convirtieron, al mismo tiempo, en víctimas y responsables de la crisis a los ojos de la opinión pública.

Aunque en menor medida, también se presentaron como culpables a los bancos, los bonistas, los fondos buitre y las aseguradoras. Pocos de los artículos publicados durante la crisis responsabilizaron al Emergency Management, el equivalente a la Junta de Control Fiscal. Y aún menos, hicieron referencia a las razones estructurales, históricas o políticas de la quiebra de la ciudad.

La crisis de viviendas, que ha provocado que en algunas calles de la ciudad haya más casas abandonadas que habitadas, se menciona en solo tres de los artículos consultados por la universidad, y sólo dos de cada 10 hace referencia a la pérdida de población, la caída de los recaudos o la pérdida de la capitalidad de la industria automotriz.

La prensa dedicó mucho tiempo a hablar de las negociaciones para el pago de las pensiones, a cuánto ascendían y su papel en el endeudamiento de la ciudad. Los periodistas planteaban la difícil decisión de tener que pagar las pensiones, que representaban la mitad de la deuda, o pagarle a los policías y bomberos. El espacio que se dedicó al tema fue desproporcionado, dice el estudio, por lo que los lectores se cuestionaban si era culpa de los pensionados que se quedaran sin servicios. Al lograr ponerle rostro a los pensionados, los medios los convirtieron también en las víctimas de la quiebra.

Al poner en el punto de mira a los pensionados se desvió la atención de los temas financieros estructurales, las implicaciones legislativas y la desigualdad. Los medios de comunicación sitúan el origen de la crisis en la corrupción y la incompetencia de los funcionarios del gobierno de la ciudad y consideran a estos más culpables que los bonistas.

La falta de liderato, incompetencia y corrupción entre los que dirigía el gobierno de la ciudad; la escasez de servicios, la referencia a una ciudad oscura y violenta, junto con la perspectiva de que tras la reestructuración las condiciones de la ciudad mejorarían y habría más y mejores oportunidades, provocó que la opinión pública justificara la quiebra y la venta de activos como un mal necesario. La narrativa dominante era que la quiebra era inevitable.

Había tres audiencias: los votantes de los suburbios, que criticaban la corrupción en la ciudad; los residentes de la ciudad que tenían miedo a que la falta de servicios pusiera en riesgo la seguridad de sus familias; y los inversionistas, los bancos y sus abogados, que buscaban oportunidades con poco riesgo y bajos costos.

En los medios de comunicación no se encontraron muchas referencias a los cortes de agua, los cierres de escuelas, la transferencia de terrenos, la escasez de alumbrado, las privatizaciones de servicios, las ejecuciones hipootecarias o el abandono de viviendas. Sólo al final adquirió mayor relevancia el tema de la privatización y la venta de activos, como la colección de arte del museo de la ciudad.

La quiebra de Detroit ofrece varias lecciones. Por un lado, está presente la táctica del miedo de las agencias clasificadoras de deudas y los inversionistas. Por otro lado, los pensionados pueden convertir en villanos durante las negociaciones por haber realizado transacciones arriesgadas para proteger sus pensiones, que en Detroit fueron consideradas “enormes”, ilegales o ilegitimas.