“Si el gobierno adelanta los datos de desempleo, ¿dónde queda la independencia?”. La frase no es mía. La “twitteó” un periodista español hace unos días y se refería a que el Ministro de Hacienda había ofrecido los datos de desempleo antes de que lo hiciera oficialmente el Instituto Nacional de Estadísticas. Respetar el calendario de publicación de las estadísticas económicas es esencial para evitar que el Gobierno las utilice con motivos políticos.

En Puerto Rico no existe esa tradición de independencia, de mantener las estadísticas alejadas de la política y de los políticos. Pasa con todos los partidos. Pocos resisten la tentación de usar las estadísticas en beneficio propio.

Si la economía va mal intentan esconder los datos o en el mejor de los casos se publican sin mucha difusión ni explicación. Pero si la economía va bien no dudarán en celebrarlo con  una conferencia de prensa.

Como periodista que cubre temas económicos, llevo su sufriendo estas manipulaciones desde hace más de una década. El último episodio ocurrió esta semana, con las estadísticas de empleo. Los datos del mes de diciembre salieron publicados en un diario el mismo día que el Departamento de Trabajo y Recursos Humanos (DTRH) envió el comunicado a los medios de comunicación, lo que significa que el periódico tuvo acceso a los datos el día antes.

No cuestiono al periodista, que tiene derecho a conseguir la información, pero el Gobierno debe saber que los datos de empleo son públicos y no debe apropiarse de ellos decidiendo a quién ofrecérselos en exclusiva.

La exclusiva buscaba, además, ofrecer una visión muy personal –y a mi juicio errónea– de los resultados. El Gobierno resaltó los datos de diciembre, pero comete el error de compararlos con los de noviembre. Las estadísticas de empleo tienen una estacionalidad alta. En Navidad se contratan más empleados. El otro error fue hablar sólo de los datos de diciembre y no aprovechar la oportunidad para ofrecer un análisis todo el 2011.

Debemos dejar las estadísticas en manos de estadísticos y economistas y los políticos deben evitar la tentación de apropiarse de ellas.