Eileen Segarra. (Foto: Sin Comillas)

El costo económico per capita de los huracanes es de $59,000, una cifra mayor que la deuda pública per capita

Por Luisa García Pelatti

Los costos económicos de los huracanes Irma y María podrían ascender a unos $200,000 millones. El proceso de recuperación será largo y la economía no volverá a estar donde estaba en el 2006 hasta el año 2033. Se anticipa un aumento en la pobreza y la desigualdad. Estas son algunas de las conclusiones presentadas durante el foro “Perspectivas económicas post-María”, en el que participaron José J. Villamil, presidente de la Junta de Directores de Estudios Técnicos, Inc., Eileen Segarra, profesora de economía de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras,  y José Alameda, profesor de economía de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez.

Lejos de lo que se pueda creer, los desastares naturales no estimulan el crecimiento económico, ni en el corto plazo ni en el largo plazo. Los eventos atmosféricos tienen efectos permanentes en la economía y las pérdidas tampoco desaparece con la emigración, explica Alameda.

Las investigaciones de los efectos de huracanes y ciclones señalan que después de un huracán fuerte, la recuperación no es inmediata. Puede tardar hasta 20 años y afecta tanto a los paísesn ricos como a los pobres. “Los mayores pérdidas la reciben los que tiene menos experiencia en ciclones”.

Alameda, que estimó de forma preliminar los costos económicos de los dos huracanes que arrasaron Puerto Rico en el mes de septiembre, explica que están los efectos iniciales, los que incluyen los gastos relacionados con la preparación ante el huracán. Luego están los daños directos, que incluyen daños en capital físicos, activos de empresas, bienes duraderos, vivienda, comestibles y producción e ingresos perdidos. Y los costos de rehabilitación, “que son costos de oportunidad, porque podrían haberse invertido en otras áreas”, explica Alameda.

  • Costos de los efectos iniciales $720 millones
  • Costo del efecto directo $179,000 millones
  • Costos de las consecuencia $1,224 millones
  • Costos de rehabilitación $21,000 millones

Alameda estima que los costos de corto plazo ascienden a $59,000 millones y los de largo plazo suman $174,000 millones.

Todos estos costos provocarán una contracción en una economía que llevaba 12 años en contracción y que a juicio de Villamil “ha perdido su estructura y ya no tiene los fundamentos que se supone que tenía”. Se adoptó un modelo basado en la atracción de capital y en incentivos para atraer ese capital, que entró en crisis en los años 80. “En los últimos 10 o 12 años no hemos aprendido la lección y seguimos utilizando ese modelo.

“Tenemos que reconstruir un país que se ha venido desmoronando. María ha puesto en relieve esa destrucción de las estructuras fundamentales”. Ahora hay que pensar en una economía más pequeña. “Volvimos donde estábamos hace unos años”. Villamil explica que incluso si la economía crece a un ritmo de 1.8% a partir del 2019, la economía no volvería a alcanzar el nivel que tenía en 2006 hasta el año 2033. Se han perdido 25 años.

Villamil propone movernos a una economía social, donde adquieran más protagonismo las organizaciones de base comunitaria. Y el gobierno tienen que incorporar el elemento de manejo de riesgo en la toma de decisiones, ya que estamos en una zona de huracanes. “Los bancos hacen manejo de riesgos habitualmente, la empresas privada ocasionalmente y el gobierno nunca”.

Segarra destaca que entre las consecuencias de los huracanes habrá un aumento en la tasa de pobreza que podría alcanzar el 50%. Habrá un incremento en la desigualdad porque los huracanes afectan de forma más aguda a las poblaciones más pobres y vulnerables, dijo haciendo referencia a estudios realizados para el huracán Katrina (2005, Nueva Orleans).

“Los más pobres tienen problemas en el proceso de recuperación porque las ayudas no está orientada a las poblaciones más vulnerables”, dice Segarra y pone como ejemplo el caso de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por su siglas en inglés), que pedía  los solicitantes de ayuda que la información se enviara por internet o teléfono sin considerar el colapso de las telecomunicaciones.

La experiencia con otros huracanes de gran magnitud indica que la respuesta del gobierno es inadecuada y promueve una burocracia excesiva; y que los países con mayor capital social se pueden recuperar más rápido y el acceso de financiamiento es mejor para todos los sectores. “El capital social se está deteriorando”, advierte y ejemplo de ello es el éxodo masivo y los incidentes de saqueo.

Segarra recomienda evitar el desplazamiento de la población, promover la acción comunitaria y los lazos comunitarios. En suma, “fortalecer el capital social, de lo contrario corremos el riesgo de que la Isla siga vaciándose”.